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AEME (PCA/2023-2024)

Una defensa de Europa dependiente de Trump

Trump, posible próximo presidente de EE. UU. (Foto: elaboración propia de El Orden Mundial: https://elordenmundial.com/).
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Trump, posible próximo presidente de EE. UU. (Foto: elaboración propia de El Orden Mundial: https://elordenmundial.com/).

LA CRÍTICA, 13 MAYO 2024

Por Ricardo Martínez Isidoro
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Si desciframos el discurso de los analistas, especialistas en Geo Estrategia y en la mal llamada Seguridad y Defensa, cuando lo correcto sería denominarla Seguridad Nacional, podemos llegar a la conclusión de que las grandes decisiones sobre la Defensa de Europa, en la que conceptualmente está sumida la Defensa Europea, dependen en gran medida del resultado de las próximas elecciones norteamericanas, y de si el candidato Donald Trump obtiene la victoria en ellas, una vez desembarazado de sus compromisos judiciales.


Cabe reconocer que, a pesar de la concepción del poder actual de algún geo estratega, como multipolar, la prevalencia de los Estados Unidos en los espacios euro atlántico e indo pacífico es todavía importante, pues también en aquel escenario lejano de Extremo Oriente se plantean su defensa con aquella hipoteca. (...)

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Es coherente reconocer que las circunstancias que gravitan sobre ambos escenarios se ven agravadas por la oportunidad que suponen los riesgos y amenazas actuales; en el escenario indo pacífico, en su emergencia, China, como potencia económica de primer nivel, marca también su glacis defensivo a base de la anexión de territorios limítrofes en litigio, y no precisamente Taiwán, siempre reivindicado y expresado en su Constitución como la propia China, sino de aquellos territorios que le sirven para definir el límite de su influencia y asientan su defensa avanzada, para esgrimir y materializar el concepto A2/AD, es decir la negación de área, el anti acceso al Continente, al antiguo Imperio Central.


Las potencias de la zona, como Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda, pero también Indonesia, Filipinas, Singapur, etc., de menor nivel, y por supuesto Taiwán, ven cómo precisan la protección de Estados Unidos, por otra parte potencia del Pacífico, frente al coloso chino tanto en el aspecto convencional como en el nuclear.


Es patente, como ha sucedido en Europa, con la excepción de Francia y Gran Bretaña, que alguna de ellas, sobre todo Corea del Sur, que mantiene un peligroso contencioso con el belicoso “hermano” del Norte, desearía acceder al arma nuclear para su protección en todas las direcciones estratégicas, y que mira a Estados Unidos en este sentido, no dando el paso al abandono del Tratado de No Proliferación Nuclear porque cuenta con la protección norteamericana, dado que sus capacidades tecnológicas harían posible esta renuncia y rápido acceso al arma nuclear, incluso alguna de sus plataformas militares submarinas estarían en disposición de recibir aquellas.


Japón, con otras sensibilidades históricas, se rearma, por primera vez desde 1945, y reforma su Constitución al respecto, al reflexionar sobre las amenazas; el resto de países construyen coaliciones de defensa mutua para hacer patente su disposición a defenderse contra las imposiciones indo pacíficas, pero en todas ellas se cuenta con la potencia militar de Estados Unidos, y el paraguas nuclear que les pueda proporcionar, ante otro Estado, China, con una creciente potencialidad nuclear, no solo regional sino intercontinental y con un desarrollo tecnológico sin precedentes.


Es patente que Estados Unidos tiene intereses estratégicos en ambos escenarios, y si revisamos el despliegue de sus Mandos Operacionales se constata que sus límites abarcan todo el Mundo, aunque habría que significar que el otro escenario importante es Europa, y lo es por la amenaza, y no riesgo como en el Pacífico, por la invasión de la Federación Rusia de Ucrania.


Se plantea, en relación con un posible desistimiento de Estados Unidos sobre el Continente, la posibilidad de que la Defensa de Europa no cuente con la efectividad necesaria para hacer frente a una hipotética embestida rusa.


En su aspecto convencional, los largos años de aprovechamiento de los “dividendos de la paz” para mejorar las políticas sociales han sumido las políticas de defensa, en muchos Estados europeos, en niveles lejanos a los apropiados para hacer frente a una guerra convencional de gran envergadura; sus abastecimientos para aquella, en su momento determinados como convenientes por la OTAN, no han sido mantenidos por su carestía, las economías de guerra se desconocen en el ámbito de la sociedad al haber desterrado como posible llegar a ella, la movilización en las diferentes naciones europeas, incluida España, son inauditas, y no se refieren exclusivamente al ámbito militar sino a todos los recursos necesarios para participar eficientemente en un conflicto, es decir la Defensa Civil.


Pero hay más, las industrias de defensa, en Europa, van todavía en orden disperso, tratando de conseguir sus objetivos empresariales de forma individual, a pesar de los últimos esfuerzos en la UE al respecto, y los países más potentes en este sector, Francia sobre todo, no figuran entre los que ceden sus posibilidades industriales a terceros; según los expertos, la producción europea de munición de artillería no daría suficiente margen para igualar en los próximos años la mitad de la necesaria para hacer frente a un ataque de la Federación rusa; actualmente por cada proyectil que lanza Ucrania recibe 17 de su artillería enemiga.


Más peligrosa todavía es la aseveración de duda de que las Grandes Unidades occidentales, las europeas en este caso, estén preparadas para un conflicto de alta intensidad y larga duración; se desconfía de que después de tantos años de preparación para la Misiones de Apoyo a la Paz y Humanitarias, los Estados Mayores y Mandos, formados para su actuación en el nivel político militar, muy cercano a la diplomacia de defensa, estén bien adiestrados en la actuación en el seno de las Grandes Unidades, Brigada, División y Cuerpo de Ejército, base de la Fuerza Terrestre de los países que van a tener que enfrentarse a los posibles ataques de las fuerzas de la Federación Rusa; la fuente, de alto rango militar OTAN en el extranjero, exceptuaría a Gran Bretaña, Francia y Alemania.


Si nos referimos a las armas nucleares, las europeas están en manos de Francia y Gran Bretaña, y las de estas últimas con doble llave de Estados Unidos y asignadas a la OTAN; en cualquier caso el paraguas nuclear norteamericano se hace imprescindible, a pesar de la no tan insignificante respuesta posible de la “Force de Frappe” gala.


En este sentido, cobra especial importancia la determinación del futuro Presidente de los Estados Unidos al respecto de ambos escenarios, pues bajo el punto de vista nuclear, la disuasión, deberá atender a ambos espacios, indo pacífico y europeo, ante dos potencias, Rusia, con un parque de 6000 cabezas, y China con unas 500 y con vocación de tener 1000 en los próximos años, sin tener en cuenta las veleidades del arsenal nuclear de Corea del Norte, siempre dispuesto a romper el diálogo disuasivo; para todo ello, Estados Unidos cuenta con 5500, para la “maniobra de la disuasión”, haciéndola menos creíble; se oyen también voces expertas que promueven una reforma de los sistemas nucleares de los norteamericanos, haciéndolos más versátiles.


El candidato Trump, con su “América First”, y la experiencia de su anterior mandato, ya envía señales de que el 2% del PIB invertido en Defensa no será suficiente, apuntando al 3%, y en algo tiene razón, el desajuste de los últimos años ha sido muy profundo y existen muchas capacidades en que la inversión para una Defensa Europea coordinada dista mucho de ser cerrada con las cifras anteriores, en un escenario en que la Federación Rusa no había mostrado sus intenciones reales, si es que las tiene, de invadir Europa.


Ricardo Martínez Isidoro, General de División, (R)

De la Asociacion Española de Militares escritores (AEME)


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