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Pedro Sánchez, maestro del doble tirabuzón con giro ideológico, ha elevado el arte de la contradicción a cotas que harían palidecer de envidia a Groucho Marx: «Estos son mis principios, pero si no le gustan... tengo otros». La coherencia, esa señora anticuada, ya no tiene escaño. Y si lo tiene, se lo ha prestado a Bildu. La autocracia está servida: las instituciones han sido asaltadas y los líderes que las ocupan viven sus mejores tiempos de dinero, corrupción y poder. Nada les pone freno.
El Boletín Oficial del Estado, antaño órgano formal y sobrio, ha mutado en una suerte de gaceta revolucionaria donde cada página es una sorpresa y cada disposición adicional, una puñalada a Montesquieu. La separación de poderes es ya una leyenda urbana; el Parlamento, una comparsa obediente; y el Consejo de Ministros, una tragicomedia semanal retransmitida en prime time. ¿Presupuestos Generales del Estado? No aceptan ni el mandato constitucional de presentar Los Presupuestos. Ley de Leyes en las democracias occidentales. ¿Para qué perder el tiempo en eso, si el objetivo es gobernar «por la gente y sin la gente»?
La Constitución es un «papelito» incómodo que se interpreta al gusto del día, como quien escoge el vino según el plato. Nos encontramos ante varias siniestras crónicas debidamente anunciadas: PRIMERA: La república del Decreto-Ley. Nunca en democracia se gobernó tanto por decreto. Mientras algunas naciones presumen de brújula política, España avanza con ruleta y antifaz. El llamado Gobierno de Coalición Progresista se ha consagrado como el primer experimento europeo de autocracia ejecutiva por entregas: una mezcla de ideología, oportunismo y, sobre todo, decreto-ley. En 2022 se aprobaron 43 decretos-leyes, cifra récord desde la Transición. El Parlamento, que solía ser foro de debate, ahora sirve más bien de decorado para monólogos gubernamentales sin réplica. El Parlamentarismo ha muerto. SEGUNDA: Crónica de un saqueo anunciado. El asalto institucional: El asalto a las instituciones del Estado recuerda a las correrías de Bonaparte por Europa: rápido, efectivo, sin complejos. El CGPJ llevó más tiempo caducado que un yogur soviético, y al Tribunal Constitucional se le enchufa más rápido que a un sobrino en una consejería. El mérito y la capacidad han sido sustituidos por la lealtad al Líder Supremo, que no se presenta a ruedas de prensa sino que gobierna desde su púlpito monclovita con rostro de tecnócrata zen. Se impugnan las sentencias judiciales mientras que hipócritamente, y sin la mínima coherencia intelectual se entregan al espectáculo necro-pop del fallecimiento del papa Francisco del que quieren sacar rédito político, con la misma devoción que uno tiene por una oferta del Black Friday, y tras haber declinado de siempre, y permanentemente, cualquier actitud religiosa. Colofón a las crónicas anunciadas, como símbolo del máximo cinismo y desprecio a la moral a la carta, se continúa la profanación con una prepotencia desmedida —literal y simbólica— del Valle de los Caídos, no por justicia histórica, sino por rentabilidad electoral. Quizás estén preparando institucionalizar el Ramadán en España… Laicismo, sí, pero con menú halal. Así las gasta el mismo ejecutivo que ha desterrado cualquier referencia a lo trascendente o religioso de la vida pública. Ya no se trata de respetar las creencias, sino de usar las que convengan para obtener rédito político, sea en votos o en apoyos parlamentarios de última hora.
Los desmanes son tantos que hay que vociferarlos para memoria de cuanto viene sucediendo. Me apunto a lo ofrecido por el ex ministro Mayor Oreja que advirtió hace meses: «España necesita un gran acuerdo nacional frente al proceso de descomposición institucional». Es urgente que el espectro no de izquierda o nacionalista del Parlamento, sino el resto, articule un Acuerdo de Mínimos que acerquen las posturas entre los dos grandes partidos como el Partido Popular y Vox de cara a frenar la inminente destrucción de España, nuestra nación, mediante una política coherente, transparente que ponga fin al caos y que abogue por el sentido común. Este tema debió abordarse antes, mucho antes, de haber llegado al deterioro social en el que nos encontramos, pues desde tiempo hemos podido corroborar y elaborar las Crónica de una Autocracia Anunciada, a las que me he referido.
El caos como método y el «todo vale» como programa.
El gobierno ha hecho del «viraje de 180 grados» una forma de gestión. «Con Iglesias en el Gobierno, no dormiría tranquilo»; Iglesias fue Vicepresidente Segundo, y Sánchez durmió como un lirón. «No habrá indultos a los condenados por el procés»; fueron Indultados.; La joya de la corona: el procés. Carles Puigdemont pasó de fugitivo a socio, aunque sigue «fuera de la ley», siendo ahora piedra angular de la gobernabilidad; «No cabe en la Constitución la amnistía», pues ya se está tramitando. Amnistía generalizada: «No cabe en la Constitución, 2021», al poco se toma la posición opuesta: si cabe, porque: «es necesaria para el reencuentro», «es un gesto de reconciliación»... con aquellos que jamás han pedido perdón— Pedro Sánchez, 2023. Lo que ayer era imposible, hoy es inevitable. El delito de sedición fue derogado por la puerta de atrás, y la malversación ya no es tan mala si se hace con sonrisa republicana y pulsera independentista.
Ante este panorama de vodevil institucional, no queda otra que recuperar el sentido común, ese gran ausente del hemiciclo. El Acuerdo de Mínimos propuesto por Mayor Oreja, pudiera ser la solución, o parte de ella. Urge articularlo entre las fuerzas que aún creen en la idea de España como nación y no como un mosaico de repúblicas bananeras autónomas. PP y Vox, pese a sus diferencias, están llamados a ser los bomberos de este incendio moral e institucional. No se trata de derechas o izquierdas, sino de rescatar la democracia del fango del oportunismo, el populismo y el clientelismo. España se merece algo mejor que este circo de decretazos, ministros que se desdicen en el mismo párrafo y políticas improvisadas al calor de las encuestas. Como diría vigilantes, sarcásticos y con el BOE en la mano. Francisco de Quevedo: «Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón». Mientras tanto, seguiremos porque en esta tragicomedia nacional, reírse es, a veces, la única forma de no llorar. La flexibilidad ideológica se ha convertido en doctrina de gobierno. Lo que ayer era «inaceptable», hoy es «necesario por la convivencia». Los organismos que debían ser neutrales se han convertido en apéndices gubernamentales, convertidos en cajas de resonancia de la voluntad del Ejecutivo. La democracia parlamentaria se ha reducido a una molesta formalidad cuando no hay mayoría absoluta… ni voluntad de buscarla. Tezanos y el CIS: La credibilidad de sus encuestas es tal que ya se barajan como disciplina olímpica.
La Ley como ensayo general
El caso más paradigmático fue la famosa Ley del Solo sí es sí. Vendida como una revolución feminista, terminó provocando más de 1.200 reducciones de condenas a agresores sexuales, y más de 120 excarcelaciones. Lo que se presentó como un “avance histórico” acabó siendo una «catástrofe judicial». Pero en lugar de dimisiones, hubo reformillas, silencios y culpas al patriarcado. Nadie en el Consejo de Ministros leyó la ley completa, pero eso sí: todos posaron con la pancarta.
Por último, destaquemos algunas opiniones de la prensa extranjera acerca de Sanchez-Asociados: Financial Times: Describió el pacto con Carles Puigdemont como «controvertido», señalando que absuelve a cientos de personas de delitos relacionados con el intento de independencia catalana, generando indignación en la derecha española. The Times: Destacó que Pedro Sánchez volvió al poder tras pactar una amnistía con el líder catalán en fuga, lo que ha provocado protestas y tensiones políticas en España. The Economist: Afirmó que Pedro Sánchez está «aferrado al cargo a costa de la democracia española», sugiriendo que sus decisiones han afectado la calidad de lPrincipio del formulariFinal del formularioas instituciones democráticas del país. The American Spectator: Describió a Sánchez como un líder que «nos está robando la democracia delante de nuestras narices», criticando sus alianzas con partidos de extrema izquierda y nacionalistas para mantenerse en el poder. The Washington Post: Analizó los procesos judiciales que rodean al presidente del Gobierno español, destacando que, a pesar de las investigaciones, Sánchez fue reelegido como secretario general del PSOE. The Independent: Señaló que Sánchez está cada vez más «acorralado» por los casos legales que afectan a su entorno cercano, incluyendo a su esposa y a ex miembros de su gabinete. The Times: Informó que Sánchez amenazó con «reforzar el control sobre los medios de comunicación» tras la apertura de una investigación penal sobre su esposa, lo que fue interpretado como una amenaza a la libertad de prensa. Der Spiegel: Describió la decisión de Sánchez de alejarse temporalmente de la vida política como un «espectáculo bochornoso», criticando la falta de transparencia y coherencia en su gestión. Financial Times: Criticó la «inconsciencia» de Sánchez al intentar que Palestina se convierta en un Estado soberano, señalando que su política exterior está virando y marcando una ruptura con la tradicional aversión de España al conflicto diplomático. Estas observaciones reflejan la atención y el escrutinio que la comunidad internacional ha dirigido hacia las políticas y decisiones del gobierno de Sánchez-Asociados, subrayando tanto críticas como reconocimientos en diferentes ámbitos de su gestión.
¡Por un entendimiento entre todos los españoles de buena voluntad y mejor sentido común!
Iñigo Castellano y Barón
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