... En una ocasión anterior hice una referencia velada en La Crítica, “¿Qué pasa con las residencias?” a esta residencia, verdadero ejemplo de castillo inexpugnable contra cualquier patógeno. Ya por entonces sabía que Villalmanzo era cuna de auténticos héroes que no se dejan conquistar fácilmente.
Allí, a escasos 300 pasos de El Racimo nació Marcelo Adrián Obregón, uno de los “Últimos de Filipinas”. Un héroe que como D. Jesús deberían alguna vez ser reconocidos más allá de una pobre referencia en Wikipedia (Marcelo Adrián Obregón). Adrián, simple soldado de reemplazo, por mucho que Wikipedia nos diga que “se enroló”, partió a Filipinas sin poder librarse por ser pobre y tuvo la suerte de ser uno de los que volvió vivos tras la heroica resistencia, por más de diez meses, en la Iglesia de Báler. Formó parte de la escaramuza salvadora para conseguir vegetales con vitaminas.
Hoy D. Jesús, en esta iglesia fortaleza que es la residencia, se ha convertido en el auténtico Teniente Médico Rogelio Martín de Quiñones (en su época ejemplo de investigación médica) pero está triste. Una víctima. No es una baja por el momento pero una de sus ancianas ha dado positivo. No queda otra que reforzar protocolos y defensas. Ver los fallos en la muralla y reforzarlos. Sabe cómo este enemigo –tan asiático como aquel– actúa y si es preciso cultivará, fabricará vitaminas o robará las hierbas necesarias para subsistir. De momento, tranquilos, con aislamiento interno y ayuda de amigos se han podido hacer test y no hay motivo de alarma. La incursión del enemigo asiático ha sido controlada.
Igual que D Jesús hay otros héroes al mando de nuestras residencias de ancianos intentando que las bajas por el virus asiático sean las menos posibles, sabedores de antemano que la ayuda del lejano Estado –como le ocurrió a los de Filipinas– será nula pues son colonias que no importan a nadie salvo a la familia.
Les sugiero que echen un vistazo –si es posible a las memorias originales de Martín Cerezo, disponibles en Internet– a la gesta que Marcelo Adrián Obregón, junto con sus camaradas y superiores, el Teniente Médico, el propio Teniente Martín Cerezo, el Capitán Las Morenas etc., llevaron a cabo. Un hecho tan heroico que solo es equiparable a la resistencia de Numancia. Por mucho que la filmografía reciente intente ridiculizarlos, sus memorias son libro recomendado en las academias militares de EEUU.
También deseo que D. Jesús –seguro que no hará falta pues es un artista en manejo de videoconferencia con sus internos– se convenza pronto de que la guerra ha terminado sin necesidad de leer titulares. Gane quien gane en esta guerra extraña todos vamos a perder, pero él podrá con orgullo enarbolar la bandera y decir que ha salvado a casi todos.