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Gibraltar ante lo que parece el ocaso de una reclamación histórica

El Peñon de Gibraltar. (Foto: https://www.bbc.com/news/uk-politics-47087439 / Reuters).
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El Peñon de Gibraltar. (Foto: https://www.bbc.com/news/uk-politics-47087439 / Reuters).

LA CRÍTICA, 9 JUNIO 2023

Por Aurelio Fernández Diz
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Una reclamación que se apaga principalmente por falta de comparecencia y determinación política de quienes debieran plantearla. Los gobiernos que hemos conocido desde la transición a la democracia, cualquiera que haya sido su color, todos se han caracterizado, salvo alguna honrosa excepción, por su falta de voluntad a la hora de defender nuestro derecho a recuperar la colonia de Gibraltar ante una contumaz y antihistórica posición del Reino Unido (RU) que solo parece sensible a un posible cierre de la verja, pero solo por el alto coste que ello tendría, si España se viese obligada a llevarlo a cabo por cualquier justificado motivo. (...)

...

Y todo ello porque España, nuestra amada Patria, a la que muchos españoles han entregado su vida en defensa de su integridad territorial, no encuentra hoy el lugar que le corresponde en un mundo globalizado e inseguro por culpa y abandono de unos políticos que, perdidos y desorientados en su verdadera misión de defender a ultranza nuestros sagrados intereses nacionales, son capaces de implicarse en cualquier asunto, por trivial que sea, antes que defender nuestra dignidad nacional ante el mundo entero.


Porque, perdidos y desorientados demuestran estar nuestros políticos cuando ante la mismísima Asamblea General de Naciones Unidas, y en cumplimiento de sus propias resoluciones, reclaman la devolución de la colonia de Gibraltar que el RU mantiene en nuestro territorio y, al mismo tiempo, declaran, ante una perpleja audiencia, estar propiciando una zona de prosperidad compartida para que unos pocos del Campo de Gibraltar participen de las migas que caen de la mesa del festín gibraltareño.


Y, para complicarlo todo, nada menos que estamos ante la inminente firma de un acuerdo, que no un tratado, entre el RU y la Unión Europea (UE) obligado por el conocido Brexit. Ante esta situación los españoles debemos tener claro que cualquiera que sea la evolución del problema de Gibraltar este acuerdo de la UE con el RU no puede de ningún modo sustituir al vigente Tratado de Utrecht, como al parecer algunos medios gibraltareños, y a lo mejor también algunos medios españoles, interesadamente desean. Si el Tratado de Utrecht tiene que actualizarse ello debe hacerse únicamente entre el RU y España dentro de un horizonte limitado por el proceso de descolonización ordenado por las NNUU.


Porque la UE no pueda negociar en nuestro nombre si ello supone renunciar a nuestra integridad territorial, como los ingleses y los llanitos tienen al parecer la esperanza de lograr, porque ello significaría interpretar el nuevo acuerdo como un instrumento para impedir que España pueda cerrar a cal y canto la verja que los propios ingleses instalaron en 1909 y que, al parecer, aceptan ahora derribar, no sin ciertas preocupaciones.


Porque el RU, ahora mismo, no se siente atado por nada que no sea su simple voluntad y capricho. España tiene que recordarle continuamente al RU que el territorio que incluye su colonia en Gibraltar no es, precisamente por ello, territorio británico sino español, con todas sus consecuencias. España no puede ser tratada como si fuese tierra de nadie habitada por ignaros y primitivos habitantes cuyo destino no puede ser mejor, en la miope visión inglesa, que ser esclavos de un imperialismo trasnochado e improcedente y todo ello ante una nación que ha sido para el mundo, por su civilización y cultura, muy superior al propio RU que ahora pretende someterla mediante la expansión descontrolada de la superficie de su colonia en Gibraltar sin tener en cuenta los derechos de la nación colonizada.



En este punto, no debemos de olvidar hoy que la condición impuesta por el RU para dar su aprobación a nuestra entrada en la UE fue la incondicional apertura de la verja cuyo preventivo cierre por parte española tantos problemas económicos le estaban causando. Debemos recordar que la verja se cerró cuando el RU empezó a mostrar su intención de dotar a su colonia de una constitución y de una posible independencia, tutelada naturalmente por el RU en su propio beneficio. Y parece de estricta justicia, coherencia y reciprocidad que nuestros políticos reclamen la devolución de la colonia el día, probablemente no muy lejano, en el que el RU solicite su reingreso en la UE, y con el procedimiento que nuestros diplomáticos deben saber plantear con la energía y determinación necesarias si quieren defender, como es su obligación, nuestros más sagrados intereses. Aunque las dudas inunden nuestra alma. Y por justificados motivos.


Nuestro problema en Gibraltar se puede desglosar en dos partes principales:


-Un flagrante incumplimiento de lo acordado en el Tratado de Utrecht. (Algo que podría ser motivo de actualización).


- Una flagrante y progresiva invasión del territorio español en el istmo donde se construyó el aeropuerto, apropiación indebida de la mitad de las aguas de la bahía de Algeciras, definición de un mar territorial de tres millas a levante del Peñón. (Algo que podría ser motivo de “casus belli” para cualquier país europeo, RU incluido).


La conculcación permanente del Tratado de Utrecht y el afán expansionista del RU alrededor de su colonia, alimenta en los españoles una continua sensación de frustración y malestar permanente que impide una buena relación del RU con España, muy por encima de las voluntaristas palabras, e incomprensibles sonrisas, de nuestros diplomáticos cuando tratan este grave asunto con sus homólogos británicos. Con una declarada incapacidad de reclamar lo que es nuestro los políticos españoles, salvo contadas excepciones, parecen considerar que es mejor rendirse ante un problema que les parece imposible de solucionar que luchar por la integridad territorial de la nación que representan.


Debemos insistir:

  • La soberanía de derecho sobre la colonia de Gibraltar es de España.

  • La soberanía de hecho, obtenida por usurpación y mantenida mediante permanente amenaza del uso de la fuerza, es inglesa. Título que no es suficiente para que el RU conculque, a discreción, los derechos territoriales de uno de sus más importantes aliados. Esta es la misma soberanía que ejerce un país invasor sobre el invadido. Es una soberanía necesariamente limitada en el tiempo.

Porque, después de todo, lo que España se vio obligada a aceptar en Utrecht fue ceder la propiedad de un terreno, no su soberanía, como el RU interesadamente quiere hacer creer al mundo entero para justificar las injustificables medidas que adopta para perpetuar la posesión de su colonia.


Si por simple conveniencia política local abandonamos la histórica reclamación, olvidándonos del carácter militar de la colonia, estaremos desautorizando, de hecho, a las propias Naciones Unidas. Si ante la opinión pública mundial demostramos, por la fuerza de los hechos consumados, que para nosotros lo más importante es el establecimiento de una zona de prosperidad compartida, si aceptamos además que La Línea y su entorno se integren de hecho en la colonia no estaremos defendiendo nuestra integridad territorial como siempre fue la norma entre nosotros.


También parece necesario y conveniente abrir una línea de negociación con el RU, con toda la firmeza y asertividad que se puede exigir diplomáticamente en casos de extrema gravedad, para hacerle ver que su permanente conducta prepotente en contra de nuestros más sagrados intereses, fieles aliados dentro de la OTAN, es una permanente anomalía diplomática y estratégica que nunca será aceptada por España. El RU debe tener muy presente que una falta de colaboración y entendimiento con España puede conducir al cierre automático de la verja, sin que ello impida la adopción de medidas más graves si las circunstancias así lo aconsejan.


Lo más irritante para los españoles es que el RU no se limite a lo acordado estrictamente en el Tratado de Utrecht, sino que se salga completamente de lo acordado actuando como si Gibraltar fuese territorio inglés, pero sin querer reconocerlo oficialmente porque de momento al parecer no le conviene. Su concepto de soberanía de hecho le permite promulgar en la zona un mar territorial que en ningún caso le corresponde.


Entra dentro de lo natural que el RU haga lo que crea más conveniente para defender sus intereses, aunque lo hagan en contra de un aliado y en contra de toda lógica y derecho. Lo que es difícil de entender es que, por nuestra parte, no hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para defender los nuestros que se resumen en recuperar la colonia a la mayor brevedad posible. Y es esta actitud, pasiva y timorata, la verdadera causa de la permanencia en el tiempo del hecho colonial y todos los problemas de seguridad que entraña para España. Es decir, somos nosotros los verdaderos culpables de nuestros males y no tanto los “aliados”, dentro y fuera de la OTAN, que se aprovechan de ellos.


Y termino este pequeño escrito con un ruego al centro de estudios, o “think tank” conocido como Real Instituto Elcano con sede en Madrid desde el año 2001. Si una de las principales misiones de este Instituto es proporcionar sobre España análisis e información de calidad, necesariamente objetivos, me permito recomendarle que no vuelva a publicar bajo sus auspicios trabajos que insisten en la idea de que el verdadero interés de España reside precisamente en dejar de reclamar al RU la devolución de la colonia de Gibraltar y que ésta permanezca para siempre en poder del país colonizador. Si los analistas de este Instituto no encuentran escritos y propuestas que puedan plantear con la objetividad debida será mejor que se olviden de este pequeño trocito de España que llamamos Gibraltar.


Madrid, 1 de junio 2023


Aurelio Fernández Diz
Capitán de Navío (R)
Asociación Española de Militares Escritores (AEME)

Aurelio Fernández Diz

Capitán de Navío (R); Junta Directiva de la AEME; Foro de Pensamiento Naval

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