El Glaciar Perito Moreno es el más visitado del mundo. Sus dimensiones son descomunales, su espectacularidad es abrumadora. Es difícil despegar la mirada de las imponentes paredes de hielo con más de 70 metros de altura.
Antes de abandonar el Chalten visito la capilla de los escaladores. En el pequeño atrio hay una placa adosada a la pared con los nombres gravados de las personas que han muerto escalando las paredes de estas montañas hasta 1998. Entre ellos el del Español Jose Luis Domeno, muerto en el cerro Mermoz. La mayor parte de los accidentes fueron en el Fitz Roy.
Llama la atención que algunos de los escaladores murieran el mismo día y en el mismo cerro. La caída de uno debió arrastrar a toda la cordada.
Abandonamos El Chalten sintiéndonos afortunados de haber llegado hasta este lugar. En la distancia los cerros se iban perdiendo de vista mientras nos dirigíamos a otro lugar mítico en la lejana Patagonia, el Glaciar Perito Moreno.
Si hay una manera de definir este glaciar es con las palabras que dan título a esta jornada.
El Glaciar Perito Moreno es el más visitado del mundo. Sus dimensiones son descomunales, su espectacularidad es abrumadora. Es difícil despegar la mirada de las imponentes paredes de hielo con más de 70 metros de altura. Continuamente masas de hielo se desprenden de la parte frontal del glaciar causando un ruido sorprendente. La luz crea sobre el hielo un color azul bello e inquietante.
La masa de hielo se adentra cuarenta kilómetros hacia los valles de las montañas que lo circundan. A ocho kilómetros el espesor del hielo llega a los 700 metros. Sin embargo, el glaciar retrocede año tras a año. Del 2009 al 2011 retrocedió cerca de 4 kilómetros. El cambio climático parece aquí evidente.
Nos encontrábamos a 290 kilómetros de Rio Gallegos, el lugar donde debería terminar nuestro viaje hacia el sur. Hasta el momento llevábamos recorridos unos 4.000 kilómetros y los días que teníamos por delante ya eran escasos. Después de meditarlo sobre el mapa tomamos la decisión de regresar hacia Gomernador Gregoles para hacer noche y después retomar la ruta hacia Sarmiento, el lugar donde Bruce Chatwin se topo con el Bosque Petrificado. Pero eso se merece otra crónica.