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De acuerdo con el informe del Indice Global de Paz 2025, actualmente hay en el mundo 56 conflictos activos, la mayor cantidad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y menos conflictos que se resuelven, ya sea militarmente o mediante acuerdos de paz. El número de conflictos que terminaron en una victoria decisiva se redujo del 49% en la década de 1970 al 9% en la década de 2010, mientras que los conflictos que terminaron mediante acuerdos de paz cayeron del 23% al 4% durante el mismo periodo. Es decir, estamos inmersos en una época de alta conflictividad con enormes dificultades para alcanzar la paz.
De dichos conflictos, hay tres que repercuten peligrosamente en la seguridad y estabilidad global. Son aquellos situados en los grandes dilemas geopolíticos [1] (GDG,s). El primero es la guerra en Ucrania que afecta al GDG del intermarium, ubicado entre el mar Báltico y el mar Negro; el segundo es el conflicto palestino-israelí con sus derivadas regionales que afectan al CDG de Oriente Medio; y el tercero es el potencial conflicto entre China y Taiwán que afecta al CDG del Este de Asia.
Centrándonos en el primer conflicto, la guerra en Ucrania, no solamente está ocasionando un gran número de víctimas por ambos lados, sino que, fundamentalmente, no se ve su fin en un próximo futuro ya que las posibles negociaciones de paz, que debieran de producirse después de un alto el fuego, no se vislumbra que se produzcan a corto plazo, tomando como apoyatura las diferentes y radicales posturas que plantean los dos bandos como base de partida. No queda ninguna duda de que esta guerra repercute directamente en la seguridad y estabilidad en Europa.
La declaración conjunta efectuada en Kiev, el pasado día 10, por los lideres europeos del Reino Unido, Starmer, de Francia, Macron, de Polonia, Tusk, y de Alemania, Merz, junto con el presidente de Ucrania, Zelensky, reiteró su respaldo a los llamamientos del presidente Trump para un acuerdo de paz, con una tregua de 30 días, al mismo tiempo que otro llamamiento a Rusia para que deje de obstruir los esfuerzos para garantizar una paz duradera. La respuesta del Kremlin fue proponer una reunión entre Rusia y Ucrania, en Estambul, el 15 de mayo, pero sin aceptar la tregua. Por cierto, el plazo que habían dado a Putin los líderes europeos, para que aceptase un alto el fuego bajo la amenaza de nuevas sanciones por parte de la UE, se ha quedado en nada.
Sin embargo, la presencia de Putin en Estambul no está nada clara ya que el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, ha puesto en duda la presencia del presidente ruso en dichas conversaciones. Aunque Zelensky ha repetido varias veces que quiere verse cara a cara con Putin, lo cierto es que no hay nada seguro.
Un objetivo clave para Putin consiste en que, en las condiciones actuales, aún no le interesa declarar el alto el fuego, toda vez que mientras Occidente continúe apoyando militarmente a Ucrania, de manera ambigua y con lentitud, la prolongación de la guerra en la que Rusia está avanzando, aunque sea lentamente, y conquistando cada vez más territorio ucraniano, es muy beneficioso para Moscú.
El escenario más probable es que Putin no acuda a Estambul ante el órdago que le ha presentado Zelensky al contestar a su oferta de reunión el 15 de mayo. Desde el punto de vista ruso hay, al menos, tres argumentos para no acudir. El primero es que la Reunión no está preparada para firmar ningún acuerdo ya que ni siquiera hay un documento básico de partida para empezar las conversaciones. La normal, en estos casos, es que los líderes de ambos bandos asistan a estas reuniones cuando sus delegaciones han preparado todos los puntos del tratado o acuerdo correspondiente y ellos solamente acuden para firmar.
El segundo argumento para no asistir se apoya en que Putin, que siempre ha reconocido que Ucrania es Rusia, no quiere poner en bandeja a Kiev, la guinda de que, si acude a la Reunión, el mundo internacional pueda pensar que Moscú reconoce a Ucrania como un país plenamente independiente e integrado en el sistema estatal mundial, con todas las atribuciones y prerrogativas que supone ser un miembro de pleno derecho de Naciones Unidas. A esto se añade su desazón con la presencia en Estambul del Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio.
Por último, un tercer argumento tiene su fundamento en la fortaleza que en este momento dispone Rusia a la hora de enfocar las negociones para lograr un acuerdo de paz frente a la debilidad que presenta Occidente con la falta de unidad ante la guerra de Ucrania, su fragmentación política que debilita fuertemente la acción colectiva, así como su lentitud en la toma de decisiones junto con el largo tiempo que se necesita para la ejecución de tales decisiones.
Por el contrario, si no asiste a la Reunión en Estambul, su resultado no le afecta directamente, puesto que, aunque las delegaciones de ambos países no alcancen un acuerdo definitivo, que razonablemente será lo que ocurra, siempre queda él como máxima autoridad nacional para mejorar o modificar adecuadamente, en su caso, lo negociado en las conversaciones de Estambul y así ganar tiempo para continuar con la actual situación de la guerra que le favorece.
En definitiva, con una gran probabilidad, Putin no estará en Estambul. Con independencia del éxito o el fracaso de estas negociaciones, ninguna de las dos partes será señalada por Estados Unidos como culpable de no querer la paz. Esta actitud del Kremlin oponiéndose a las propuestas de entablar unas negociaciones de paz que le han hecho tanto los Estados Unidos como la UE, demuestra la posición de fuerza en la que ahora se haya Putin, habiéndose hecho dueño y señor del calendario y de las condiciones de las previstas negociaciones de paz en la guerra en Ucrania.
Esta situación coloca e Europa en una encrucijada de difícil control y gobernanza.
GD (R) Jesús Argumosa
[1] Se entiende como gran dilema geopolítico a “un conflicto o potencial conflicto existente en una zona o área estratégica regional, cuya solución o destino definitivo tiene una fuerte repercusión en la arquitectura de seguridad internacional, capaz de influir poderosamente en la nueva era geopolítica que se avecina”
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