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¿Es el Quijote una clandestina parodia de Jesús de Nazaret?

Escultura de Don Quijote (fragmento). Parque de Cros, Maliaño, Cantabria. (Foto: https://www.flickr.com/photos/analopezheredia/23777532329)
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Escultura de Don Quijote (fragmento). Parque de Cros, Maliaño, Cantabria. (Foto: https://www.flickr.com/photos/analopezheredia/23777532329)

LA CRÍTICA, 31 MAYO 2024

Por Carlos cañeque
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Desde hace muchos años he barruntado que en la creación del Quijote, sin ninguna duda nuestro personaje más universal, tuvo que haber una importante influencia de la figura de Jesús de Nazaret. Esta escandalosa conjetura me asaltó cuando comencé la carrera de filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid, es decir, a los dieciocho años. Recuerdo que se la planteé, tras una de sus primeras clases de Metafísica, al filósofo Javier Sádaba. Tardé en atreverme a hablar con él porque mi comentario no tenía nada que ver con la clase que acababa de impartir sobre la metafísica en Aristóteles. Sádaba me miró con ojos sorprendidos y, tras una larga pausa reflexiva, me dijo que le parecía “una idea no tan descabellada”. Comprendí que la idea le parecía un disparate. Ese mismo día y en esa misma aula, le comenté la idea a Tomás Pollán, profesor que tuve la suerte de tener en la asignatura de Antropología Cultural. Muy amigo de Savater y de Ferlosio, Pollán desplegó una sonrisa y me dijo que él lo había pensado muchas veces. Me sentí menos blasfemo y disparatado. (...)

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A lo largo de los años la pregunta ha ido persiguiéndome y nunca he llegado a encontrar una respuesta que me pareciera convincente. Leí lo poco que le dedican a ese posible paralelismo entre Jesús y don Quijote autores como Unamuno, Ortega, Américo Castro, Zambrano, Nabokov y Juan Goytisolo. El que más aborda el tema es Unamuno. También, en distintos momentos de mi vida, he aprovechado encuentros con intelectuales y amigos como Guido Castillo, Ion Agheana, Savater, Puente Ojea, Rodríguez Monegal, Rubert de Ventós o Carlos Moya para conocer su opinión. A todos ellos les pregunté la misma pregunta, en distintas épocas, ¡qué tenaz insistencia! Hoy apenas recuerdo los matices de sus respuestas, siempre amables y luminosas. Nunca he conocido a un cervantista. Me hubiera gustado preguntarle sobre tan importante asunto al recientemente fallecido Francisco Rico. Acaso él tenía la respuesta.


Me pregunto por qué sigo pensando que es muy probable que Cervantes tuviera, consciente o inconscientemente, la figura de Jesús en la cabeza cuando escribió el Quijote. No soy profesor ni crítico de literatura, pero voy a tratar de exponer algunos argumentos. En primer lugar están sus semejanzas. Los dos abandonan su domicilio y emprenden un viaje porque tienen un objetivo, una misión. Los dos quieren difundir una filosofía de la justicia y la moral (trascendental en el caso de Jesús) para ganar adeptos. Los dos actúan en senderos y aldeas, casi siempre acompañados por figuras jerárquicamente inferiores y muy fieles (Sancho en el caso del hidalgo, los apóstoles en el de Cristo). Los dos hacen referencia a otros textos previamente escritos (el Antiguo Testamento y los libros de caballerías) en los que se basan sus principios y discursos. Los dos son socialmente rechazados y reciben hostilidad y burla (“si eres Hijo de Dios, baja ahora de la cruz”) y violencia (Jesús en la cruz y el hidalgo en las constantes agresiones que padece). Los dos son tomados por locos. Jesús, desde el comienzo de sus acciones tiene que escuchar “Ese está cargado de mosto” o “Está fuera de sí”. Los dos evitan mostrar el mínimo sentido del humor o de alegría y, aunque a veces se enfadan y pueden ser agresivos (recordemos la expulsión de los mercaderes del templo), son incapaces de practicar cualquier tipo de crueldad. Los dos son buenos y generosos. Los dos son enjutos y tienen barba. En fin, si lo pensamos con lucidez no condicionada por la creencia, ¿qué otra persona o personaje histórico puede acercarse tanto a Jesús como el Quijote?


En su libro sobre el Quijote, el profesor Fernando Pérez Borbujo parece darle sentido a mi pregunta cuando sintetiza la posición de Unamuno: “Unamuno proseguirá con tiento este paralelismo para remarcar las posibles semejanzas entre el caballero don Quijote y la figura de Cristo, para que se vea que en el ideal caballeresco de la Edad Media pervive algo del espíritu cristiano consistente en una verdadera imitatio Christi, cuyo fin último era el desprecio por los bienes de este mundo o por cualquier tipo de riquezas materiales. En el cristianismo presente en el Quijote se da un escándalo para la razón” (Fernando Pérez Borbujo. Tres miradas sobre el Quijote: Unamuno, Ortega, Zambrano. Herder, 2010). También, en su artículo Metáfora y religión en el Quijote, Francisco Martí señala: “La empresa mesiánica del hidalgo está condenada al fracaso; al igual que Jesús no podía obrar milagros entre los faltos de fe, don Quijote tampoco consigue llevar a cabo sus hazañas en un mundo que lo rechaza. Por eso es tomado por loco: nadie comparte sus visiones porque nadie comparte su religión”. El paralelismo entre el nazareno y don Quijote, su eventual confluencia, dotaría al libro de algo que me parece fundamental: el modelo de la tragedia. Sin la pasión de Jesús, sin la idea del sufrimiento redentor, el Quijote podría haber derivado en una comedia que seguro hubiera reducido su grandeza. En su libro sobre el Quijote, Nabokov, el autor de Lolita, lo ve claro: “La tragedia se desgasta menos que la comedia”.


¿Podemos pensar que Cervantes quiso, sin explicitarlo, parodiar la figura de Jesús? ¿Burlarse de él indirectamente? Según Américo Castro, Daniel Eisenberg (hispanista norteamericano) y otros cervantistas, Cervantes tenía ascendencia conversa por ambas líneas familiares. Si esto fuera cierto, si Cervantes tuviera realmente un origen judío, la posibilidad de una clandestina parodia de Jesús sería una hipótesis más probable, porque habría más distancia y nula fe en el parodiado. ¿Tuvo Cervantes conciencia de esa ascendencia? ¿Conoció directamente la cultura judía? Pienso ahora en el humor judío, en su ironía punzante, en Kafka, en los grandes guionistas y directores de comedias cinematográficas. Y pienso también en la película ET de Steven Spielberg, un director judío que, en mi opinión, adaptó la figura de Cristo para crear un “extra terrestre” (como Jesús), que simpatiza con los niños (como Jesús), que muere y resucita (como Jesús), que es bueno y hace milagros de sanación (como Jesús) y que al final dice “volveré pronto”, anunciando una segunda venida (como la de Jesús). ET fue la película más taquillera de la historia. Me pregunto si parte de este colosal éxito pudo ser impulsado por el mensaje subliminal que en mi opinión lanzan Spielberg y su guionista Melissa Mathison hacia una especie de inconsciente colectivo junguiano que todos llevamos dentro con la figura universal y arquetípica de Jesús.


Leandro Rodríguez, catedrático de la Universidad de Lausana, también sostiene que Miguel de Cervantes Saavedra nació en el seno de una familia de judíos conversos, de las muchas que había en Sanabria, comarca zamorana donde existe un pueblo que se llama Cervantes que conserva “la casa del escritor" y en cuyos municipios cercanos aún es frecuente el apellido Saavedra. La presencia judía en esa comarca era muy clara y todavía hoy se conservan huellas de sus tradiciones e incluso restos de sinagogas. Según Leandro Rodríguez hay en el Quijote muchos detalles de presunta inspiración judía, como la fiesta de las tiendas, el lavatorio de pies o la dieta del “caballero de los leones”. La Mancha haría referencia al origen “manchado” de esa zona, es decir, una zona con abundancia de conversos y sin apenas “cristianos viejos”. En el Quijote hay muchas citas de la Biblia, pero sobre todo del Antiguo Testamento. A diferencia de lo que dice Sancho, Don Quijote nunca afirma que él es un cristiano viejo. En todo el Quijote sólo aparece una iglesia, y con ella “se topan” él y Sancho “de noche”. En otra ocasión dice don Quijote que la lengua hebrea es superior a la árabe. Y en el libro se atribuye la autoría de la historia de don Quijote a Cide Hamete Benengeli, un árabe. ¿Por qué hace eso Cervantes? A mí siempre me ha parecido un recurso algo caprichoso que, por otra parte, anticipa la metaficción de la novela contemporánea y posmoderna. También se ha comentado mucho la enigmática primera frase del libro: “un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme”. Ese “no quiero acordarme” es un acto voluntario, no un olvido. ¿Por qué no quiere acordarse de su lugar de origen, por ser un origen judío? Y la segunda frase del libro se refiere a lo que comía don Quijote y dice que comía “duelos y quebrantos los sábados”. Américo Castro (1966) señala que este plato (que vienen a ser huevos revueltos con tocino) recibía su nombre de los “nuevos cristianos” (judíos o musulmanes), quienes intentaban mostrar la validez de su conversión para no generar sospechas. El nombre “duelos y quebrantos” simboliza el dolor físico y moral por comer carne de cerdo.


Pero si la religiosidad de Cervantes, a pesar de estos guiños que subrayan Américo Castro y otros, no es suficientemente conocida, ¿cuál es la religión de don Quijote? Sin ninguna duda la caballería andante es la secta que él profesa y cuyo culto pretende restaurar en el mundo para beneficio de la humanidad. Creo que es muy clara su dimensión mesiánica cuando dice: “Sancho amigo, has de saber que yo nací, por querer del cielo, en esta nuestra Edad de Hierro, para resucitar en ella la de Oro”. Esta resurrección alberga algo de mandato divino. Además, al igual que Jesús, vive un tiempo de soledad y aislamiento previo a su salida al mundo y, como cualquier profeta, su principal arma es la palabra, tanto escrita y leída como hablada, una palabra que procede de un lector tan compulsivo e imaginativo que se ha vuelto loco. Que Dios nos pille confesados.


Carlos Cañeque es profesor de Ciencia Política, escritor (Premio Nadal 1997) y director de cine.


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Carlos cañeque

Profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Barcelona, escritor y director de cine

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