... ¿Recuerdan la irrevocable dimisión del Almirante Pita da Veiga como ministro de Marina en 1977? La Armada nos dio ejemplo de compañerismo. Nadie quiso relevarle en el cargo. La Armada en pleno apoyó a su Ministro.
A partir de entonces, ese compañerismo decayó de forma alarmante en las altas esferas militares.
Ahí está el ejemplo del Teniente General don José Mena Aguado. Fue cesado de forma fulminante por recordar el artículo 8 de la Constitución. Enseguida, otro alto mando militar ocupó su puesto. Con esta ventaja juegan los políticos.
Soy de los que creen que es preciso que un pequeño grupo del Mando Operativo de las FAS fuese vacunado con urgencia contra la peste china, entre ellos el JEMAD.
La cabeza operacional de nuestros Ejércitos tiene que estar dispuesta, 24 horas, todos los días, y más con los frentes abiertos actuales.
No es fácil recurrir al reemplazo rápido de quien tiene que manejar con eficacia, soltura y rapidez de reflejos la Defensa de los interesas españoles, dentro y fuera de nuestro país.
La vacunación de un reducido grupo de militares del Mando Operativo ni es arbitraria, ni debiera causar extrañeza a nadie.
Solo los imbéciles, como dice el filósofo francés, Michel Onfray, pueden rasgarse las vestiduras por ello.
Por eso, por ser imbéciles, desconocen las necesidades que requiere el mando operacional. De ahí su equivocación y su demagogia.
Además, dicha vacunación era conocida, por estar prevista, en el ministerio
La honrosa dimisión del JEMAD el sábado, 24 de enero, tiene tres derivadas: personal, institucional y política.
La personal define al militar honrado y, sobre todo, con sentido de la dignidad.
Poner alguien en duda que el JEMAD y sus colaboradores no obraron conforme a lo establecido por el protocolo de vacunación en las FAS, está fuera de lugar.
Él, junto con el JEMACON, el Jefe del Mando de Operaciones y otros pocos más, son la cabeza pensante de las operaciones de las FAS españolas. Si se suprime la cabeza, se produce el desconcierto.
¿Deberían dimitir junto con el JEMAD? Porque también a ellos se les ha condenado.
La derivada institucional es esa. Relacionada, sin duda, con el compañerismo.
Desde aquellos años 70, casi todos los altos mandos militares (de Coronel hacia arriba), comenzaron a preocuparse demasiado por hacer “instrucción de escalilla”.
Para muchos ha sido dedicación casi preferente. Y no pocos han llegado así donde no debían.
Hace unos días me preguntaron que ante determinados ataques a la Corona y a la Constitución, por políticos comunistas, separatistas y herederos de los terroristas, por qué el Mando militar no se pronunciaba, no decía nada. Ese Mando lo componían el JEMAD y los Jefes de los Estados Mayores de Tierra, Mar y Aire.
No estuve de acuerdo. Porque si fuera necesario, sospecho que algunos pensarían si cesaban a alguien: “Mira que bien. Quítate tú para ponerme yo”
Si tuvieran que hacerlo, para evitar esa tentación, tendrían que involucrase los tres Consejos Superiores de Tierra, Mar y Aire. El compañerismo lo requiere.
Y en cuanto a la deriva política, el tema es gravísimo.
La magistrada progresista y ministra de Defensa, que utiliza las puertas giratorias con facilidad apabullante, ya tiene unas cuantas “caídos” en su haber en defensa.
Entre ello, nada menos que dos JEMAD: don Fernando Alejandre Martínez, al que cesó de forma inopinada, y a don Miguel Angel Villarroya, obligado a dimitir. Ambos en un solo año.
A un Subsecretario, comandante del Cuerpo Jurídico (ascendido después a Teniente Coronel), nombrado por ella, a mayor humillación de los altos mandos militares. Tuvo que cesarlo por sus muy conocidos y relevantes servicios.
Hace pocas semanas, en la Pascua Militar, atacando en su discurso ante el Rey a quienes tienen todo el derecho a manifestar sus ideas de forma correctísima para dar voz a los sin voz. Quedó en ridículo.
Para los imbéciles a los que se refiere Onfray, esta señora está bien valorada por la opinión pública.
Al margen de que este multitudinario gobierno es un caos, ¿sabe la opinión pública lo que los ministros hacen para mantenerse en el cargo? ¿Ha dimitido alguno? ¿lo tienen prohibido? ¿De verdad la señora magistrada ministra de Defensa es lo mejor de este gobierno?
Lo dicho. A pesar de los que están casi todo el día pendientes de un futuro militar, a ver si en la milicia, en sus más altos niveles, se recupera ese valiosísimo compañerismo.
Es un valor del que no debemos olvidarnos jamás. Y el mejor ejemplo para una casta política que, en su inmensa mayoría resulta insoportable.
Enrique Domínguez Martínez-Campos
Coronel de Infantería, r. Diplomado de Estado Mayor