... El 11 de febrero, Juan Franco, alcalde La Línea visitó a Fabián Picardo. ¿Para qué? Durante dos horas ambos hablaron, sobre todo, de la nota emitida por el propio Picardo advirtiendo a los gibraltareños de las largas colas e incomodidades que pueden surgir si no hay acuerdo entre la UE y GB. Picardo también informó a Franco de la situación en que se encuentran las negociaciones entre ambas partes. Además, desde que Franco asumió su cargo, los encuentros con Picardo son habituales, tanto los oficiales como los informales.
Al día siguiente llegó a Gibraltar el Comandante de la Flota de la Royal Navy, vicealmirante Andrew Burns. En la visita estuvo acompañado por el comodoro Steve Dainton, comandante en jefe de las fuerzas británicas en Gibraltar y, por tanto, responsable de las operaciones de patrulla que realiza el Escuadrón de la Royal Navy en el Peñón.
En una aparente jornada de inspección de sus fuerzas navales con base en Gibraltar, el vicealmirante Burns llegó para conocer de primera mano los últimos incidentes marítimos ocurridos en la bahía de Algeciras descritos en las últimas cartas, tras recibirse en Londres las quejas diplomáticas españolas. Sobre todo, por la actuación de una patrulla británica que acosó a un buque español cuando pretendía auxiliar a un velero a la deriva. Y como la denegación de auxilio en el mar o su obstaculización es un delito previsto en la legislación internacional, el vicealmirante quiso saber exactamente lo ocurrido, no fuera ser que GB fuese acusada por ese delito. Lo que no sabemos es el efecto que haya podido causar en este alto mando de la Royal Navy lo que le contaran sus muchachos en el Peñón.
Ese mismo día, 12 de febrero, Europa Sur entrevistó al ministro de Exteriores, señor Albares, a quien preguntó sobre la situación en Ucrania, la posible invasión rusa, las relaciones con Marruecos y el Sahara y, por supuesto, sobre el GIBREXIT.
Fue curioso porque preguntado sobre las posibles negociaciones de la OTAN y la UE con Rusia para evitar una guerra con Ucrania, dijo textualmente que “no se puede dialogar bajo la presión militar”. Quizás por eso, porque no existe al parecer ninguna presión militar en la colonia militar de Gibraltar, la UE está negociando con GB sobre el futuro del Peñón. ¿Podría aclararlo, señor Albares?
Preguntado sobre el Brexit Británico y Gibraltar, el fracaso de las cinco primeras rondas de negociaciones y lo de la “prosperidad compartida”, el señor Albares dijo: “Esta es una negociación compleja… El objetivo de España es crear una zona de prosperidad compartida en el Campo de Gibraltar. La guía de España es el Campo de Gibraltar y los 270.000 españoles que viven en la comarca”. Pero señor Albares, ¿prosperidad para quién? ¿Cómo conseguirla y de qué forma? ¿Permitiendo que Gibraltar siga colonizando más zonas de la comarca?
Añadió que “el horizonte ideal sobre el que teníamos que trabajar era más o menos en torno a la Semana Santa. Lo que le puedo garantizar es que por nosotros no va a quedar”. Preguntado que si hay acuerdo a costa de qué va a ser, Albares dijo: “A costa de nada, desde luego”. Porque ese acuerdo debe ser a favor de la prosperidad de todo el Campo de Gibraltar, etc., etc.
En relación con la sexta ronda de negociaciones, o con la séptima, o con la que sea, dijo que “habrá las rondas que sean necesarias… Lo importante es que no se pierda de vista el objetivo: la creación de una zona de prosperidad compartida (¡Y dale con el mito!)… ¿Cuál es la alternativa? ¿Que se aplique a rajatabla la legislación europea de fronteras? No es lo que deseamos”.
Pues claro que no. Porque la violación de nuestras fronteras es diaria por el norte, el sur, el Este y el Oeste. Además, a este gobierno socialcomunista no le interesa esa legislación europea cuando no les conviene o no les gusta. ¿Qué más da que en la zona Schengen entre por Gibraltar el que quiera? Pero ¿saben lo que quieren? Porque si lo del mito de la prosperidad compartida se lo creen y la UE dejara que Gibraltar fuera un coladero de personas para todo el que quiera entrar en Europa, nuestro país terminaría convirtiéndose en el gran zoco europeo, que iría extendiéndose de sur a norte del continente como una mancha de aceite.
Cuando le preguntaron que si España tenía previsto un plan B si no hay acuerdo entre la UE y GB, el señor Albares dijo: “Por supuesto, España está preparada para cualquier eventualidad”. Naturalmente no dijo de qué modo ni explicó en qué consiste ese plan B. No lo dijo ni se espera que lo diga, ni creo que haya plan B.
En definitiva, para este gobierno Gibraltar es un asunto secundario. Excepto lo de repetir como una cantinela lo del mito de la “prosperidad compartida” que es a lo que no se va a llegar nunca. Pero eso distrae la atención y encubre lo esencial: exigir a GB la descolonización de la colonia militar. Lo que queda demostrado con este Gobierno, con su presidente y la multitud de ministros que le acompañan, es que tememos irritar a GB. NO quieren hacerlo. Y prefieren ponerse de acuerdo con los británicos y con Fabián Picardo. ¿Y la integridad territorial de España? ¡Bobadas!
El 13 de febrero, en el diario Área, se pudo leer: “La negociación sobre Gibraltar ya inquieta a la sociedad civil”, es decir a los 30.000 ratoncillos que viven en la jaula de la colonia militar. Y lo constataba así: “El último incidente entre la Royal Navy y un barco del Servicio de Vigilancia Aduanera en las ‘aguas en disputa’; el endurecimiento recíproco en las condiciones de viaje para camiones que entran y salen del Peñón; el folleto del gobierno de Gibraltar dibujando un escenario de largas colas…, y la escasa información sobre los avances concretos en las negociaciones…, inquietan a la sociedad civil cuando solo queda un mes para que finalice el plazo dado por los negociadores”.
Sigue el diario diciendo que las alarmas han saltado con el folleto del gobierno de Gibraltar, mientras el ministro Albares tranquiliza al respetable: la negociación está al 99%. Y pide generosidad del Reino Unido. ¡Y que nos perdone por nuestros pecados! Es lógico que la población en el Peñón esté inquieta. El futuro es incierto. Lo que sí sabe es que la basura y sus olores se le siguen acumulando en el depósito de Europa Road, dando la peor imagen de Gibraltar. El propio diario asegura que lo que sí es cierto es que por parte de España y Gibraltar hay un interés sincero para que se llegue a un acuerdo. Es lógico por parte de Gibraltar. ¿Pero lo es o debiera ser por parte de España? ¿Con qué objetivo de futuro a largo plazo? Sin embargo, parece que los británicos no comparten ese interés. Un comentario sobre el artículo en este diario decía: “El ministro dice textualmente en otro medio (refiriéndose al señor Albares), que hay una parte importante que ya está acordada, aunque hasta que no esté todo acordado, no hay nada acordado”. ¿Se acuerdan de lo de los hermanos Marx? “La parte contratante de la primera parte…”. Pues eso.
Mientras se celebró un debate en la embajada argentina en Madrid al que fue invitado el embajador español, señor Yturriaga, y en la que se planteó el siguiente tema: “Malvinas se parece a Gibraltar, pero el gobierno español no se parece al argentino”, en el sentido de que el tema de la Malvinas es una cuestión de Estado para Argentina, mientras que en España se quebró ese principio con los gobiernos socialistas.
Las islas Malvinas fueron cedidas a Argentina por parte de España (Virreinato de la Plata), tras el comienzo de la independencia argentina en 1810. Los argentinos tomaron posesión de ellas en 1820. Pero en 1830 la fragata británica “Clio” mandada por John Oslow se apoderó del archipiélago por la fuerza. Gran Bretaña estableció una base naval en Puerto Stanley para dominar el tráfico marítimo en el Atlántico Sur, el acceso al estrecho de Magallanes y a la Antártida.
La guerra por las Malvinas en 1982 perjudicó a España. Porque tras la firma de la declaración de Lisboa en 1980, España y GB se habían comprometido a resolver el conflicto de Gibraltar de conformidad con las resoluciones de la ONU. Pero aquella guerra endureció la posición de Margaret Thatcher que destituyó al ministro Lord Carrington y suspendió las negociaciones sobre Gibraltar.
En este debate se dijo que el tema de la Malvinas es un punto clave en la política exterior argentina –con el apoyo siempre de todos los partidos políticos y la opinión pública argentina–, mientras que en España no ocurre, ni por asomo, lo mismo desde que en 1982 el PSOE abrió la Verja, cerrada desde 1969. No obstante, el ministro de Exteriores socialista, Francisco Fernández Ordóñez, afirmó en 1992 que “la reintegración del territorio de Gibraltar a España es un objetivo permanente de todos los gobiernos españoles sobre el que están de acuerdo todas las fuerzas políticas por encima de ideologías y partidos… Al servicio de este objetivo político irrenunciable, la estrategia del gobierno español se puede resumir así: España ha renunciado a la violencia como medio para conseguir la descolonización de Gibraltar, que debe conseguirse mediante negociaciones entre España y el Reino Unido”. Esta fue la teoría hasta 2004.
Llegado ese año el ascenso al poder de Rodríguez Zapatero, ese principio básico se acabó, dando entrada en pie de igualdad en cualquier negociación entre España y GB a los representantes de Gibraltar en virtud de las “aspiraciones” de la población gibraltareña, que ya había aprobado en referéndum la continuidad del dominio británico.
Pedro Sánchez, se dijo en el debate, ha seguido esta táctica entreguista y en momentos en los que España tiene una base jurídica favorable en la ONU, tras el Brexit se ha dilapidado esa favorable coyuntura con un acuerdo con GB en la Nochevieja de 2020 para aplicar los beneficios de la zona Schengen a Gibraltar, muy favorable para los gibraltareños y muy perjudicial para los españoles.
Este es un resumen de aquel debate en la embajada argentina. Y es cierto. Aunque el tema de Malvinas y Argentina se parezcan al de Gibraltar, los gobiernos de España no se parecen a los argentinos en este asunto.
Hábilmente GB ha convertido en ambos territorios lo que es un problema de descolonización en una cuestión de ejercicio de libre autodeterminación de los pueblos. Pero eso va en contra de los principios de la ONU. No lo hizo con Hong Kong, porque GB se hace grande con los pequeños y pequeña ante los grandes. En una ocasión José Virgilio Conchero le preguntó al ministro de Exteriores británico que cuándo GB iba a devolver Gibraltar a España, como había hecho con Hong Kong. Su única respuesta fue clara: cuando España fuera como China.
Que conste que el cierre de la Verja con un candado, no constituye ningún uso de la fuerza. Es lo único que hasta ahora han entendido los gobiernos de GB. Manteniendo, eso sí, la constancia de que ellos son capaces.
Los españoles, en especial los de izquierdas, ya han demostrado que no la tienen. Ni constancia ni otras muchas cosas.
Un abrazo a todos.