... No hay precedentes de ello si nos atenemos a la vocación civilizadora que motivó a España a explorar los cinco continentes. Por ello, en este relato de “La España Incontestable” doy rendida admiración y agradecimiento al personaje que nos ocupa y a quien mencioné en algún otro artículo en esta misma sección del periódico La Crítica.
Lummis fue un humanista nacido en 1859 en Massachusetts (EE.UU.) cuya vocación y oficio fue su interés por el ser humano y la naturaleza. Educado en Harvard y compañero de Theodoro Roosvelt. La historia, la poesía, la fotografía, la naturaleza a través de su exploración, la crónica periodística, fueron el acervo que cultivó para su propia satisfacción como para el resto de cuantos seguían sus filantrópicos viajes como lo que decía acerca de los amerindios de los que era gran defensor y estudioso de sus pensamientos y costumbres. Lummis viajó durante años incansablemente por toda la geografía americana, tratando a sus indígenas de diferentes razas y tribus y comprendiendo bien las distinciones con las que se encontraba cuando diferenciaba a aquellos pobladores de las tierras de los antiguos virreinatos españoles, de las tribus ya muy mermadas y algunas extinguidas, de los territorios que habían dominado los ingleses y holandeses. Largo se haría en este relato explicar con detalle cuantas diferencias culturales y antropológicas se encontró entre los unos y los otros, por lo que he pensado como mejor para honrar su memoria es transcribir fielmente algunos textos de su libro Los exploradores españoles (Spanish Pioneers) que dan una fiel idea de lo que Lummis vio y sintió, ajeno como era a la política y en ningún caso antiamericano, aunque la realidad le hizo ser un entusiasta hispanista del que debemos sentirnos orgullosos y quizás imitar, si no emular, trabajando para una España en positivo que la verdad histórica nos concede por propio derecho y por nuestro esfuerzo patrio en todos los escenarios.
Tomando el texto literal de Lummis, explicaba que:
«…la exploración de América por los españoles fue la más grande, la más larga y la más maravillosa serie de valientes proezas de la Historia. Los españoles fueron los que descubrieron los dos ríos más caudalosos; españoles los que por primera vez vieron el Océano Pacífico; españoles los primeros que supieron que había dos continentes en América; españoles los primeros que dieron la vuelta al mundo. Eran españoles los que fundaron sus ciudades miles de millas tierras adentro, mucho antes de que el primer anglosajón desembarcase en nuestro suelo. Aquel temprano anhelo español de explorar era verdaderamente sobrehumano. ¡Pensar que un pobre teniente español con veinte soldados atravesó el inefable desierto y contempló la más grande maravilla natural de América o del mundo –el Gran Cañón del Colorado–, ¡nada menos que tres centurias antes de que lo vieran ojos norteamericanos! Y lo mismo sucedía desde el Colorado hasta el Cabo de Hornos. El heroico, intrépido, y temerario Balboa realizó aquella terrible caminata a través del Istmo y descubrió el Océano Pacífico y construyó en sus playas los primeros buques que se hicieron en América, y surcó con ellos aquel mar desconocido. No solamente fueron los españoles, los primeros conquistadores del Nuevo Mundo y sus primeros colonizadores, sino también los primeros civilizadores. Ellos construyeron las primeras ciudades, abrieron las primeras iglesias, escuelas y universidades, montaron las primeras imprentas, y publicaron los primeros libros, escribieron los primeros diccionarios, historias y geografías, y trajeron los primeros misioneros».
Lummis conoció a toda clase de tribus indias y observó sorprendido que los procedentes de territorios españoles gozaban de pueblos y misiones, siendo además conocedores del idioma español y más amables y educados en el trato personal que los asentados, cuando no confinados, en las tierras ocupadas por los británicos. Podemos concluir que la gran proeza española respecto a la conquista de las Indias sobresale como la más inigualable de la historia del mundo entero en cuatro mil años anteriores. Entre el año de 1500 a 1560, cerca de 4.000 hombres descubrieron, exploraron y conquistaron un territorio mayor que el continente europeo. No se conoce referencia igual llevada a cabo por alguna nación en toda la historia de la Humanidad. Finalizado el siglo XVI 60.000 personas alcanzaron con éxito la conquista, evangelización y colonización del Nuevo Mundo, la mayoría procedentes de Extremadura, Andalucía y Castilla. Pero el pueblo español no se conformó con alcanzar la gloria que circula siempre en la sangre hidalga de sus venas, sino que quiso además controlar y proteger cuanto habían predicado, estableciendo para ello organismos estatales eficaces contra el abuso y corrupción de los gobernantes, y para el cumplimiento de las leyes, instituyéndose el llamado «Juicio de Residencia» que consistía en un escrupuloso análisis del funcionario o gobernante de su conducta y actos durante su mandato, llevado a cabo por un juez nombrado expresamente, «para que se moderen en los excesos e insolencias que en provincias tan remotas puede y suele ocasionar la mano poderosa de los que se hallan tan lejos», una Institución que tenía sus raíces en el «Código de las Siete Partidas» de Alfonso X el Sabio.
Para mayor abundamiento de la gloria y de la honestidad de nuestro impulso exterior, traigo a colación un texto del pirata inglés, Walter Raleigh, favorito de la reina Isabel de Inglaterra, referente a los españoles, que dice textualmente:
«No puedo dejar de encomiar la virtuosa paciencia de los españoles. Es muy difícil o imposible encontrar otro pueblo que haya soportado tantas penalidades y miserias como los españoles en sus descubrimientos de las Indias. Sin embargo, persistiendo en sus empresas con invencible constancia, han anexionado a su reino tantas y tan ricas provincias como para enterrar el recuerdo de hombres, derrotas, motines, calor y frío, pestes y toda suerte de enfermedades, tanto conocidas como nuevas, además de una extensa pobreza y de la carencia de todo lo necesario, han sido sus enemigos, tarde o temprano, al tiempo de realizar sus nobilísimos descubrimientos».
En el mismo año de 1859 que naciera Lummis, lo hacía el aventurero, viajero, escritor, traductor y naturalista, el español Ciro Bayo que textualizaba tras sus largas y peligrosas experiencias por varios continentes, lo siguiente: «Las hazañas de Sigfrido y demás héroes son nada comparadas con las de aquellos españoles que arrostraron un si fin de peligros en guerra con los elementos y con los hombres». La historia de España no es una historia o relato en si misma contada con mayor o menor apasionamiento o justicia, es algo más, es realmente un hito que marca el verdadero punto de vista, la idea amplia de la que partir para con más seguridad comprender en su total dimensión lo que se consiguió y que tanta veces desde antaño y en la actualidad, la injusticia y oscuros intereses priman en el análisis de algo que realmente pertenece y es patrimonio de la Humanidad, con independencia de cuál u otra nación haya llevado el timón de este barco que es la vida.
Volviendo a Charles Fletcher Lummis, hay que recordar que en 1907 en la ciudad de Los Angeles, fundó el Southwest Musseum al que donó su magnífica biblioteca, la más rica en cuanto a libros sobre la América española y sobre objetos hispano-americanos. En su labor divulgativa, Lummis fue autor de numerosos artículos para la Enciclopedia Británica, la Americana, y diversas revistas y periódicos. Tiene publicado quince obras. Por último cabe destacar de todo su pensamiento la siguiente reflexión: «Un genovés, es cierto, fue el descubridor de América; pero vino en calidad de español, vino de España por obra de la fe y del dinero de los españoles; en buques españoles y con marineros españoles, y de las tierras descubiertas tomó posesión en nombre de España».
Por todo lo expuesto, Gloria y Honor a quien sin ser partícipe en ella, la defiende con justicia, honestidad y proclama la verdad en aras a la paz y a la concordia entre las naciones.
Por IÑIGO CASTELLANO BARÓN