... Existen algunas tecnologías que están teniendo un crecimiento exponencial (aconsejable leer, entre otros, los libros de Mauro Guillén, 2030. Viajando hacia el fin del mundo tal y como lo conocemos, y Peter Diamandis y Steven Kotler, El futuro va más rápido de lo que crees): la Inteligencia artificial (IA), que unida al Internet de las cosas (IoT) que ya está conectando el 5G, acumulará millones y millones de datos, con lo que los algoritmos de la IA mejorarán de manera tan universal como predecible; la robótica, de la que me han sorprendido sus avances en Nanotecnología, Realidad virtual (RV) y Realidad aumentada (RA); la biología digital y los avances que producirá en Neurociencia, Neurogenómica, el conocimiento de nuestro cerebro que curará dolencias hasta el presente incurables, pero que, igualmente, permitirá, en gran medida, el control del mismo; el blockchain, normalmente relacionado con la Banca, pero aplicable a otros sectores, como por ejemplo, en el Campus de Albacete, estudiantes universitarios de informática, están realizando una investigación en el desarrollo de la tecnología blockchain en el sector vitivinícola de la región que, como afirma Martínez Arroyo, permitirá la relación con la Administración, las empresas, entre los viticultores, las bodegas y cooperativas y se conseguirá la garantía absoluta de trazabilidad sobre el vino que se está ofreciendo a los consumidores en cualquier parte del mundo, y que además beneficiará a 85.000 viticultores, 600 bodegas y a todos los consumidores de forma global; sensores de diferentes tipos como térmicos, ópticos, de humedad, magnéticos, de infrarrojos, que dan lugar a los de aparcamiento, de luz, de temperatura, de movimiento, de contacto, de humedad,…; 3D, con las que se han impreso no sólo pequeños objetos, sino casas como en China y en Europa, y este mismo 15 de Julio se ha inaugurado en el Barrio Rojo de Amsterdam el primer puente de acero de 12 metros de largo y casi cinco toneladas de peso, impreso en 3D,… Piénsese en lo que ocurrirá cuando todas estas tecnologías converjan y se unan.
Dada la necesaria brevedad de un artículo de periódico, me ceñiré únicamente a la inteligencia artificial (IA).
En la sinopsis de un libro que voy a citar más de una vez, de su autora, Amy Webb, es preciso constatar su competencia, difícilmente igualable, como prospectóloga en IA, dado que sus informaciones responden a los conocimientos que ha adquirido en investigaciones realizadas sobre la IA, con personas y organizaciones tanto dentro como fuera del ecosistema de la IA. Desde dentro, asesorando a diversas compañías que se encuentran en el epicentro de la IA, entre ellas Microsoft e IBM. Desde fuera, asesorando a responsables y partes interesadas, tales como inversores en capital de riesgo, líderes de los departamentos de Defensa y de Estado y legisladores de Estados Unidos, quienes consideran que la regulación es el único camino para avanzar. De manera similar, ha asistido a cientos de reuniones con investigadores y tecnólogos académicos que trabajan directamente en la materia… en su gran mayoría, para nueve gigantes de la tecnología: Google, Amazon, Apple, IBM, Microsoft y Facebook –en Estados Unidos– y Baidu, Alibaba y Tencent –en China.
Pues bien, desde estos sólidos conocimientos y esta amplia experiencia, obtenida al máximo nivel y exigencia, escribe: “La inteligencia artificial (IA) ya está aquí con nosotros, pero no como habíamos imaginado. Es la columna vertebral de nuestros sistemas financieros, del sistema eléctrico y de la cadena de suministros del comercio minorista. Es la infraestructura invisible que dirige el tráfico, que encuentra el sentido a las palabras que tecleamos mal y que determina lo que debemos comprar, mirar, escuchar y leer… también con la economía global, la fuerza de trabajo, la agricultura, el transporte, la banca, el control medioambiental, la educación, el ejército, la seguridad nacional… es la tecnología sobre la cual se construye nuestro futuro, pues tiene que ver con todo los aspectos de nuestra vida: la salud y la medicina, la vivienda, la agricultura, el transporte, los deportes, e, incluso, el amor, el sexo y la muerte”. (Amy Webb, Los nueve gigantes. Cómo las grandes tecnológicas amenazan al futuro de la humanidad –dado que todos los libros que cito los he leído en Amazon, desconozco su Editorial en papel).
Por su parte, con motivo del propósito de la Comisión Europea de regular cómo y para qué utilizar la IA y garantizar que sea en favor del ser humano y la sociedad y no en su contra, una periodista tan rigurosa y objetiva como Helena Farré Vallejo escribe en Aceprensa, el 9 de Julio de 2021 (conservo los enlaces en azul de Helena Farré, con objeto de que el lector, al entrar en ellos, perciba la importancia y universalidad de esta tecnología en la sociedad y en la vida ordinara del ciudadano): “Los sistemas de inteligencia artificial ‘comprenden’ y dan forma a gran parte de lo que sucede en el día a día de las personas. Las aplicaciones de inteligencia artificial ‘hablan’ y responden preguntas cuando se pronuncia el nombre de un asistente de voz digital, y pueden llegar a cuidar de un bebé mediante los sonidos respiratorios que emite. Manejan los chatbots de atención al cliente de empresas, ayudan a diagnosticar el cáncer y otras afecciones médicas como, por ejemplo, su novedosa aplicación para detectar el covid-19 en enfermos asintomáticos mediante una grabación en audio de la tos. Examinan el uso de tarjetas de crédito en busca de posibles signos de fraude y permiten determinar quién podría presentar un riesgo crediticio. Actualizan la información del tráfico para acortar los tiempos de viaje y son el sistema operativo de los vehículos sin conductor. Reconocen las caras de las personas, traducen idiomas y sugieren cómo completar las oraciones o las consultas de búsqueda. Pueden incluso “leer” las emociones de las caras, un aspecto reservado hasta ahora a los seres vivos. Redactan noticias, pintan al estilo de grandes artistas, como Vincent Van Gogh o Vermeer, y crean música que suena similar a los Beatles y Bach. También determinan el material que se ofrece en las recomendaciones de videos en YouTube y las noticias que aparecen en el feed de Facebook. Todo, dependiendo de qué se le enseñe”. (Existe un aconsejable libro de Marta García Aller, Lo imprevisible, que expone con rigor y amenidad las tecnologías de las que ya estamos disfrutando –y a veces padeciendo– en España).
Cabe afirmar que existe una deficiencia grave en lo que supone la IA para la humanidad y el individuo. Naturalmente, esta situación, como todas las que se producen de manera gradual en la vida de las personas, ya ha ocurrido otras veces a lo largo de la Historia. Nadie o casi nadie de los que vivieron la Revolución Industrial fueron conscientes que, al final, iba a cambiar el mundo desde el punto de vista geoestratégico, económico, social y el de la vida diaria. En la actualidad quizá está ocurriendo lo mismo con la familia. Antes los hijos eran la riqueza fundamental en la jubilación y protección de desgracias, ya no: el divorcio; el matrimonio entre personas del mismo sexo; la ideología de género y algunos hechos más, pueden determinar, dentro de unos años, como natural, el fin o la modificación de la familia, tal y como existe ahora. En efecto, qué decisiva diferencia existe entre que la IA esté al servicio del bien común o que esté en manos de unas pocas personas o pequeños grupos que sirvan a los intereses de mercado o a un partido político. Una respuesta parcial se ha proporcionado en el artículo, Los signos de los tiempos: Los ricos serán todavía más ricos. Así los poseedores de la IA, serán más ricos y con más poder del que cabe imaginar, sea a efectos de mercado, sea a efectos de poder o de ambos. (Si el lector está interesado en conocer la falta de transparencia y las manos que manejan las nuevas tecnologías, el libro, algo sobrecogedor, de James Bridle, La nueva edad oscura, le proporcionará una cumplida respuesta basada en hechos constatables).
Tras expresar mi reconocimiento y agradecimiento a Helena Farré Vallejo y Amy Webb por la reproducción de sus dos párrafos, en el siguiente artículo, se abordarán las posibilidades que la IA ofrece en la actualidad a esa futura Autoridad mundial para ejercer el gobierno y el poder.
Francisco Ansón