... Lo verdaderamente importante es el reparto de prebendas y gollerías, muy sustanciosas, como no puede ser de otro modo al derivarse estas de la administración del presupuesto de una de las mayores naciones del mundo. Y eso a miles de cachitos.
Tanto el concepto de social-comunismo como el de progreso no tienen el valor o el significado que podían tener allá por los años treinta del pasado siglo, donde casi necesariamente tenían que venir acompañados por unas cuantas pistolas en las sobaqueras de no sé cuántos diputados, amén del consiguiente manual revolucionario que compartían hasta con el último militante del pueblo más mínimo.
Hoy lo que se comparte fundamentalmente es el dinero. Los euros que caen sobre sus cabezas como el maná, en mil formas dististas pero todas sustanciosas, y que van desde los emolumentos varios de los políticos en el poder y el alcance directo de sus dedos, hasta el gozoso reparto a los políticamente cercanos por medio de organizaciones a veces tan ridículas como las que puede encontrar usted en el BOE acerca de la Memoria Histórica y que yo tuve la paciencia de recopilar durante no pocos años, por poner un ejemplo.
Resulta por tanto evidente que un Gobierno social-comunista o de progreso se notará que lo es, no en los aspectos sociales o económicos de su gestión, en los que solamente pueden hacer ruido, sino en aquellos otros que justifican su existencia como ganadores de la oposición al reparto de gollerías ya apuntado: memoria histórica, religión, franquismo de nuevo, ultraderecha y poco más. Eso sí, con una tozudez que hace de sus mentiras finalmente un catecismo más enraizado que el auténtico. Y en el que han conseguido que crea, simplificando, media España.
Si añadimos que el nivel de vida del colectivo rector del tal Gobierno social-comunista o de progreso, así como el de los tantos miles de subalternos que llevan su rectoría hasta mi pueblo, que es pequeñito, no hay peligro de revolución que valga. El Estado de Bienestar se encarga de ello y consigue que la problemática social gire en torno a las listas de espera de los hospitales y al importe de los PER o las PAC, que para todos tiene, excepto si eres autónomo y elegiste andar por esta vida por tu cuenta.
¿Problemas como el de Cataluña? Palabrería burguesa, que también allí la trágica semana se la tragó la Historia y cuando hayan de parar lo harán. Cuando realmente estén en peligro cierto de perder sus propias gollerías ¡ya lo creo que pararán! Fácil lo tiene el presidente del Gobierno social-comunista o progresista. Les habrá de seguir la corriente como hasta ahora, y si la cosa se pone fea les meterá mano a la bolsa, que para eso tiene el manguito de la Constitución.
Así que, señores de la oposición, no pierdan ustedes el tiempo en asustar al personal que aquí, en España, rica en vinos y políticos, con los comunistas bien colocados en el pesebre nacional, el único riesgo de verdad es que nos dejen sin toros porque, aunque a los varones quieran darnos por los fondillos por eso de la igualdad, eso no deja de ser la salida de una descerebrada que, aunque forma parte del colectivo rector, no es más que eso, una descerebrada.
Disfruten ustedes de su porción de gollerías, que no es pequeña, hasta que les toque de nuevo la lotería. Mientras tanto, repito, dejen de asustar al personal. O a la “gente”, como impúdicamente gustan de llamar al pueblo o a los ciudadanos o a los españoles la caterva –con perdón– que hoy ocupa una parte sustancial del Congreso de los Diputados.