Acercándonos ya a los 200 años de la publicación del primer volumen del famosísimo libro de Alexis de Tocqueville (De la démocratie en Amérique, Librairie de Charles Gosselin, Paris, 1835) es pertinente e interesante una reflexión sobre la situación actual de la democracia en América (del Norte y del Sur), que aquí solo propongo como invitación e incitación para un debate más amplio y profundo. (...)
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La pasión liberal del noble pensador francés –más en sintonía con la concepción anglicana que con la galicana de la Libertad– es muy probable que se fijase hoy en los dos modelos de democracias liberales más “libertarias” (es decir, tendencialmente más anti-colectivistas y anti-estatistas) en el Nuevo Mundo que postulan Donald Trump en EEUU durante la última década, y Javier Milei en Argentina más recientemente. Dos naciones con culturas políticas muy distintas pero ahora convergentes (una anglo-americana, otra hispano-americana), representando a dos movimientos populares o populistas anti-partitocracia y anti-casta o anti-Establishment con sus lemas respectivos, en inglés y en español: “Make America Great Again” y “¡Viva la Libertad, carajo!”.
De hecho se ha producido una cierta convergencia entre ambos casos, y “El Loco” suramericano ha asumido también un segundo lema, originalmente reaganiano (y sugerido –permítaseme una leve ironía– por “El Reo” norteamericano) dadas ciertas similaridades entre ellos de talante y estilo políticos: “Make Argentina Great Again” (acabo de leer que Viktor Orban, primer ministro de Hungría y crítico de la casta partitocrática europea, propone también la conveniencia del eslogan “Make Europa Great Again”).
No es casualidad que el semanario del Establishment estadounidense TIME haya dedicado dos portadas consecutivas, con sus respectivos ensayos de fondo, a Trump (If He Wins, by Eric Cortellessa, TIME, May 27, 2024) y a Milei (The Radical. How Javier Milei is Shocking the World, by Vera Bergengruen, TIME, June 10, 2024).
Claramente TIME presenta a Trump y Milei como anti-modelos del ideal democrático Woke-DEI que el progresismo izquierdista intenta imponer en EEUU y en toda América (con la supuesta complacencia de la Europa occidental y los socialistas de todos los partidos, como diría F. A. Hayek).
Trump y Milei, cada uno en su estilo personal, son los adalides más radicales hoy de una democracia en América liberal/libertaria antiestatista, que tiene su genealogía en un rechazo del colectivismo/socialismo y cuya semilla política reside en la partitocracia (en la estela de Ostrogorsky y Michels es pertinente una ley de hierro de la partitocracia cuyo resultado final es el colectivismo estatista o socialismo de todos los partidos, como insinuaría Hayek).
La Constitución estadounidense, pese a la reciente deriva partitocrática del Partido Demócrata con Obama y Biden, ha facilitado la reacción del Tea Party y del Trumpismo, al no mencionar los partidos políticos en su texto. La Constitución argentina de 1853, inspirada en la estadounidense pero sometida a varias reformas (la última en la Convención de Santa Fe de 1994), posiblemente por influencia europea o española incluyó la mención de los partidos políticos (artículo 38), en una sociedad ya lastrada y contaminada por el estatismo peronista.
Tocqueville lo intuyó en su gran obra y en los Recuerdos (Souvenirs de la revolución de 1848) donde por primera vez reflexionó sobre el carácter del socialismo (Segunda parte, Capítulo II) emanados de la partitocracia y el terror estatista jacobinos.
Trump nos lo recuerda reiteradamente en sus últimos discursos contra el progresismo, socialismo, comunismo y fascismo. Y Milei nos lo ha advertido con toda claridad durante su visita a la Comunidad de Madrid el pasado 22 de Junio: “No dejen que el socialismo les arruine la vida”.
Manuel Pastor Martínez
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