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Teoría y Crítica de la Partitocracia (1): Partidismo y “Partisanismo”

Maximilien Robespierre. (Ilustración: https://www.elindependiente.com/).
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Maximilien Robespierre. (Ilustración: https://www.elindependiente.com/).

LA CRÍTICA, 9 JUNIO 2025

Por Manuel Pastor Martínez
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Propongo al paciente lector tres líneas de reflexión, tres momentos de un proceso, sobre los que eventualmente, como hipótesis, se podría construir una teoría y la consiguiente crítica de la partitocracia, verdadero cáncer de las democracias en nuestro tiempo histórico. Con una intención didáctica y divulgadora, como proposiciones de sentido común y evitando jergas técnicas, tales líneas o momentos serían:

  1. Partidismo y “Partisanismo”.
  2. Autocracia vs. Democracia.
  3. Triunfo de la Partitocracia. (...

...

Partidismo y “Partisanismo” (del multipartidismo al unipartidismo).

Maximilien Francoise Marie Isidore de Robespierre (1758-1794) probablemente sea el personaje histórico anterior a Vladimir Ilych Ulianov Lenin (1870-1924) que dramáticamente personificó mejor la pasión/pulsión partitocrática en la política moderna. No por casualidad Lenin comentó elogiosamente en cierta ocasión que Robespierre fue “el primer bolchevique”, no tanto por sus ideas económicas -que eran más bien moderadas, de tipo “socialdemocracia” burguesa- sino por su obsesión jacobinista, esencialmente partitocrática.

Aparte de una larga lista de biógrafos -críticos o hagiográficos- desde el siglo XIX (Croker, Hamel, Belloc, Mathiez, Jacob, Walter, Bouloiseau, Carr, Hampson, Matrat, Rudé…) existen ya importantes biografías académicas sobre el personaje: Thompson (1939, 1970, 1986), Gallo (1984), Jordan (1985), Walter (1989), Ehrard (1996), Hardman (1999), Artarit (2003), Dingli (2004), Haydon (2006), Scurr (2006), McPhee (2015)… junto a los capítulos y referencias pertinentes en los numerosos estudios generales y monográficos sobre la Revolución francesa.

Una de las últimas biografías, excelentemente documentada y pulida, la debida a la historiadora británica Ruth Scurr, Fatal Purity: Robespierre and the French Revolution (New York, 2006) nos proporciona una guía adecuada para el estudio de los orígenes del fenómeno.

Robespierre el “Incorruptible” (pero defensor del Terror, máxima corrupción política), irónicamente autor del diario El Defensor de la Constitución (título coincidente con el de una famosa obra de Carl Schmitt durante la República de Weimar), en realidad corruptor y defensor del Club (Partido) Jacobino, traidor contra la Constitución de la Monarquía constitucional (1791) que inicialmente apoyara, y después abandonará en favor de las tres Rs: la República, el Regicidio, y la Revolución.

Curiosamente los Jacobinos y su crítico conservador británico Edmund Burke coincidían en la doctrina moderna de la representación política. Burke había escrito: “Eliges por Bristol a un miembro del Parlamento, pero cuando lo has elegido ya no es miembro de Bristol sino que es miembro del Parlamento nacional” (Carta a los Sheriffs de Bristol, 1777). Y el apologeta jacobino, admirador incondicional de Robespierre, Louis Antoine Léon de Saint-Just, defendía asimismo la “representación nacional” (incluso “universal”), rechazando el mero mandato territorial provincial o la representación de intereses particulares: “Monsieur, no le conozco pero Usted es un gran hombre. Usted no es meramente el diputado de una provincia, Usted es el diputado de la República y de la Humanidad” (Carta a Robespierre, 1790).

Pero en ambos casos no mencionan y olvidan o evitan conscientemente considerar el “mandato partidista”, base de la partitocracia. No obstante, Burke defendió la democracia parlamentaria y liberal en el Reino Unido y en la versión distinta republicana de los Estados Unidos independientes, basada en el pluralismo multipartidista, criticando la Revolución en Francia, el jacobinismo y el consiguiente Terror de un sistema orientado hacia el unipartidismo, el estatismo y la “voluntad general” (consecuencia del gran contraste entre el liberalismo “anglicano” anglo-americano, de raíces Whig y el liberalismo “galicano” francés, de influencias roussonianas).

Lo que en Robespierre fue una intuición de su voluntad de poder para Lenin será un axioma científico. La teoría leninista de la organización partidista expuesta sumariamente por el trotskista Ernest Mandel (La teoría leninista de la organización, Méjico DF, 1974) a partir del panfleto del líder bolchevique Qué Hacer (1903), resume brutalmente la esencia de la partitocracia.

Es significativo que el autor sea un notorio trotskista, ya que el propio Trotsky había sido el primer crítico célebre del panfleto leninista con su tesis del “sustitucionismo” en la organización partidista, tesis que más tarde reconsideraría y abandonaría desde 1917, cuando renunció al menchevismo en favor del bolchevismo.

Las obras académicas sobre Lenin comparativamente son menos numerosas que en el caso de Robespierre. La gran mayoría de la por otra parte inmensa literatura leninista -a favor o en contra- es hagiográfica y propagandística. Entre las biografías con valor histórico, aunque no siempre neutrales, desde la primera y clásica como referencia de Valeriu Marcu (1924/1927) y el análisis marxista de su pensamiento por Georg Lukács (1924), destacan las de Fischer (1964), Payne (1964), Shub (1966), Lewin (1969), Liebman (1973), Service (1985, 1991, 1995, 2000), Cliff (1986), Rice (1990), Hill (1993), Volkogonov (1994), Pipes (1996), White (2001), Lee (2003), Theen (2004), Read (2005), Lih (2011), Sebestyen (2017) …

La obra de Victor Sebestyen, Lenin. The Man, the Dictator, and the Master of Terror (New York, 2017), casi dos décadas después de la última de Robert Service, es la mejor guía biográfica sobre el líder bolchevique.

La vocación unipartidista del modelo Lenin se manifestaría inmediatamente en la práctica tras el golpe de Estado de Octubre de 1917, eliminando o neutralizando a todos los partidos competidores. Durante las negociaciones con Alemania en Brest-Litovsk (1918), en sus instrucciones a los participantes soviéticos (entre ellos Trotsky) Lenin dejó bien claro que en el dualismo Partido/Estado, representado éste por el parlamento y el gobierno soviéticos, lo decisivo era el Partido (véase la imprescindible obra de J. W. Wheeler-Bennett, Brest-Litovsk: The Forgotten Peace, March 1918, London 1938).

En los albores del siglo XVIII, cuando se inventan los partidos políticos modernos, el poeta y ensayista visionario Alexander Pope ya advirtió: “Los partidos son la locura de muchos para el beneficio de unos pocos”. Tal desconfianza hacia el espíritu de partido o de facción se percibe en el pensamiento ilustrado escocés (D. Hume, A. Smith…) y americano (A. Hamilton, J. Madison…), pero no tanto en el pensamiento francés y europeo continental. “Partisan” en inglés es equivalente a “partidario”, pero en otras lenguas (francesa, española, italiana, alemana…) tendrá otra connotación, junto a las guerrillas en los siglos XIX y XX, que vincula el “Partisanismo” a la guerra revolucionaria (especialmente del comunismo), forma radical de partidismo militante y militar –“una inevitable forma de lucha”, dirá Lenin- que llevará a Carl Schmitt a postular una Teoría del Partisano, basada en dos conferencias en España (1962), y publicada como libro en Berlin (1963), y en Madrid (1966).

Manuel Pastor Martínez


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Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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