.
lacritica.eu

LA ESPAÑA INCONTESTABLE

El resplandor del Siglo de Oro del Sacro Imperio Romano Hispánico

Monasterio de El Escorial, centro del Imperio Español. (Foto: https://madridsensations.com/).
Ampliar
Monasterio de El Escorial, centro del Imperio Español. (Foto: https://madridsensations.com/).

LA CRÍTICA, 11 MAYO 2024

Por Íñigo Castellano Barón
Add to Flipboard Magazine. Compartir en Google Bookmarks Compartir en Meneame enviar a reddit Compartir en Yahoo
Puede extrañar el título de estas líneas en tanto que siempre se ha atribuido al IMPERIO GERMÁNICO. No pretendo por no alargar el artículo, establecer las diferencias de cuál de ellos pudiera ostentar el palmarés como sucesor del Imperio Romano, pero lo cierto es que por el tiempo en que se produjo la expansión de la España imperial que vino de antes del emperador Carlos, desde la época de los Reyes Católicos, hasta tres siglos después, podrá comprenderse la razón que titula el actual relato. Lo cierto es que tras el descubrimiento de las Indias Occidentales por España y su posterior y paulatino asentamiento al que se llamaba el Nuevo Mundo, se inició en la península ibérica una etapa de oro en las letras, en la construcción, en el comercio, etc. que, apoyados por la ya descubierta imprenta, motivó «el siglo de Oro» que fue compartido en toda Hispanoamérica con las peculiaridades propias de cada región. La Edad Moderna adornada por el denominado Renacimiento propició la cúspide del poder hispano y su hegemonía en el refinamiento de sus costumbres como en la expansión del saber en muchos campos de la ciencia gracias a la imprenta. (,,,)

...


España siguió su labor evangelizadora estimulando la civilización sobre pueblos casi “pleistocénicos”. El concepto católico y universal de la Iglesia se contrapuso a la religión de carácter anglosajón, a la Reforma luterana y al continuo asedio turco sucedido años antes tras la conquista de Constantinopla, último vestigio del Imperio bizantino. En 1453 era una Europa confusa y en cierta manera caótica. En medio de ello el papado pretendió arbitrar con mayor o menor acierto las disidencias entre dos mundos confesionales unidos por una misma fundamentación cristiana, el catolicismo y el cristianismo, y un enemigo común: el islamismo.


España y sus señoríos así en un principio llamados, posteriormente virreinatos ubicados en el Nuevo Mundo, absorbieron el arte y la ciencia que emanaban de la España peninsular y de sus reinos periféricos como Italia y Flandes. Un largo período se prolongó en el tiempo, al que los historiadores llamaron “El Siglo de Oro Español” refiriéndose al tiempo que va desde la finalización de la Reconquista en 1492, momento en que se publica la primera gramática castellana por Antonio de Nebrija hasta pasado la primera mitad del siglo XVII, tiempo en que termina con el Tratado de los Pirineos, que da fin a la Guerra de los Treinta Años entre Francia y España, preludio del final del «Siglo de Oro» que se rubrica con la muerte de Calderón de la Barca en 1681. Un tiempo que abarca desde el Renacimiento hasta el Barroco. Más de siglo y medio donde en España aparecen obras magistrales y universales como El Quijote de Cervantes, y en las tierras hispanas de América aparece Bernal Díaz del Castillo o el mestizo inca Garcilaso de la Vega con sus magnas y respectivas obras ensalzadoras de dos realidades unidas por la circunstancia del descubrimiento y posterior civilización y mestizaje, como fueron las obras de La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España y la traducción de los Diálogos de amor, de Hebreo. “El Siglo de Oro” coincide como he dicho con la expansión territorial de España, consecuencia de los derechos hereditarios de Fernando El Católico sobre Italia y de su nieto Carlos de Habsburgo por su herencia de Borgoña. España se convierte en el poder hegemónico no alcanzado desde el Imperio Romano, y durante casi doscientos años su fuerza creadora junto a la corriente humanística del Renacimiento crea la sociedad moderna dejando atrás la Edad Media.


Se iniciaron con el Renacimiento, Luis Vives, los hermanos Valdés y Francisco de Vitoria, al tiempo que nuevas ciencias experimentales emergen con fuerza, y consecuentemente otras aplicadas como: las navales, la cartografía y la minería. La literatura como el teatro son exponentes de las nuevas corrientes de géneros picarescos. Al poco, deslumbran con sus obras: el dramaturgo Lope de Vega; la narrativa de Quevedo con El Buscón; la mística de Santa Teresa de Jesús, Tirso de Molina, Góngora, Calderón de la Barca y el universal Miguel de Cervantes. Los ensayos es un nuevo estilo literario cuyo exponente más conocido es Baltasar Gracián con su obra El Criticón.


En paralelo, en un mundo que ya conforma La Hispanidad emergen otros grandes autores, algunos mencionados ya, o una sor Inés de la Cruz nacida en Méjico. Debe recordarse El Parnaso de dos mundos de los profesores José María Ferri Coll y de José Carlos Rovira acerca de la literatura de los siglos XVI y XVII donde se estudia en uno y otro sentido las obras realizadas por españoles llegados al Nuevo Mundo o por autóctonos y criollos llegados a España, cuya Corona fundió en un mismo plano de igualdad de derechos. Se analizaron obras y autores, corrientes estéticas y principios ideológicos bajo la idea de que el hallazgo de lo ajeno representa también la revisión de lo propio y a un tiempo su enriquecimiento. Se produjo una “identidad criolla” que algo margina a los indígenas, pero no de forma igual; ni siquiera a veces se presenta en términos de oposición generalizada, sino más bien inserta en la denominada “cultura hegemónica” Por supuesto el humor o la picaresca se muestran en algunos casos de manera diferente, pero no tanto, entre la literatura criolla y la hispana propiamente dicha. El conflicto de criollos y chapetones es un problema de poder político, de prestigio y de imagen. Ello forma parte de la personalidad humana de quien se cree superior a otro, o a una simple denominación que identifica a los provenientes de la península, como chapetones o gachupines. Sin embargo, paulatinamente va formándose una identidad criolla, como no podía ser de otra manera, dándose el caso curioso que la excelencia del lenguaje se produce más en el entorno criollo que en los de la propia metrópoli. Se da en consecuencia una defensa e ilustración de la hispanidad criolla como tal, según explicó el erudito argentino Juan Lavalle tras participar en la guerra entre Argentina y Brasil, en la primera mitad del siglo XIX. La literatura propiamente criolla se debate entre lo épico recordando los héroes de la Corona a la que pertenecen, como sus singularidades autóctonas con verdadera ponderación, y tras todo ello, un orgullo de pertenecer al gran mundo de la Hispanidad. El caso ya mencionado de la mejicana sor Juana Inés de la Cruz, carmelita descalza, merece especial atención: escribió diversas obras teatrales y autos sacramentales, mucha poesía como poemas liricos y cortesanos, filosóficos y comedias e incluso villancicos. Sobre sor Juana Inés de la Cruz, escribió la profesora Yolanda Martinez San Miguel de la universidad de Miami en su Departamento de lenguas Modernas y de estudios hispanoamericanos: «Aunque el poema se puede leer como un ejemplo clásico de la retórica de la humildad y la falsa modestia, lo que es interesante en este caso es la representación de Europa, y más específicamente de Madrid, donde sus libros fueron publicados, como un lugar distante que desfigura la imagen original del sujeto colonial, para producir un “retrato” en el que la voz lírica no es capaz de reconocerse […] Por medio de los deícticos, sor Juana se resiste a la idea de una continuidad cultural transparente entre la Nueva España y Europa».


El Sacro Imperio Romano Hispánico supo también lanzar sus destellos en la pintura, sobresaliendo Diego de Velázquez, Murillo, Ribera, el Greco, Zurbarán, Claudio Coello, y en sus territorios de Flandes brillarían por su talento; Juan Van der Hamen, Jan van Eyck, Pieter Brueghel el Viejo, Rubens, Van Dyck, Rembrandt y Rubens que alcanzó la mayor fama en Europa y otros que se hace imposible en este relato enumerar. Fueron Bélgica y Holanda los mayores productores de libros por tener una censura más leve. Los formatos de estos fueron cambiando con el tiempo y un comercio en primer lugar destinado a estudiantes se expandió por las clases cultas y dirigentes. El éxito en la difusión de los libros no solo se debió a su calidad literaria sino también a la influencia de sus respectivos mecenas, provocando con ello una feroz competencia, como fue entre otros el caso de la enemistad entre Lope de Vega, secretario del duque de Sessa y Quevedo, secretario del de Osuna. Aparecieron los corrales de comedias lugar de gozo, de burla y de boicoteo a las obras expuestas según fueran sus autores. Junto a todo ello en el arte aparece el arte arquitectónico como el manierismo, el plateresco, el churrigueresco y el barroco. Puede considerarse el monasterio de El Escorial como la obra cumbre del Renacimiento.


Pero el «Siglo de Oro» del Sacro Imperio Romano Hispánico tuvo igualmente su obra más álgida en los descubrimientos náuticos y en la pericia de sus navegantes. El concepto del «Siglo de Oro» fue ideado por Luis José Velázquez, marqués de Valdeflores, un erudito y anticuario del siglo XVIII quien lo utilizó por primera vez en su estudio Orígenes de la poesía castellana de 1754. Parejo a todo ese ingente contenido cultural, España mantuvo el poder hegemónico y militar en Europa y en el Nuevo Mundo y como consecuencia «la moda de lo español», sus modos, costumbres y protocolos se expandió por todo el continente como en los propios virreinatos que no eran otra cosa que señoríos o provincias de la Corona hispana. Posteriormente Francia impondría la suya. Ya iniciada la decadencia hegemónica con el declive de los Habsburgo se intentó respecto a la música crear composiciones escénicas que los italianos llevaron a cabo y a las que denominaron óperas, pero los esfuerzos por ello no dieron resultados dignos de mención. En cualquier caso España brilló como un sol que nunca se ponía y supuso para la humanidad el ejemplo que solo podríamos encontrar en el Mundo Clásico.


España siempre será uno de los mejores referentes tangibles, cuyo esplendor podrá combatirse, más nunca se podrá demostrar lo contrario.


Íñigo Castellano y Barón


Conozca a Íñigo Castellano y Barón


acceso a la página del autor


acceso a las publicaciones del autor

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios