Celebramos hoy 8 de setiembre el centenario del desembarco de Alhucemas que en aquel momento -1925- fue la gran operación del Ejército en muchos años. El célebre desembarco que constituyó el principio del fin, o, como dice Muñoz Bolaños, “el fin del principio” de las campañas de Marruecos. El reciente libro de Roberto Muñoz Bolaños, Alhucemas 1925: el desembarco que decidió la guerra de Marruecos (Desperta Ferro, 2025) fruto de una investigación rigurosa y de una revisión historiográfica nos aporta en sus 372 páginas novedades importantes a las que me referiré especialmente. (...)
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Antes diré que su autor es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid, profesor en varias universidades madrileñas y especialista en historia militar. El desembarco de Alhucemas, que decidió la guerra de Marruecos ha sido objeto de diferentes estudios, algunos de los cuales cuasi contemporáneos a los hechos, la obra de Muñoz Bolaños recoge un conjunto de procesos hasta ahora no explicados en la historiografía española que la convierten en realmente novedosa.
El primero, que la idea de realizar un desembarco en esta bahía no surgió en 1911 como tradicionalmente se ha afirmado, sino en la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con el inicio de la expansión imperial de las naciones occidentales. El ejército español, convencido de la necesidad de potenciar el patriotismo y de no quedarse atrás en esta dinámica, comenzó a defender la necesidad de colonizar Marruecos, ya que, por tradición histórica y cercanía geográfica, constituía el territorial ideal sobre el que construir un nuevo imperio. En esta dinámica es donde deben situarse los trabajos de la comisión Buceta en 1855, cuyo objetivo fue realizar un profundo estudio de la costa mediterránea del país norteafricano con vistas a realizar operaciones anfibias en la misma, y el proyecto de desembarco en Alhucemas elaborado por el entonces comandante Francisco Martín Arrué en 1890. Esta operación no solo proporcionaría a España una posición de poder en Marruecos, sino que facilitaría el control del Mediterráneo occidental y la defensa de las Baleares. Esta tesis es una de las más importantes del libro. El proyecto de desembarco se recuperaría en el siglo XX cuando la guerra de Marruecos se convirtió en un problema endémico, aunque no con los grandes objetivos de la centuria anterior, sino con la finalidad de poner fin a la rebelión de los Beni Urriaguel, la cabila más belicosa del Rif, cuyo territorio englobaba parte de esa bahía, y poner fin así al conflicto marroquí. Por diferentes razones que explica Muñoz Bolaños, el asalto anfibio sobre Alhucemas no se puso en marcha en 1925.
El segundo, que el desembarco de Alhucemas no es una operación en sí misma, sino una fase dentro de una operación mayor denominada asalto anfibio. Sin embargo, tradicionalmente se ha considerado como una acción en sí misma, estableciéndose una relación directa entre su éxito y el final de las campañas marroquíes, base sobre la que se ha construido su imagen legendaria. Según nuestro autor, ninguna de las dos ideas es correcta, ya que el final del conflicto en el país norteafricano fue consecuencia de un complejo proceso poliédrico en el que la operación sobre Alhucemas fue una de las causas que lo hicieron posible, pero no la única.
El tercero, que el origen de la rebelión de Abd-el-Krim y el surgimiento de la República del Rif, que fue consecuencia de una doble dinámica. Por un lado, el “momento comunista” o “primera crisis general del capitalismo”, según los autores marxistas, cuyo origen se sitúa en la Revolución rusa de octubre de 1917, y, por otro, el “momento wilsoniano”, tras el final de la Primera Guerra Mundial, y vinculado con el derecho de autodeterminación defendido por el presidente de los Estados Unidos Thomas Woodrow Wilson, que abrió una ventana de oportunidad para el auge de los movimientos anticoloniales en Asia y África, entre los que se sitúa el rifeño entre otros.
El cuarto, consecuencia del anterior, que el triunfo final en la contienda marroquí fue también consecuencia del surgimiento de un nuevo ejército en Marruecos, formado por unidades profesionales como los regulares, el Tercio, la mehal-las, las harkas, y de un grupo de militares, los africanistas, especialistas en la guerra en ese territorio. Estos elementos no son exclusivos de España. Sin embargo, los especialistas en este conflicto los han considerado excepcional en el panorama bélico internacional, cuya manifestación más acusada lo constituyeron precisamente los africanistas, un grupo de militares a los que se considera diferentes de los oficiales del resto de los Ejércitos occidentales.
Estas cuatro dinámicas definen una obra que proporcionan una nueva visión no solo del desembarco de Alhucemas, sino también de las campañas de Marruecos, constituyendo por tanto una aportación fundamental para el conocimiento de la reciente historia de España.
No se entiende -o, mejor, si se entiende- el “olvido” que sufre este hecho en “la oficialidad” de nuestro gobierno actual porque, guste o no, los nombres propios que lo protagonizan son el general San Jurjo, Miguel Primo de Rivera, Francisco Franco… Pero no debemos ni tergiversar ni ideologizar la historia.
Luis Palacios Bañuelos
Catedrático e historiador

DIÁLOGO ENTRE LUIS PALACIOS Y ROBERTO MUÑOZ Y SU LIBRO SOBRE EL DESEMBARCO DE ALHUCEMAS
LP.- En pocas palabras ¿qué fue el desembarco de Alhucemas?
RM.- Esta acción fue una fase dentro de una operación mayor denominada asalto anfibio. A pesar de lo que normalmente se considera, un desembarco por sí mismo no supone el éxito en una campaña anfibia. Un ejército puede tener éxito al tomar tierra en un territorio, asegurar las cabezas de playa, consolidar su posición en la zona donde se ha desembarcado y sin embargo fracasar porque es incapaz de progresar y alcanzar el objetivo final que no es otro que la derrota completa del enemigo. Galípoli en 1915 es un ejemplo de lo que afirmamos. Por eso, en esta operación, al final los aliados se vieron obligados a reembarcar las tropas porque eran incapaces de avanzar. Esto lleva a defender la siguiente afirmación: el desembarco de Alhucemas, por sí mismo, no supuso la derrota de Abd-el-Krim.
LP.- ¿Por qué tuvo lugar esta operación? ¿Qué responsabilidad y protagonismo tiene el dictador Primo de Rivera?
Tras múltiples planes que habían comenzado a perfilarse a partir de 1911, el desembarco de Alhucemas se realizó a partir del 8 de septiembre de 1925 gracias a dos factores. El primero y fundamental fue el convencimiento del dictador de que su política “abandonista” en Marruecos había fracasado y que era necesario desencadenar una operación que debilitase el núcleo fundamental de la rebelión en el Rif, la cabila de los Beni Urriaguel, a la que pertenecía Abd-el-Krim, y esa no era otra que un desembarco Alhucemas, ya parte de esa bahía pertenecía a esa tribu y en ella se encontraba la capital del líder rifeño, Axdir. El segundo factor fue el apoyo de Francia, especialmente del mariscal Philippe Pétain, un militar convencido de la necesidad de derrotar al líder rifeño por las armas, y que apoyó sin fisura la idea de un asalto anfibio en Alhucemas.
LP.- ¿Cuándo surgió la idea del dembarco de Alhucemas?
RM.- La idea de un desembarco en Alhucemas surgió en la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con la idea de la idea de desencadenar una política imperialista y expansiva en Marruecos. No obstante, esa idea quedó en una situación de impasse tras el desastre de 1898. Posteriormente, tras el inicio de la contienda en Marruecos en 1909, y sobre todo como consecuencia de la imposibilidad de poner fin a esta contienda, la idea se recuperó en 1911. A partir de esa fecha se desarrollaron diferentes planes, que nunca se pusieron en marcha como consecuencia de la situación de desorientación existente en España en relación con Marruecos, hasta que en 1925 se elaboró de forma definitiva un diseño que se puso en marcha en septiembre de ese año.
LP.- La guerra de Africa fue para los españoles una auténtica pesadilla. Y en ella Abd-el-Krim se lleva la palma. ¿Qué representaba la revuelta de este líder rifeño? ¿Qué peso tiene el contexto mundial?
BM.- A pesar de que normalmente se establece una línea sin solución de continuidad entre las diferentes revueltas y líderes marroquíes a los que tuvo que enfrentarse España desde 1909, la rebelión encabezada por el caid de los Beni Urriaguel fue diferente a estas por dos razones. La primera, porque formó parte de un ciclo de movimientos anticoloniales que se pusieron en marcha en diferentes imperios coloniales a partir de 1919 como consecuencia del llamado “momento comunista”, como consecuencia del impacto que supusieron la Revolución bolchevique de 1917, uno de cuyos vectores era la liberación de los pueblos oprimidos por las potencias capitalistas, y el llamado “momento wilsoniano”, vinculado con el fin de la Primera Guerra Mundial y la defensa del derecho de autodeterminación por el presidente de los Estados Unidos Thomas Woodrow Wilson, a pesar de todas sus limitaciones. La segunda, los apoyos internacionales de los que gozó Abd-el-Krim, no solo en el mundo árabe-musulmán, sino también en Iberoamérica o Estados Unidos, donde se presentó como un líder emancipador a semejanza de lo que habían sido Simón Bolivar o George Washington. Por el contrario, el apoyo que gozó en Reino Unido era por motivos económicos, ya que determinados empresarios y aventureros soñaban con explotar la supuesta riqueza minera del Rif. En todo caso, y dada la situación reinante en el plano internacional, a ninguna potencia colonial podía interesarle el triunfo del líder rifeño, ya que podía servir de espejo para otros territorios.
LP.- Qué duda cabe que los protagonistas son muy importantes. Aparecen Miguel Primo de Rivera, Pétain, Franco, Sanjurjo… Explica el papel de los más importantes protagonistas.
RM.- A la hora de establecer los protagonistas del desembarco de Alhucemas hay que distinguir los individuales de los colectivos. Dentro de los primeros, los más destacados fueron Primo de Rivera, ya que fue su decisión la que hizo posible que se pusiera en marcha la operación, y Pétain, pues el mariscal francés tuvo un papel clave para que Francia la apoyase y sobre todo fue el responsable de convertir un asalto anfibio limitado en una operación completa que terminó con la derrota de Abd-el-Krim, al dotarla con su insistencia de una fase de explotación. Otros protagonistas individuales fueron los generales Gómez-Jordana y Leopoldo Saro Marín y Manuel Fernández Pérez jefes de las brigadas que desembarcaron en la bahía, o los coroneles Francisco Franco Bahamonde y Manuel Goded Llopis, jefes de las columnas más importantes de cada una de esas brigadas. Como protagonistas colectivos, sin duda, los regulares, legionarios, harkeños y guerreros de las mehal-las que no solo fueron claves en el éxito del desembarco y en la estabilización de las cabezas de playa, sino en las operaciones posteriores que englobaron las fases de consolidación y estabilización, y que hicieron posible la derrota de Abd-el-Krim. Igualmente, los almirantes, jefes, oficiales y marineros de los buques de la Armada y a los generales, jefes y oficiales de la Aeronáutica Militar y Naval, cuya actuación fue decisiva para que el desembarco de Alhucemas y las acciones posteriores culminasen en una victoria rotunda. Finalmente, las fuerzas de la Marina de Guerra, la Aeronáutica Militar, la Aeronáutica Marítima y las unidades terrestres francesas, que colaboraron con las fuerzas españolas desde el desembarco de Alhucemas hasta el final del conflicto en Marruecos en 1927.
LP.- Se incide que esta acción bélica fue muy novedosa porque por primera vez se emplearon carros de combate y la aviación utilizó gases tóxicos contra los rifeños, jugando un papel clave pata el éxito del desembarco. ¿Fue una operación novedosa?
RM.- Mi respuesta es que si y no. No fue la primera operación aeronaval de la historia. Esa primacía corresponde a la Operación Albión, realizada por los alemanes en el Báltico en 1918. Tampoco fue una operación completa porque no incluía fase de explotación. No obstante, la verdadera importancia de Alhucemas es que, de alguna manera, recuperó la fe en la guerra anfibia tras el desastre de Galípoli en 1915.
LP.- Se suele afirmar que Alhucemos fue la causa del fin de la guerra de Marruecos. Pero el desembarco por si mismo no derrotó de forma definitiva a Abd-el-Krim, al que incluso se le ofreció una salida airosa del conflicto mediante la concesión de una autonomía para la región del Rif, que rechazó.
RM.- Sin embargo, si tuvo un papel fundamental en el fin de la rebelión rifeña porque permitió a las fuerzas españolas y francesas recuperar la iniciativa estratégica. Esta posición de ventaja sería clave para que una vez que fracasó la vía negociadora, se abriese un triunfal ciclo de operaciones que provocó la rápida derrota del líder rifeño. Parafraseando a Winston Churchill en relación con la segunda batalla de El Alamein, librada también en el norte de África entre el 23 de octubre y 3 de noviembre de 1942: No fue el final, ni siquiera fue el principio del final. Pero, posiblemente, si fue el fin del principio. A partir de Alhucemas, España y Francia tuvieron la iniciativa estratégica y si sus fuerzas militares no derrotaron antes a los rifeños fue porque se dio una última oportunidad a la vía negociadora.
-LP.- Uno de los aspectos que han contribuido a construir la leyenda de Alhucemas ha sido su supuesta influencia en otras operaciones anfibias, especialmente Normandía en 1944. ¿Qué hay de cierto en todo esto? ¿Qué influencia tuvo esta operación en otros territorios?
RM.- La realidad es bastante más modesta. José Miguel Quesada demostró que, junto a Albión, había sido estudiada por el U.S. Marine Corps para elaborar el manual de 1934 donde definieron su doctrina anfibia. En Francia, protagonista junto a España de las operaciones que pusieron fin a la rebelión de Abd-el-Krim, se estudió desde un punto de vista teórico, junto a otras operaciones, aunque no tuvo una influencia en la conformación de una doctrina anfibia gala, ya que la prioridad de Paris era la guerra terrestre. Finalmente, fue conocida por los militares británicos, pero no le dieron ninguna importancia porque la consideraron como una operación primitiva, especialmente en la organización de las unidades (columnas) que participaron en el desembarco.
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