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Coronavirus: atento a la educación de los hijos

Una niña china estudia en Pekín a través de aulas virtuales. (Foto: www.lavozdegalicia.es / Roman Pilipey / EFE)
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Una niña china estudia en Pekín a través de aulas virtuales. (Foto: www.lavozdegalicia.es / Roman Pilipey / EFE)

LA CRÍTICA, 15 ABRIL 2020

Por Francisco Ansón Oliart
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Se ha, se está produciendo una revolución histórica en la educación, en la enseñanza. Por primera vez, los niños de Primaria y los adolescentes de Secundaria y Bachillerato no van a clase, han quedado prohibidas las clases presenciales. Desde hace días y por tiempo indefinido, se están impartiendo la formación y el conocimiento a través de tecnologías que permiten hacerlo a distancia. (...)

... El confinamiento, durante semanas, ha producido ya, una convulsión social, económica y también educativa que Esteban González Pons sintetiza en un artículo que no tiene desperdicio: “De golpe y porrazo nos hemos visto encerrados en nuestras casas y lo más sorprendente de todo es que se puede vivir así, que si queremos no necesitamos salir para nada. Trabajamos desde nuestro ordenador, hacemos la compra por internet, los niños usan una tableta para asistir a clase, administramos la cuenta del banco desde el móvil, los libros nos llegan en formato electrónico y los estrenos cinematográficos se producen en plataformas de emisión en continuo. Hasta las misas de nuestra parroquia se emiten por las redes sociales y las familias se reúnen por videoconferencia. Y todo esto usando tecnologías que ya estaban a nuestra disposición, pero que necesitábamos un empujón como este para decidirnos a utilizarlas… Muchos educadores están descubriendo cómo dar clase sin aulas ni patios, y saben que es más barato poner un ordenador en la casa de cada alumno que construir un colegio nuevo.” (https://blogs.elconfidencial.com/mundo/wiertz-60/2020-04-07/analogico-muerto-viva-mundo-digital_2537036/).

Además, esta digitalización de nuestra convivencia y de la educación, puede facilitar la tan ansiada libertad de enseñanza. Pilar Riestra, articulista habitual en este periódico, tuvo ocasión de escribir al hilo de la biografía de san Juan Bautista de la Salle: “Quizá uno de los temas sobre los que más está insistiendo la Iglesia desde hace años, es el de la libertad de enseñanza. En efecto, en la medida en que el Estado ofrece enseñanza gratuita, o casi gratuita, y los alumnos que van a los Centros educativos de la Iglesia y los particulares, tienen que pagar la totalidad de los gastos, y además abonar el impuesto correspondiente para que el Estado pueda llevar a cabo, sin ningún riesgo, esa competencia desleal, resulta claro que no hay, de hecho, libertad de enseñanza. Parece más justo que, por ejemplo, el Estado subvencione por igual a todos los Colegios y Universidades, tanto públicos como privados, y que los padres y alumnos elijan libremente, en igualdad de condiciones económicas, el Centro educativo al que prefieran ir.” (https://www.hispanidad.com/santoral/san-juan-bautista-de-la-salle_9013737_102.html).

Como señala Esteban González Pons, podrían ser los propios padres, los que con fundamento en la digitalización, pudieran elegir, con mucha más facilidad, dado el abaratamiento de los centro educativos, el que se identificara más con la formación que quieren para sus hijos, estuviera, donde estuviera situado ese “colegio”, “instituto” o “escuela”.

En este sentido, muchos pedagogos consideran que se ha producido la posibilidad de llevar a cabo una experiencia de posible transformación, y quizá avances pedagógicos, no en un laboratorio, sino en la realidad. En efecto, los estudiantes que en la actualidad estudian en sus casas ascienden a cerca de 800 millones, por lo que no puede ser más real.

Sin embargo, lo cierto es que no es así. Para que así fuera, esta situación no tendría que haberse producido de golpe, de un día para otro, sin tiempo para preparar desde el material didáctico hasta la orientación de los alumnos, de su motivación, los criterios de evaluación, e incluso, el manejo de los aparatos para conseguir –tanto por parte de los profesores como de los alumnos- el adecuado rendimiento del material didáctico, sean textos, gráficos, videos, audios, etcétera.

Cabe afirmar que la casi totalidad de esos 800 millones de estudiantes confinados, disponen de algún medio técnico que les permite seguir esta nueva modalidad de aprendizaje. A modo de muestra, de entre las miles que se están haciendo, sirva, por su solvencia, el Informe de la Inspección Educativa de la Comunidad de Madrid, que recoge los resultados de su investigación en más de 500 centros de esta Comunidad, durante los primeros veinte días el mes de marzo, y que arrojan resultados muy alentadores: “El 90 por ciento de los alumnos que cursan estudios de Bachillerato en la Comunidad de Madrid presenta los trabajos de manera online, y en el tiempo y la forma establecida.” De manera indirecta se deduce que los alumnos, salvo excepciones, disponen de Internet y de la tableta u ordenador correspondiente.

Ahora bien, aquí puede surgir un principio de discriminación. En efecto, si conforme está comprobado, los hijos de padres cultos tienen, en principio, más posibilidades de éxito, entre otras razones, porque el instrumento fundamental del alumno para leer, escuchar y expresarse es la lengua, aquí, no sólo tendrán ventaja los hijos cuyos padres conozcan estas nuevas tecnologías, sino la que se deriva de los propios aparatos. No es lo mismo tener una tableta u ordenador personal, que compartirlo con toda la familia y si a ello se añaden deficiencias en la velocidad de descarga, resolución, nitidez de sonido y un largo etcétera.

Una gran ventaja que tiene el sistema presente es la mayor personalización del alumno. "El profesor se conecta y ve cómo se van incorporando los alumnos, cada uno desde su casa. Ve quien está y quién no. Les puede pasar preguntas, y también hablarles, para asegurarse que no se despistan. Quizá incluso ha aumentado la asistencia, porque los chicos, confinados en casa, no tienen dónde ir. La clase queda grabada y se puede repasar. Hay alumnos que me lo han dicho: 'volví a escuchar la grabación de la clase y lo entendí'". (https://www.elimparcial.es/noticia/211701/opinion/la-posguerra-se-combatira-con-esa-vastedad-que-es-la-educacion.html).

Además y por ejemplo, se han estudiado las curvas de atención que varían bastante de persona a persona, esto es, un alumno puede atender durante tres cuartos de hora y otro solamente un cuarto de hora. El actual sistema, como es lógico, corrige esta diferencia, en el sentido de que el discípulo puede adecuar su estudio a sus tiempos o curvas de atención y mejorar su rendimiento académico.

Para mí, en un primer apunte y dado que, tal vez por el cuidado de los padres, hasta el presente, parece que la motivación para cumplir las tareas encomendadas es suficiente, habría que atender, al aprendizaje del conocimiento y a la socialización.

Se comprobó, ya hace tiempo que en los discursos de los políticos, en los mítines, en las entrevistas en los medios audiovisuales, casi el 80 por ciento del mensaje recibido, correspondía al tono de voz y al lenguaje gestual. Los actuales medios técnicos no sé en qué medida pueden sustituir al profesor en este aspecto.

Con respecto a la función socializadora de la escuela, no parece que el sistema de video-conferencia, aunque se está aplicando con éxito en los Consejos de Administración de las empresas, de las Redacciones de los periódicos e incluso de los Parlamentos y Consejos de Ministros, pueda sustituir la convivencia en la escuela con los compañeros.

He tenido ocasión de leer en Internet, ese precioso residuo que nos queda de libertad, que algunos padres temen que sus hijos se hagan adictos a las pequeñas pantallas. Oí hace un par de años que Finlandia, modelo de eficacia en la enseñanza, que los niños aprenden a escribir directamente en el ordenador. Más aún, tuve ocasión, hace unas semanas, de conocer, en una escuela española, como un profesor que, dada la continua convivencia de esta generación con las pequeñas pantallas y procurando sacar el mejor partido de su posible adicción a las mismas, enseñaba a los niños a través de sus móviles o tabletas, con gran éxito, al punto, que sus alumnos querían que lo declarasen el mejor profesor del año. Naturalmente este tipo de prácticas educativas, tienen, claramente, un doble filo.

En fin, se trata, como digo, de un mero apunte, puesto que el tema requeriría, cuando menos, un libro de ensayo de carácter interdisciplinar.

Francisco Ansón

Francisco Ansón Oliart

Investigador y escritor; licenciado y doctor en Derecho (Universidad Complutense de Madrid); doctor of Philosophy and Psychology (K-University, California); licenciado en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid); doctor en Ciencias de la Comunicación (Universidad Camilo José de Cela)

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