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Detalle de una iluminación de la Biblia de Maciejowski o Biblia de los Cruzados, representando un asedio frustrado en el Antiguo Testamento. Fuente: Wikimedia Commons.
Esta situación llevó a Fernando IV a acercarse a Aragón, y como resultado de estas negociaciones, ambos monarcas decidieron firmar un Tratado. La sede para la firma de dicho acuerdo fue el palacio de los arzobispos de Toledo en Alcalá de Henares, el 19 de diciembre de 1308 y por dicho tratado, los reinos de Castilla y Aragón se comprometieron a coordinar el proceso de reconquista de la España musulmana, estableciendo condiciones de conquista, límites territoriales y estrategias conjuntas. Pero lo más importante fue que se definió el poder musulmán como el enemigo común y la primera prioridad para todos los reinos cristianos de la península. Esa fue la importancia del Tratado de Alcalá. Tener claro quién era el único enemigo a batir, con independencia de las múltiples diferencias que existiesen entre ellos y el tiempo que se tardase en conseguirlo.
El Tratado obligaba a los dos reinos a conquistar el reino musulmán de Granada y se fijó la fecha para comenzar esa larga campaña el 24 de junio del año siguiente. El acuerdo contemplaba no firmar nunca una paz por separado con el emir Muhammad III. En el ámbito naval, para la conquista del reino granadino, Aragón aportaba una flota de 10 galeras y 5 leños [3], y los castellanos 3 leños. También por el tratado los firmantes se repartían los dominios islámicos de la Península, y así, asignaba a Aragón una sexta parte del territorio nazarí, lo que suscitó protestas de una parte de la nobleza castellana, y en concreto, el reino de Almería, a excepción de las plazas que habían pertenecido anteriormente a Castilla y León: Quesada, Alcaudete o Bedmar. Esto suponía que la extensión del reino de Aragón fuese la más grande hasta entonces conocida. Los castellanos tomarían las plazas de Gibraltar y Algeciras y los aragoneses la de Almería. Este ataque cristiano en forma de pinza obligaría a los granadinos a guerrear en dos frentes y a dividir sus fuerzas [4]. El arzobispo de Toledo y el obispo de Valencia serían los árbitros ante cualquier discrepancia.
“Fernando IV de Castilla”, obra de 1894, Autor: José María Rodríguez de Losada, (1826-1896). Wikimedia Commons.
Para lograr la condición de cruzada en esta guerra, los embajadores de los reyes españoles visitaron al Papa Clemente V en la Corte de Aviñón. La diplomacia de ambos reinos consiguió de alguna manera lo que hoy se consideraría la internacionalización del conflicto al lograr que el papa Clemente V, mediante la bula Indesinentis cure (24 de abril de 1309), otorgara el estatuto de cruzada para la guerra contra los musulmanes en la península ibérica [5]. Los embajadores ante el papa también consiguieron la dispensa para que se pudiera celebrar la boda entre Jaime de Aragón, hijo y heredero de Jaime II de Aragón y Leonor de Castilla, hija y heredera de Fernando IV. El matrimonio nunca se celebró porque el infante dejó plantada a su esposa en el altar tras huir a caballo. Si bien Leonor se casó después con el nuevo heredero aragonés Alfonso IV [6].
El Tratado del Alcalá puede parecer asumible con ojos de hoy, pero en su época no lo era en absoluto. Fue un esfuerzo ímprobo, para vencer las muchas diferencias que separaban los intereses de ambos reinos. Los reinos cristianos de la península no actuaban como naciones, sino como entes, que tenían a su vez otras unidades más pequeñas, los señoríos, y el cristiano más cercano podía ser tan enemigo como el moro adyacente. Además, el reino nazarí de Granada tenía por costumbre pagar a moros o cristianos para poder mantener sus fronteras.
Con ese escenario, las preocupaciones de los monarcas castellano y aragonés eran tres: mantener buenas relaciones con los reinos cristianos vecinos; tener recursos y fortalezas para frenar la amenaza musulmana, y mantener a raya a los nobles, no siempre leales y pendientes sólo de mantener su poder y riqueza. El Tratado de Alcalá se puede enmarcar en la primera prioridad, esto es, mantener buena vecindad entre los reinos cristianos. Más complicado fue controlar las ambiciones de los nobles, particularmente en Castilla. Pero, además de estos problemas internos, se percibía otra grave amenaza: el aumento de poder del reino de Granada por su alianza con los benimerines de Marruecos, que habían conseguido tomar Algeciras y Gibraltar; por tanto, había que arrebatar a los nazaríes granadinos esas posesiones y romper la alianza de tan peligrosos adversarios, peninsulares y del otro lado del estrecho, aunque todos eran originarios de allí. El fruto directo del tratado de Alcalá fue la campaña de Algeciras en 1309. Las armas castellanas y aragonesas lograron conquistar Gibraltar, pero no pudieron tomar Algeciras porque durante el asedio, el infante don Juan Manuel, el autor de El conde Lucanor, por rencillas con el rey de Castilla, abandonó la lucha. Habría que esperar casí un siglo hasta que cayese el Reino de Granada. Controlar las ambiciones nobiliarias, resultó ser más difícil que derrotar a los adversarios foráneos [7]. Pero el Tratado de Alcalá supuso el primer paso.
Retrato imaginario del rey Jaime II de Aragón (1267-1327), Manuel Aguirre y Monsalbe (1822-1856). Public Domain.
Con independencia de ese mal milenario español de la lucha de todos contra todos, el Tratado de Alcalá, como anteriormente la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, son claros ejemplos de que España, como nación, si sobrevive, es gracias a que en momentos determinados de su historia las fuerzas imperantes en esos determinados momentos, fueron capaces de hacer surgir líderes que lograron acuerdos, de mínimos pero acuerdos, para definir algo muy importante: quién era el adversario principal y el objetivo único de las distintas entidades políticas que había en la península. Y ese objetivo, una vez definido, fue cuestión de tiempo que se consiguiese.
Hoy en día la situación es igual de peligrosa que hace siete siglos, con la diferencia de que ese adversario no está al otro lado del Estrecho ni lleva turbante. Hoy en día está en la península y ostenta el poder. Y en ambos casos, el objetivo de estos adversarios separados por casi ocho siglos es el mismo. Hacer desaparecer la nación española, tal como hoy la conocemos. Y por ello requiere una solución igual que hace 700 años. La unión indubitable de todos los entes políticos contrarios al adversario común, con independencia de las muchas reticencias que puedan tener esos componentes que no están con el actual gobierno y, al igual que antaño, conseguido ese acuerdo, no firmar la paz por separado hasta la expulsión de ese conglomerado que intenta que desaparezca una nación, una sociedad, unas instituciones y que pretende acabar con el prestigio de esta nación llamada España y dar al traste con una historia brillante, de siglos, que un día dominó el mundo conocido y cuya cultura y carácter, expandida por todo el orbe, es única y singular.
Juan Ángel López Díaz
Coronel de Infantería de Marina (R)
Miembro de AEME
[1] Crónica de Fernando IV, Biblioteca de Autores Españoles, pp. 93-97, 100-103. Citado en MEIJUEIRO LLORENS, J. 1309. Crónica de una cruzada hispánica. Desperta Ferro, 2021.
[2] O´CALLAGHAN, Joseph. F; The Gibraltar Crusade. Castile and the Battle for the Strait, University of Pennsylvannia, Philadelphia, 2011 .pp.621-622. Citado en MEIJUEIRO LLORENS, J. 1309. Crónica de una cruzada hispánica. Desperta Ferro, 2021.
[3] Se llamó leño a una embarcación usada en España en la Edad Media. Hubo algunos que tenían hasta cuarenta remos. Jaime I de Aragón armó uno con ochenta. En el tit. 23, part. 2ª de Alfonso X el Sabio está nombrado el leño después de las naos, galeras y fustas.
[4] Pues cierto es que, el rey de Castilla, çercando de la su parte e nos de la nuestra, poco pueden los moros enpeçar ni enbargar a vos ni a nos, lo que podrían si nos fincassemos en cerca e vosotros no y fincassedes, MASIÀ DE ROS, A; Relación castellano-aragonesa desde Jaime II a Pedro el Ceremonioso. 2 vols. CSIC, Barcelona, 1994.pp. 234-235. Citado en MEIJUEIRO LLORENS, J. 1309. Crónica de una cruzada hispánica. Desperta Ferro, 2021.
[5] GONZÁLEZ MÍNGUEZ, Fernando IV de Castilla y la guerra contra los moros: la conquista de Gibraltar (1309). Medievalismo, 19 (2009), pp. 171-197. pp. 180-181. Citado en MEIJUEIRO LLORENS, J. 1309. Crónica de una cruzada hispánica. Desperta Ferro, 2021.
[6] El objetivo último de la coalición cristiana no era nada más y nada menos que la total expulsión del islam del suelo peninsular per sacar de España los descreyentes de la fé católica qui estan en desonrra de Dios et á grand daño et peligro de toda la Xristiandat. BENAVIDES, Memorias de Fernando IV de Castilla. 2 vols. José Rodríguez, Madrid, 1869.pp. 621-622. Citado en MEIJUEIRO LLORENS, J. 1309. Crónica de una cruzada hispánica. Desperta Ferro, 2021.
[7] 19 de diciembre de 1308. Tratado de Alcalá: señalar al enemigo, Esparza, J. J.; Rebelión en la Granja; 19-12-2023.
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