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UN POCO DE HISTORIA LEONESA

Félix Gordón Ordás
Félix Gordón Ordás

Ante el derribo de la casa en León de Gordón Ordás

Por Juan M. Martínez Valdueza
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Resumen biográfico de Félix Gordón Ordás, político leonés republicano de primera fila cuya casa ha sido recientemente demolida por orden del Ayuntamiento de León, en su camino político antes y después del exilio.

GORDÓN ORDÁS, FÉLIX[1] (1885-1973)

Diputado de Unión Republicana, elegido por el distrito de León en las elecciones del 16 de febrero de 1936 dentro de la candidatura del Frente Popular, con 72.985 votos.

Nació en León el 11 de junio de 1885, en el seno de una familia humilde y de fuertes convicciones religiosas, siendo sus padres Rosendo Gordón y Bárbara Ordás.

Estudió el bachillerato en el Instituto General y Técnico de León, graduándose en 1900 con sobresaliente. Ante la oposición de sus padres a que estudie Derecho en Oviedo, cual era su intención, elige una de las dos posibles opciones de estudio en León: la Escuela Superior de Veterinaria.

En 1905 obtiene el título de veterinario, con un brillante expediente académico, y permanece durante varios años en la Escuela como profesor auxiliar.

En 1909 gana las oposiciones al Cuerpo de Inspectores de Higiene y Sanidad Pecuarias, con el número uno, eligiendo Madrid como destino. El 23 de diciembre contrae matrimonio civil con Consuelo Carmona Naranjo y se instalan en la capital de España. Tendrían tres hijos: Sigfredo, Brunilda y Ofelia.

Inicia su actividad política siendo muy joven, republicano convencido y anticlerical profundo. Su ansia de regeneración y modernización de la sociedad le lleva a volcar sus energías en el ámbito de su profesión, siendo un punto de referencia en el mundo de la veterinaria todavía hoy día.

Militó en el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux prácticamente desde su fundación en 1908, participando activamente en campañas de proselitismo y divulgación del ideal republicano.

En 1923 se presenta a las elecciones a Cortes como republicano-veterinario por el distrito de Fraga-Tamarite, Huesca, no saliendo elegido diputado.

Durante la dictadura de Primo de Rivera se distingue por su crítica al mismo.

En 1929 se incorporó al Partido Republicano Radical Socialista recién fundado por Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz, abogado asturiano y amigo con el que compartía militancia en el partido de Lerroux.

El nuevo partido en el que milita ahora Félix Gordón Ordás, firma el Pacto de San Sebastián en agosto de 1930, pasando a formar parte del Comité Revolucionario primero, y del Gobierno Provisional de la República en abril del año siguiente. Con ello, y tras obtener el acta de diputado por León, Gordón pasa a primera fila en el nuevo régimen. Su amigo y compañero Álvaro de Albornoz es el ministro de Fomento, y él se incorpora al equipo de gobierno desempeñando los cargos de director general de Minas y subsecretario del ministerio de Fomento. Durante el desempeño de este último cargo tendrá lugar la polémina creación de la Dirección General de Ganadería. El 8 de octubre de 1933 es nombrado ministro de Industria en el gobierno presidido por Martínez Barrio.

El momento político es confuso. La ruptura entre los republicanos de izquierda trae como consecuencia la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones, así como la escisión del Partido Republicano Radical Socialista. El buen entendimiento de Gordón Ordás con Martínez Barrio le hará ministro y, un año después, las formaciones de ambos se fusionarán en un nuevo partido: Unión Republicana.

En el ínterin, Gordón renueva su acta de diputado en las elecciones de noviembre de 1933 de forma milagrosa y debido a su ascendencia en León, ya que su partido pasa de tener 52 diputados en 1931 a únicamente 3 en 1933 [2]. En marzo de 1934 Martínez Barrio rompe definitivamente el Partido Republicano Radical de Lerroux con la creación de su Partido Radical Demócrata, al que arrastrará a gran parte de los diputados radicales de filiación masónica.

En las Cortes de 1933, en la oposición, Gordón se significó, y tuvo bastante eco en la provincia de León, por su postura radical en contra de la ley de Remuneración del Clero.

Como ya hemos apuntado, la mayor parte de los líderes del partido Radical Socialista lo habían abandonado para posteriormente fusionarse con la Acción Republicana de Manuel Azaña, creando Izquierda Republicana. Del mismo modo, el resto del partido, capitaneado por Gordón Ordás, y habida cuenta del fracaso electoral, se fusiona con el ex radical Martínez Barrio. Muchos han visto, simplificando, en la Unión Republicaca resultante, la agrupación de los radicales de Lerroux más a la izquierda, con los radicales socialistas más a la derecha.

Sea como fuere, tras el fiasco de la legislatura de centro derecha y la convocatoria de nuevas elecciones, la formación del Frente Popular volverá a reunir a las diversas formaciones republicanas de izquierdas, y Gordón Ordás se verá obligado a defender el izquierdismo de Unión Republicana en más de una ocasión [3].

Fue el candidato más votado en 27 de los 236 municipios de la provincia:

Armunia

León

Puebla de Lillo

Valverde de la Virgen

Bercianos del Páramoa

Matadeón de los Oteros

La Robla

Vega de Infanzones

Cacabelos

Matallana de Torío

Rodiezmo

Vegaquemada

Castropodame

Noceda

Roperuelos del Páramo

Vegas del Condado

Cimanes de la Vega

Páramo del Sil

San Andrés del Rabanedo

Villamañán

Congosto

Pola de Gordón

Santovenia de la Valdoncina

Villaquilambre

Fresno de la Ribera

Ponferrada

Valdepiélago

Pero no es fácil para Félix Gordón Ordás, liberal a ultranza pero también hombre de orden y costumbres tradicionales, conjugar los principios en los que cree más que firmemente, con las decisiones políticas y sus derivadas de todo orden. En 1936 los derroteros por los que discurre la Segunda República, cuando muchos de los grandes pensadores españoles ya han abandonado toda esperanza, y otros sienten la desazón que produce la duda, Gordón se mueve con dificultad. Ante hechos como la sublevación armada de los socialistas en 1934, que rechaza por ir en contra de todos y cada uno de sus principios, Gordón se alza en la denuncia de los excesos de la represión gubernamental. Acepta los postulados del Frente Popular, que incluye la colaboración de los comunistas, pero lucha por evitar que formen parte de su candidatura en las elecciones. Y cuando en su fuero interno no puede más, pide insistentemente salir fuera. Seguir luchando desde la tribuna; sacar los pies del barro y luchar donde sus palabras, su elocuencia, puedan ser batidas con palabras, con ideas, como han de ser las cosas por su propia naturaleza, dejando el horror para las páginas de los libros, testigos mudos que se almacenan en su biblioteca.

Renovada su acta de diputado el 16 de febrero de 1936, el nuevo gobierno de Manuel Azaña nombra ministro de Hacienda a su compañero de candidatura Gabriel Franco. Gordón vive los primeros meses angustiado al ver el desarrollo de los acontecimientos y pide ser nombrado en algún puesto fuera de España. El 8 de abril recibe su nombramiento de embajador en Méjico, de manos del ministro de Estado Augusto Barcia Trelles, Gran Comendador del Supremo Consejo de la Masonería. Previsoramente, recoge sus cosas, sus papeles que tan importantes serían para poder más tarde escribir su historia, y se despide de sus amigos en León. Quizá intuya que la despedida es para siempre. Antes, ya ha escrito: “La República naufraga en manos de la irresponsabilidad: huelgas, atentados, hambre…, en el Parlamento, verbalismo irresponsable”.

Y se incorpora a su puesto en Méjico, desbordante de actividad, luchando con su palabra republicana en todas partes. También se hace cargo de la embajada de Cuba.

Después de la guerra, forma parte de las gobiernos republicanos en el exilio, primero en Méjico y después en París, durante nueve años, hasta que el 18 de abril de 1960 renuncia a su cargo.

Retirado ya de la actividad política, y de nuevo en Méjico, dedica su tiempo a escribir una magna obra, de muchos volúmenes, donde recoge hasta el más mínimo detalle de su labor política dentro y fuera de España.

Falleció en Méjico el 26 de enero de 1973, a los 88 años de edad. Desde 2004, sus cenizas reposan en el Panteón de Hombres Ilustres del cementerio de León.

Además de infinidad de obras relacionadas con el mundo veterinario, escribió las siguientes: Una campaña parlamentaria. El artículo 26 de la Constitución y los haberes pasivos del clero (1936); Crímenes en la retaguardia rebelde (1939); Al borde del desastre. Economía y finanzas en España (1939-1951); Mi política en España (1961, 1962, 1963); Mi política fuera de España (1965, 1967, 1969, 1970, 1972). Más de ocho mil páginas que son, en sí mismas, la historia de España de aquella época.

[1] En los aspectos personales se ha seguido a Miguel Cordero del Campillo en su obra Félix Gordón Ordás, 2004.

[2] Además de Félix Gordón Ordás, fueron proclamados diputados Manuel Muñoz Martínez por Cádiz y Aurelio Ramos Acosta por Málaga.

[3] Ver a continuación el artículo de Gordón Ordás del Capítulo XIII.

Se reproduce a continuación el artículo publicado en el diario La Democracia el día 3 de enero de 1936.

UNIÓN REPUBLICANA ES UN PARTIDO DE IZQUIERDA

FÉLIX GORDÓN ORDÁS

Diputado

He visto varias veces en periódicos republicanos de Madrid la insinuación de que Unión Republicana es un partido de centro; pero nunca lo había leído afirmándolo con la rotundidez con que se hace en el número de ayer de El Heraldo de Madrid, y precisamente al tratar de definir la existencia de un republicanismo centrista. Por eso es ahora, y no antes, cuando me ha parecido eficaz salir al encuentro de esa opinión errónea. El articulista asegura, no solamente que Unión Republicana es un partido de centro, sino también que circunstancialmente, y ante la coalición de las fuerzas reaccionarias, aporta sus fuerzas al frente popular de izquierdas. Como considero que dejar pasar en silencio esas afirmaciones podría prestarse a equívocos perjudiciales para la seriedad del partido en que milito, escribo estas líneas con el propósito de decir y probar que Unión Republicana es, por su voluntad y desde su origen, un partido sustancialmente de izquierda, sin que nadie pueda sostener con razón que hay dentro del área de la República española, con la sola excepción de ciertas organizaciones obreras, ningún partido político que esté situado más a su izquierda.

Al constituirse Unión Republicana en un Congreso nacional celebrado en septiembre de 1934 por la fusión de los partidos radical demócrata y radical socialista se pronunció en el sentido de ampliar dicha fusión “con los partidos republicanos de izquierda que tengan identidad táctica y programática”. Esta es una terminante declaración de principio y de finalidad. Pero aun está sobre ella el ideario unánimemente aprobado por dicho Congreso en el que figuran, entre otros, los siguientes postulados que reproduzco como ejemplos bien significativos:

“Nacionalización de las aguas, de las minas, de los bosques, de los ferrocarriles, de la tierra, del seguro en todas sus formas y de los teléfonos.

Abolición de los impuestos indirectos.

El impuesto considerado como instrumento de justicia social, por lo cual no podrá gravar el trabajo y recaerá en forma progresiva sobre las rentas, las sucesiones y el capital de monopolio.

Creación del Banco Nacional con privilegio de emisión.

Participación del obrero en la dirección y beneficios de las Empresas.

Organización del crédito para todos los trabajadores.”

No creo necesario reproducir más. ¿Puede decirse en justicia que es de centro republicano el partido que tiene esos principios económicos y fiscales en su ideario? En caso afirmativo ¿dónde están los partidos republicanos de izquierda?

Unión Republicana declaró al nacer su izquierdismo categórico y no hay motivo para dudar de su propia declaración; pero aunque no lo hubiera declarado ella, lo declararía constantemente el contenido de su ideario. Si Unión Republicana fuera un partido de centro, no estaríamos afiliados en ella ninguno de los elementos procedentes del partido radical socialista. No es pues una consideración circunstancial la que impulsa a Unión Republicana a sumar sus fuerzas al frente popular de izquierdas. Es, por el contrario, su propia esencia ideológica y su compromiso espontáneamente adquirido no más lejos del día de su salida al mundo, que, repito, fue de fusión con los demás partidos de izquierdas con los que tuviera identidad táctica y programática.

Para muchos de los militantes en Unión Republicana –yo he defendido la tesis públicamente más de una vez– lo más apetecible sería que la alianza electoral que se elabora terminara en la constitución de un solo partido republicano de izquierda. No hay nada ni ideal ni táctico, absolutamente nada, que se oponga a la realización de este proyecto que yo vengo acariciando desde hace más de dos años. Por muchos esfuerzos de buena voluntad que se pongan en la empresa, una alianza jamás dará los frutos de una fusión. Y la República lo que necesita son instrumentos permanentes y no circunstanciales de gobierno. Para lograrlos algún día –lo mismo a la izquierda que a la derecha y me reservo la opinión sobre ese supuesto centro fantasmagórico– bastaría con que todos pensemos más en el régimen que en sus servidores.

* * * *

Textos extraidos de la obra del autor: "MARTÍNEZ VALDUEZA, J.M. Las elecciones generales de 1936 en León y su provincia, Lobo Sapiens, León, 2007"

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