Varios estudios concuerdan en que dentro de tres años existirán unos 20.000 millones de dispositivos conectados a Internet. No sólo nuestros smartphones, tabletas u ordenadores portátiles y de sobremesa, sino la mayor parte de los electrodomésticos, el funcionamiento de las casas casi en su totalidad, bancos, vehículos e incluso las ciudades inteligentes (smart city). Y es que, cada día, la distinción entre lo físico y lo digital es más sutil. Piénsese por ejemplo, en el Internet de las Cosas, mediante el cual nuestra nevera o frigorífico nos informará de sus existencias y de lo que necesitamos comprar de acuerdo con nuestros hábitos alimenticios.
En este sentido, ¿cuál es nuestro futuro y cuál el problema? El problema radica en que en la actualidad se producen cada día cerca de tres trillones de bytes: ¿cómo se almacenan, cómo se tratan para poder tomar decisiones de esa aparentemente inabarcable, pero valiosísima fuente de información? Es cierto que la información es poder, pero, a nivel empresarial, se está generalizando la expresión de que el petróleo o el oro del siglo XXl es, precisamente, la información.
En el caso de las empresas, como en otros muchos casos de la actividad humana, la respuesta es Big data. “Big data. Es el concepto tecnológico del momento. Un término inmaduro, para el que aún no hay una traducción clara (¿grandes datos?, ¿datos masivos?) y que no siempre se emplea de forma correcta.
El 'big data' supone un cambio cultural: las decisiones se basan en datos, no en opiniones
¿Qué es verdaderamente el big data? "Se trata de hacer cosas a partir del análisis de inmensas cantidades de información, que simplemente no son posibles con volúmenes más pequeños", resume Kenneth Cukier, data editor de The Economist y autor de Big Data. La Revolución De Los Datos Masivos”. (http://www.expansion.com/economia-digital/innovacion/2015/10/28/5630a18022601d44628b4616.html).
Juan José Casado, director del máster de Business Analytics & Big Data del Instituto de Empresa, escribe: "El 90% de la información disponible hoy en el mundo se ha creado en los dos últimos años. Hemos digitalizado nuestras relaciones, persona a persona y ahora también máquina a máquina. Este crecimiento supone una oportunidad, y nadie lo vio antes que Google, capaz de responder a una consulta en milisegundos…”. (http://www.expansion.com/ actualidadeconomica/analisis/2016/03/ 29/56eae3e5e2704e2d708b45f4.html). En efecto, todos hemos comprobado que si le preguntamos a Google por un determinado país, nos aparecen, casi inmediatamente, anuncios de agencias de viajes o de hoteles en ese país. Se cuenta, como un hecho cierto que se llevó a la pequeña pantalla, que una mujer, al enterarse de que estaba embarazada, con objeto de informarse, preguntó en Google sobre el embarazo. Inmediatamente le aparecieron cinco anuncios de clínicas, una de ellas abortista.
Sin embargo, esa capacidad de Google, que nos parece una maravilla, y lo es, correspondería en la actualidad, a que hablando de las armas del siglo XXl, nombráramos el hacha de pedernal. Y es que la capacidad de almacenamiento ya está resuelta. Así, el gran experto, Giménez, aclara que el data lake (término y concepto más precisos que Big data) funciona como un “repositorio en el que vuelcas absolutamente todos los datos, en cualquier formato, con una capacidad de engullir tendencialmente inacabable…”. Y la Inteligencia Artificial (IA), soluciona el del análisis, pero con ventaja, porque va aprendiendo de manera muy parecida a como lo hace el ser humano. Así es capaz de conocer el estado de salud de los europeos por sus búsquedas en Internet y, en consecuencia, fabricar y poner a la venta los medicamentos correspondientes.
En resumen, el
Big data ya ha empezado a llegar a España (el estudio de Venture Watch constató que en 2015, el negocio del
Big data ocupaba ya el quinto lugar entre los tecnológicos), y aumentará extraordinariamente nuestro bienestar, pero a cambio de que disminuya nuestra intimidad y libertad.