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500 ANIVERSARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO POR MAGALLANES Y ELCANO (7)

El arte de navegar en tiempos de la 1ª circunnavegación

La 'Suma de Geographia', (Sevilla, 1519), del bachiller Martín Fernández de Enciso.
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La "Suma de Geographia", (Sevilla, 1519), del bachiller Martín Fernández de Enciso.
Por José María Blanco Núñez
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El bachiller Martín Fernández de Enciso, alguacil mayor de la Castilla del Oro, publicó su Suma de Geographia (Sevilla, 1519), libro que calificaremos de fundamental,...

... no solo por la oportunidad de la fecha de su publicación, en vísperas de la zarpada de Magallanes, sino también por la amistad del autor con los Falero y por su propio contenido, pues pudo haber servido como “ayuda a la navegación” al contener un "regimiento del Sol y del Norte" (tablas de la declinación solar) y un gráfico, "regimiento del Norte", para corregir la altura de la polar tras apreciar el piloto "a ojo" la posición de la bocina (Osa Menor) o guardas de la polar; y por su segunda parte: "Descripción de las provincias y partidas del Mundo", que se corresponde precisamente con el concepto moderno de derrotero.

Algunos autores portugueses, estudiando la bondad del regimiento del sol de Enciso, afirman que aprendió a confeccionarlo de la mano de Francisco o Rui Falero, “(…) seguramente más por el segundo que por el primero, que enseñó a Enciso lo que sabía sobre náutica incluidas las tablas cuadrienales (de declinación) que Pereira de Silva cree que estaban hechas para el viaje de Vasco de Gama.”[1] Esto lleva a pensar que Magallanes conoció a Enciso en Sevilla a través de los Falero.

Cuesta Domingo ha estudiado los errores cometidos por el bachiller:

  • Considerar igual la longitud de la circunferencia ecuatorial que la de los meridianos, error despreciable para le época
  • Colón tomó para las distancias un valor de 14 1/6 leguas por grado terrestre; tras él hubo dos tendencias, la de tomar 16 2/3 leguas o 17 ½ por grado, Enciso escogió la primera, de no tan grosero error como la de Colón, pero que seguía considerando un globo mucho más chico que el real.

La longitud.

Para poder calcular la situación exacta de las islas de la especiería y demás tierras que se descubriesen, evitando el adentrarse en la demarcación portuguesa, Ruy Falero redactó el Regimiento de la altura este-oeste, o sea de la longitud, que contenía los métodos para su cálculo. El primero consistía en anotar los cambios de la variación de la aguja de marear en cada lugar pues, suponía Falero, dicho cambio era proporcional a la longitud.

El segundo método, el que se adoptó, se basaba observaciones astronómicas efectuadas con ocasión de los eclipses de sol, o por conjunción de la luna con estrellas conocidas o planetas. Primero se calculaba la latitud de la luna (distancia a la elíptica) para lo cual era necesario conocer la hora en que dichas efemérides astronómicas acontecían en lugar conocido y predeterminado del globo. Como Falero se quedó en Sevilla, el sevillano Andrés de San Martín efectuó dichos cálculos, siempre con sus instrumentos en tierra. Los instrumentos embarcados para ello fueron:

  • 23 cartas de marear hechas en pergamino por Nuño García.
  • 6 pares de compases
  • 21 cuadrantes de madera (precedente de los octantes y los sextantes)
  • 6 astrolabios de metal
  • 1 astrolabio de madera
  • 35 agujas de marear
  • 4 cajas grandes para cuatro agujas
  • 18 relojes de arena (ampolletas)

De lo cual se deduce que el método aplicado para situarse, en la rudimentaria navegación practicada, era la de los puntos (situaciones) “de escuadría” y “de fantasía y altura”. El primero se determinaba cortando el rumbo navegado con la latitud o altura del Polo, el segundo estimando la distancia navegada (¡he ahí la fantasía!) y cortándola con la latitud del lugar.

Enciso. para situar los puntos de la costa en su tratado, utilizó el primero pues afirma: “(…) puse en esta suma las costas de las tierras por derrotas y alturas (…)”, información muy familiar para Magallanes.

A pesar de los rudimentarios instrumentos utilizados por San Martín, el seguimiento que hizo del Regimiento de Falero para la utilización de las tablas de Zacuto y de Regiomontano (Joham Müller Konisberg, a. "Regiomontano”), proporcionó errores no sólo aceptables sino inmejorables, hasta que en el XVIII se consiguieron el reloj y el cronometro marino.

Según Ricardo Cerezo, la diferencia promedio de 25º, existente entre las longitudes anotadas por el piloto Albo y las que escribió Pigafetta, mayores siempre las del primero, se correlaciona con la diferencia en longitud existente entre los meridianos de la isla de Hierro y la línea de demarcación, "o sea los 22º que - según Magallanes- separan esta línea de la de San Antón más los grados que dista en longitud esta isla de la de Hierro".

Colón, quizás, creó escuela para prevenir sustos por posibles errores en el cálculo de la longitud, de ahí las anotaciones en su diario: “(…) anduvieron de día y de noche 31 leguas y contó a la gente 24 (…)”, esto tenía doble finalidad no asustar a la gente por la lejanía al puerto de partida y poder dormir tranquilo, evitando peligrosas recaladas nocturnas en costas desconocidas.

La latitud

Por la relación de Francisco de Albo, sabemos que se utilizaron tablas de declinaciones solares de los años 1521 y 1522, quizás las que entregó Falero para 1518 convenientemente modificadas; los datos ofrecidos sobre la navegación en el Pacífico, muestran que siguieron el método del "punto de escuadría".

El Almanach perpetuum del judío salamantino Abraham bar Samuel bar Abraham Zacuto, contenía las tablas de la declinación del sol que permitían calcular con comodidad la latitud del lugar y en las que se apoyó Falero para su Regimiento, como dijimos más arriba. La oblicuidad de la eclíptica tomada por Zacuto era excesiva, 23º 33´, a pesar de que en su tiempo ya se manejaban valores más precisos.

"Para establecer el almanaque perpetuo operó como sigue: Calculó las longitudes del sol para los cuatro años 1473 a 1476, ambos inclusive, de los cuales el último fue bisiesto; y por medio de una tabla de correcciones, pasábase a la longitud de cualquier día de un año posterior a estos"[2].

Un tema primordial en la Suma de Enciso, como ha estudiado Cuesta, es el método utilizado para calcular la latitud, pues estudia la esfera celeste e introduce al navegante en los conceptos de los círculos equinocciales, tropicales y zodiacales, definiendo el horizonte y el zenit “(…) habido por polo de su horizonte (…)”, por supuesto la eclíptica y la razón de los “eclipsis”, la vital “predicción meteorológica”, también es objeto de estudio:

“También sabrás y has de mirar cuando el sol sale, y si saliere algo y sin cerco ninguno demuestra tiempo claro y sereno, pero si cuando sale tuviera cerco (…) de color bermejo como el fuego (…) han de seguirse grandes vientos (…) Y si la Luna cuando sale apareciese sutil y clara sin ningún cerco, demuestra que el tiempo será sereno y claro (…)”

Enseguida introduce las vitales tablas de declinación del sol, seguramente tomada de las ya mencionadas de Zacuto y enseguida nos introduce en el “Regimiento del astrolabio y cuadrante para saber la declinación del sol y el lugar y casa (signo del Zodiaco) en que está cada día”.

Antes de la aparición del sextante, tomar la altura del sol con el astrolabio no era tarea fácil, navíos ¡tan chicos! no proporcionaban estabilidad de plataforma adecuada, por eso nada más saltar a tierra se observaba como lo inmortalizo Camoens en «Os Luisiadas»:

E para que mais certas se conheça-o Porem eu cos pilotos na arenosa

As partes tão remotas onde estamos praia, por vermos em que parte estou,

Pello novo instrumento do Astrolábio me detenho em tomar do sol a altura

Invenção de sutil juízo & sábio e compassar a universal pintura

Punto final

Quizás el esfuerzo de síntesis que hemos realizado dificulte la comprensión de lo escrito, por eso diremos: durante la primera circunnavegación del Globo, el cálculo de la latitud se efectuó con cierta comodidad y suficiente exactitud gracias a disponer de tablas de declinación del sol, cuadrantes y ampolletas. El de la longitud, tras varios fracasos, se hizo con rara precisión para la época, observando desde tierra y aprovechando los eclipses. El rumbo se mantenía con la aguja y la velocidad se estimaba a ojo o, repetimos, con la misma "fantasía" con que se hallaba "el punto", o sea la situación.

José María Blanco Núñez

[2] GARCÍA FRANCO Salvador: "Historia del arte y ciencia de navegar". Instituto Histórico de la Marina. C,S.I.C. Madrid1947. Tomo I. Pág.171,

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