Durante toda la noche el viento ha barrido Rio Pico de extremo a extremo. Las láminas de metal que cubren la cabaña del vasco han estado tintineando durante toda la noche. Las temperaturas han bajado pero dentro se respira un ambiente cálido gracias al gas natural, que los argentinos consumen con verdadera voracidad.
El día amanece con lluvia y vientos de 80 kilómetros por hora. Pensamos que lo mejor es partir hacia Perito Moreno pues para el sur la previsión del tiempo es de mejoría. Lo sentimos por Reinaldo Hand, hubiera sido interesante haber ahondado más en la relación de sus antepasados con los forajidos “norteamericanos” (así los llamaba la tía de Reinaldo) Wilson y Evans.
Nos despedimos del Vasco Hito lamentando no poder quedar un día más para conocer los lagos cercanos a Rio Pico. Un abrazo y hasta siempre. Lo repito, un hombre excepcional.
En Gobernador Costa paramos a cambiar moneda en el Banco de Chubut. Un empleado me presenta al director del Banco. Su nombre es Miguel Lalaurri. De padre vasco y enamorado de España después de un viaje 12 años atrás. Charlamos un rato.
Una hora más tarde -así son los tramites bancarios en Argentina- enfilamos hacia Perito Moreno. Hicimos una parada en una zona de servicio abandonada unos siete años atrás- un joven nos lo confirmaría en una parada posterior- : “La Florita”, rezaba un cartel doblado bruscamente por la acción del viento. En su momento debió de ser un lugar importante de parada para los camioneros y viajeros de la Ruta 40. Un lugar en medio de la nada.
A unos cuarenta kilómetros paramos a comer. Maxi nos atendió con extrema amabilidad. Regentaba “Los Tamariscos” siguiendo la labor de su abuela, fundadora de la estancia en 1938. Una familia donde se cruzaba lo español y alemán. Nos sirvió un par de huevos fritos y unos bocaditos de jamón medio crudo. No tenía otra cosa.
En la parte posterior su abuela había creado un pequeño museo a lo largo de los años. Sobre las paredes, innumerables puntas de flecha talladas sobre piedra, fotografías en blanco y negro de indios curtidos por el sol, revólveres, instrumentos musicales,... Todo un compendio de vida e historia ( Facebook Los Tamariscos)
“He caminado todo el día y el siguiente. Carretera recta, gris, polvorienta, sin tráfico.
Viento implacable, que dificultaba la marcha. A veces oías un camión, estabas seguro que era un camión, pero era el viento. O el ruido del cambio de marcha, pero era el viento. A veces el viento sonaba como un camión vacio traqueteando sobre un puente. Incluso si un camión se hubiera acercado por atrás no lo habría oído. Y aunque hubieras tenido el viento a favor, éste habría silenciado el motor”
(En la Patagonia, Bruce Chatwin).
Y así, zarandeados por el viento llegamos a Perito Moreno, una pequeña ciudad a las puertas del Lago Buenos Aires. Desde este lugar Chatwin realizo varias rutas y visitas a estancias.
Una de ellas fue hasta el valle Huemules donde se encontraba una estancia con el mismo nombre administrada por la familia Menéndez Behety, una de las mayores criadores de ganado ovino en el Sur. Este valle queda apartado de nuestra ruta prevista.
A Chatwin lo que realmente le interesaba era encontrar al famoso unicornio del padre Palacios. Para eso necesitaba caminar hasta Lago Posadas y preguntar por el cerro de los indios. Ese sería nuestro destino para mañana.
Ya atardecía cuando entramos en Los Antiguos, población a orillas del Lago. El frio era intenso y el viento había amainado. Nos alojamos en Las Cabañas “Cerca del Lago”. José preparó la cena – unas excelentes patatas guisadas con carne-. Más tarde pasé una velada con los encargados compartiendo mate. Durante más de tres horas conversamos sobre Chatwin, las ganas que tenían de viajar a Egipto y Grecia, la situación en Argentina y la educación de los hijos.