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Miguel de Unamuno: ¿detective?

Miguel de Unamuno (1864-1936). (¿Ilustración IA?: https://www.muyinteresante.com/historia/35749.html).
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Miguel de Unamuno (1864-1936). (¿Ilustración IA?: https://www.muyinteresante.com/historia/35749.html).

LA CRÍTICA, 1 ENERO 2025

Por Francisco Ansón Oliart
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Preside la entrada al principal salón de la Academia de Infantería de Toledo, un verso de Calderón, con el que termina su elogio a las fuerzas Armadas: “Que en buena o mala fortuna/ La Milicia no es más que una, religión de hombres honrados”.


Pues bien, el día 4 de agosto del pasado año 2024, el papa Francisco publicó una carta, no sólo aconsejando la lectura, sino constatando su necesidad. Ya en la primera línea señala el Papa que, aun pensando en dirigirla únicamente a los sacerdotes, comprende que se aplica su necesidad, igualmente, a cualquier cristiano y cabe añadir, a cualquier hombre o mujer. De hecho, los militares que he conocido casi todos eran lectores habituales de temas de Historia, incluidas las biografías. (...)

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Pienso que lo mejor y acertado es oír al propio Papa: “Me refiero a la importancia que tiene la lectura de novelas y poemas en el camino de la maduración personal… Puede ser que esa lectura consiga abrir en nosotros nuevos espacios de interiorización que eviten que nos encerremos en esas anómalas ideas obsesivas que nos acechan irremediablemente… A diferencia de los medios audiovisuales,… (el lector) en cierta forma reescribe la obra, la amplía con su imaginación, crea su mundo, utiliza sus habilidades, su memoria, sus sueños, su propia historia llena de dramatismo y simbolismo, y de este modo lo que resulta es una obra muy distinta de la que el autor pretendía escribir. Una obra literaria es, pues, un texto vivo y siempre fecundo,… Al leer, el lector se enriquece con lo que recibe del autor, pero esto le permite al mismo tiempo hacer brotar la riqueza de su propia persona, de modo que cada nueva obra que lee renueva y amplía su universo personal… Esto me lleva a valorar de modo muy positivo el hecho de que,… se logre abandonar la obsesión por las pantallas –y por las venenosas, superficiales y violentas noticias falsas– y se dedique tiempo a la literatura,…”.


Ya que he empezado citando a los militares, es preciso reconocer que es uno de los colectivos, salvo excepciones, más discreto y ejemplar en sus declaraciones públicas, lo que constituye un modelo de prudencia, recordando lo que decía Mark Twain, con relación a los bulos y noticias falsas: “Una mentira da media vuelta al mundo antes de que la verdad se ponga los zapatos”.


Observo que existe una diferencia entre mi tiempo y lo que dice ahora el Papa. En efecto, hace años leer novelas se calificaba como una “pérdida de tiempo”, pero ahora sólo se la entiende como un “mero entretenimiento”: “De hecho, ésta (la literatura) se considera a menudo como una forma de entretenimiento,… la atención a la literatura se considera como algo no esencial. A este respecto, quisiera afirmar que este enfoque no es bueno. Es el origen de una forma de grave empobrecimiento intelectual y espiritual… que se ven así privados de tener un acceso privilegiado al corazón de la cultura humana y más concretamente al corazón del ser humano, a través de la literatura… Con este mensaje, quisiera proponer un cambio radical acerca de la atención que debe darse a la literatura…”.


Más aún, el Papa apunta a que la lectura ayuda decisivamente a encontrar el sentido de nuestra vida. “A este respecto, me parece muy apropiado lo que dice un teólogo: «La literatura [...] surge de la persona en lo que ésta tiene de más irreductible, en su misterio [...]. Es la vida, que toma conciencia de sí misma cuando alcanza la plenitud de la expresión, apelando a todos los recursos del lenguaje». Así pues, la literatura tiene que ver, de un modo u otro, con lo que cada uno de nosotros busca en la vida, ya que entra en íntima relación con nuestra existencia concreta, con sus tensiones esenciales, sus deseos y significados… En definitiva, el corazón sigue buscando, y cada uno encuentra su propio camino en la literatura… Cada cual encontrará aquellos libros que digan algo a su propia vida y se conviertan en verdaderos compañeros de viaje…”.


Además, la lectura es un medio indispensable para conocer y vivir la cultura, los signos de nuestro tiempo, lo que facilita el diálogo, y la comprensión de lo que dicen y hacen las personas que nos rodean. “… (para quien) quiera sinceramente entrar en diálogo con la cultura de su tiempo, o simplemente con la vida de personas concretas, la literatura se hace indispensable. Con razón, el Concilio Vaticano II afirma que «la literatura y el arte [...] se proponen expresar la naturaleza propia del hombre» y «presentar claramente las miserias y las alegrías de los hombres, sus necesidades y sus capacidades». En efecto, la literatura se inspira en la cotidianidad de la vida, en sus pasiones y en sus propias experiencias, como «la acción, el trabajo, el amor, la muerte y todas las pequeñas grandes cosas que llenan la vida»…”.


El Papa añade que la lectura ayuda a la inteligencia, a la memoria, la creatividad, la imaginación, a no envejecer. “Desde un punto de vista pragmático, muchos científicos sostienen que el hábito de la lectura produce efectos muy positivos en la vida de la persona; la ayuda a adquirir un vocabulario más amplio y, por consiguiente, a desarrollar diversos aspectos de su inteligencia. También estimula la imaginación y la creatividad… Además, mejora la capacidad de concentración, reduce los niveles de deterioro cognitivo, calma el estrés y la ansiedad… Mejor aún: nos prepara para comprender y, por tanto, para afrontar las diferentes situaciones que pueden presentarse en la vida… La literatura sirve para hacer eficazmente experiencia de vida… Es necesario recuperar modos acogedores de relacionarnos con la realidad, no estratégicos ni orientados directamente a un resultado, en los que sea posible dejar aflorar el desbordamiento infinito del ser. Distancia, lentitud y libertad son rasgos de una aproximación a la realidad que encuentra en la literatura una forma de expresión no exclusiva, sino privilegiada…”.


Insiste el Papa en el medio privilegiado que es la lectura para aumentar nuestra capacidad empática para conocer las más diversas personas y situaciones, y enriquecer nuestra personalidad en todos los sentidos. “En cuanto a la forma del discurso, pasa lo siguiente: leyendo un texto literario, nos ponemos en la condición de «ver también por otros ojos», ampliando la perspectiva que expande nuestra humanidad. De este modo, se activa en nosotros el empático poder de la imaginación, que es un vehículo fundamental para esa capacidad de identificarse con el punto de vista, la condición y el sentimiento de los demás, sin la cual no existe la solidaridad ni se comparte, no hay compasión ni misericordia. Leyendo descubrimos que lo que sentimos no es sólo nuestro, es universal, y de este modo, ni siquiera la persona más abandonada se siente sola… Cuando se lee un relato, gracias a la visión del autor, cada quien imagina a su modo el llanto de una joven abandonada, la anciana cubriendo el cuerpo de su nieto dormido, la pasión de un pequeño emprendedor que trata de salir adelante a pesar de las dificultades, la humillación de quien se siente criticado por todos, el joven que sueña en una vida miserable y violenta como única salida al dolor. A medida que identificamos rastros de nuestro mundo interior en medio de esas historias, nos volvemos más sensibles frente a las experiencias de los demás, salimos de nosotros mismos para entrar en lo profundo de su interior, podemos entender un poco más sus fatigas y deseos, vemos la realidad con sus ojos y finalmente nos volvemos sus compañeros de camino. De este modo, nos sumergimos en la existencia concreta e interior del verdulero, de la prostituta, del niño que crece sin padres, de la esposa del albañil, de la viejita que aún cree que encontrará su príncipe azul. Y esto lo podemos hacer con empatía y, a veces, con tolerancia y comprensión… Y al contemplar la violencia, limitación o fragilidad de los demás tenemos la posibilidad de reflexionar mejor sobre la nuestra.”


Merece la pena terminar reproduciendo dos citas textuales que hace el Papa y que sintetizan, en gran medida, toda su carta:


Proust: “Las novelas desencadenan en nosotros, «por una hora, todas las dichas y desventuras posibles, de esas que en la vida tardaríamos muchos años en conocer unas cuantas, y las más intensas de las cuales se nos escaparían, porque la lentitud con que se producen nos impide percibirlas”.


C.S. Lewis: “Al leer buena literatura me convierto en un millar de hombres y sigo siendo yo mismo. Como el cielo nocturno del poema griego, veo con miles de ojos, pero sigo siendo yo quien ve. Entonces, como en la fe, en el amor, en la acción moral y en el conocimiento; me trasciendo a mí mismo, nunca realmente soy más yo que cuando lo hago”.


Hasta aquí, unos pocos párrafos de la extensa carta del Papa.

https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2024/08/04/240804a.html).


Pasando a la novela, considero que la burbuja de la novela negra se está acabando. Se han escrito tantos centenares de novelas policiacas y negras, tan buenas, tan bien escritas y apasionantes, que, en la actualidad, es difícil encontrar alguna que suponga una novedad, Quizá, por ello, los autores han recurrido, como novedad y originalidad, a que los protagonistas, los detectives, sean personalidades, por ejemplo, del mundo literario: Miguel de Unamuno, Gonzalo de Berceo, Félix Lope de Vega, …


La presente novela de Luis García Jambrina, titulada El primer caso de Unamuno, demuestra, por parte de su autor un conocimiento admirable de este personaje, al punto que cuando habla, al principio, de él, es tan realista que cuesta creerle cuando pasa a tratarlo de detective, si bien, a lo largo de la novela Unamuno se hace tan completamente creíble como detective, sin perder su personalidad compleja, su manera de ser intelectual, literaria, afectiva, que el lector queda convencido de que D. Miguel, en su vida real, hubiera solucionado el caso exactamente como lo hace en la novela.


Luis, explica por qué D. Miguel se ocupa del caso que compromete y pone en peligro su tranquilidad e incluso su vida y la de su familia. Un lema de la vida de Unamuno es la de Veritas prius pace, La verdad antes que la comodidad y así lo cumple: “Unamuno se preguntó cómo sería vivir así: con los ojos cerrados y la mente adormecida, sin el acicate de la duda ni el aguijón de la conciencia ni el mordisco del remordimiento”. (p.42)


Es frecuente en la novela negra, que el protagonista no dé razón suficiente del motivo por el que está dispuesto a ser secuestrado, herido, torturado o muerto. Luis explicita, con gran acierto, la posición cambiante, casi angustiosa, de Unamuno con relación a la existencia de Dios, capaz de proporcionarle el sentido de la vida y el fundamento de su existencia y de lo que hace y el porqué lo hace. He aquí, algunas pocas frases de la cuestión que más le preocupó en su vida: “Condúcete como si creyeras y acabarás creyendo. Al rezar reconozco con el corazón a mi Dios, con mi razón niego” (p.119)… Cuando acabó el siglo pasado, muchas cosas entraron en crisis. Yo abandoné mis ideas socialistas y mi fe en el progreso material y científico y, desde entonces, estoy buscando algo que no sé qué es, y no me refiero a Dios, aunque es muy posible que sea Él el único que puede garantizar la existencia de eso que anhelo”. (p.227)… me he pasado media vida intentando buscar razones para justificar”. (p.251).


El primer caso de Unamuno, tiene mucho, pero mucho, de novela histórica; proporciona un conocimiento propio de este saber de la Salamanca de 1905. E incluso, lo que pasó y se vivió entonces, puede tener relación con lo que estamos viviendo ahora; “Ahí está el origen de la hoy llamada “España vaciada”, que habría que llamar más bien la “España desahuciada”. (p.258).


Y algo sorprendente en D. Miguel de Unamuno y en aquel tiempo, en el que el prototipo del detective era Sherlock Holmes, que con su inteligencia resolvía los casos más difíciles. Pues bien, Unamuno llega al convencimiento de que los misterios humanos no se pueden resolver únicamente con la inteligencia, sino que hace falta la afectividad, la empatía, para conocer todas las motivaciones, ambiciones, ira, celos, venganza, ambición, riqueza, dolencias psíquicas, envidia, e incluso pulsiones altruistas, que pueden llevar a cometer un delito: “La lógica nos esclaviza. Una verdadera inteligencia es aquella que también tiene en cuenta otras cosas, como los sentimientos y las emociones, por muy irracionales que sean a veces, o la intuición y la imaginación, que tantas veces subestimamos”. (p.250).


Con relación a la insuficiencia de la inteligencia para conocer a los hombres, merece la pena terminar con una referencia a la milicia. Constató, el gran conocedor de la empresa y de los llamados “Recursos Humanos”, Harold Greenen: “En el fondo, para dirigir una empresa, no basta con barajar números, remodelar el organigrama ni aplicar las últimas fórmulas de la Escuela de Administración de Empresas. En los negocios, lo que se dirige son personas”. Este es el caso de los ejércitos, los mandos tratan y dirigen hombres, personas, y saben que, si bien, los conocimientos de estrategia, tácticas, etcétera, son importantes, si algo aprendí en mi servicio militar, es que a la hora de la verdad, de la intervención armada, lo que más importa, quizás, es la moral de la tropa.


Francisco Ansón



Poema a los Tercios Españoles de Pedro Calderón de la Barca


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Francisco Ansón Oliart

Investigador y escritor; licenciado y doctor en Derecho (Universidad Complutense de Madrid); doctor of Philosophy and Psychology (K-University, California); licenciado en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid); doctor en Ciencias de la Comunicación (Universidad Camilo José de Cela)

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