Dedicado a Juan Manuel Martínez Valdueza
Una distinción polémica
En Noviembre de 2013, en el curso de un homenaje al desaparecido profesor Juan J. Linz que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Ramón Cotarelo destacó, entre otros muchos méritos del profesor español en la Universidad de Yale, el haber clarificado el concepto de Autoritarismo como pertinente a la caracterización y definición del régimen franquista. Él mismo reconoció que, como intelectual de la izquierda, hacía algo inusual, ya que un mantra recurrente de los progresistas de todo tipo ha sido emplear en un sentido retórico político (en realidad con una intencionalidad peyorativa, insultante) preferentemente los términos fascista y totalitario.
En justicia hay que consignar que el profesor Cotarelo, en las primeras páginas de una obra importante compilada por él mismo -¡más de veinte años antes!- (Transición política y consolidación democrática. España 1975-1986, CIS, Madrid, 1992), ya había asumido expresamente el carácter autoritario (no fascista ni totalitario) del régimen franquista: “El Franquismo no fue un fascismo y, a la vista de lo que había en los países de Este de Europa, tampoco totalitario” (Cotarelo, 1992: 5). En esta misma obra, el compilador tuvo la amabilidad de ofrecerme escribir el primer capítulo (“Las postrimerías del Franquismo”), en el que, tras una introducción que designaba como marco ideológico y teórico, basándome principalmente en los estudios historiográficos de Stanley G. Payne, y asimismo remitiéndome a la tradición politológica del siglo XX sobre el análisis de las dictaduras (C. Schmitt, E. Forsthoff, O. Spann, H. O. Ziegler, E. Voegelin, H. Arendt, C. J. Friedrich & Z. Brzezinski, y algunos autores españoles como J. Ortega y Gasset, F. Cambó, A. Nin, J. Conde, J. J. Linz, etc.) para distinguir las autoritarias de las totalitarias, llegaba sumariamente, entre otras, a la siguiente hipótesis: el Franquismo, especialmente en sus postrimerías, se ajustó cabalmente al modelo de régimen autoritario que ha descrito, entre nosotros, el profesor Linz, y se caracterizó por su naturaleza “biodegradable”, a diferencia de los sistemas totalitarios, en el sentido de que era posible generar en su seno procesos de evolución y reformas que transformarían al régimen ineluctablemente en una democracia (Pastor, 1992a: 46).
En 2011 se produjo en España una pequeña polémica precisamente por el empleo del término Autoritarismo o “régimen autoritario” referido al Franquismo por parte del historiador Luis Suárez Fernández, en un artículo para un diccionario de la Real Academia de Historia. Casi toda la prensa y algunos intelectuales progresistas le reprocharon que no utilizara una expresión más dura para definir una dictadura, que casi todos consideraban fascista o totalitaria. Creo recordar que entonces casi ningún escolar universitario, politólogo o sociólogo (Amando de Miguel fue una excepción) terció en el asunto para aclarar los conceptos. Debo decir que personalmente escribí un comentario, que no se publicó porque los editores del medio (Libertad Digital) lo consideraron “demasiado académico” para el gran público.
Treinta años antes, en 1981, respondiendo a una invitación al pensador político norteamericano James Burnham, por parte de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo para los cursos de verano en Santander (invitación que yo mismo redacté como miembro de la junta rectora de dicha institución, entonces bajo la autoridad del rector Raúl Morodo) recibí un carta de Marcia Burnham, esposa del gran intelectual, que reproduzco a continuación parcialmente: “Fuller Mountain Road, Kent, Connecticut 06757. July 26, 1981. Dear Professor Pastor: (…) My husband, James Burnham, suffered a severe stroke in November 1978. Unfortunately for such a brilliant man it affected his brain. His physical health remain very good (…) He had plans for one (book) on Totalitarianism vs. Authoritarianism, but it was not to be (…) We have enjoyed a number of stays and trips through Spain. The last one in 1975 in Majorca. Did you know that your King Juan Carlos is a Burnham admirer? At one time Jim went to see him at the Zarzuela Palace to talk. Best regards, Marcia Burnham.” Probablemente nunca sabremos lo que Burnham, convertido (o mejor, retornado) al catolicismo al final de su vida, llegó a pensar o a escribir sobre el proyectado libro, pero algunas nociones se pueden inferir indirectamente de sus obras, principalmente las ya clásicas, The Managerial Revolution (1941) y The Machiavellians (1943), y de la serie de libros y columnas bajo el título The Third World War (en la revista conservadora norteamericana National Review) sobre la Guerra Fría.
Otro gran y polémico pensador político del siglo XX –“católico de raza” como se definió a sí mismo-, el alemán Carl Schmitt, que precisamente llegaría a tener una cierta relación sentimental e intelectual con España (y personalmente con algunos de los maestros o tutores del mencionado Juan J. Linz, en concreto con los profesores de Derecho Político y de Teoría del Estado en la Universidad Complutense, Javier Conde y Manuel Fraga Iribarne) nos ha proporcionado las claves teóricas para analizar la génesis y diferencias entre ambos conceptos, Autoritarismo y Totalitarismo (Pastor, 2016c: 160, 164; Pastor, 2017).
Schmitt (1888-1985) y Burnham (1909-1987) fueron dos pensadores políticos de diferentes generaciones y estilos, uno alemán y otro estadounidense, que sin embargo vivieron intensamente los conflictos ideológicos de los años treinta y cuarenta (Comunismo y Nazismo, Guerra Civil Española y Franquismo, Segunda Guerra Mundial y Guerra Fría…), y compartieron también una misma cultura o civilización católica, inspirándoles un pensamiento político propio y original, no subordinado a la ortodoxia vaticanista pero inserto en ambos casos en la gran tradición filosófico-teológica de la Iglesia de Roma. Algo parecido a lo que representó nuestro Juan Donoso Cortés hacia la mitad del siglo XIX.
Burnham era un experto en la filosofía escolástica medieval, y Schmitt un profundo conocedor del pensamiento moderno de la Contrarreforma (y particularmente de lo “tacitistas” españoles). Ambos profesores, respectivamente de Filosofía en la Universidad de New York y de Derecho Constitucional en la de Berlin al comienzo de la década de los treinta, estaban familiarizados con el maquiavelismo y el anti-maquiavelismo, con las doctrinas seculares de la Razón de Estado y de la católica Razón de Estado.
El profesor alemán fue el primero en abordar el problema de las dictaduras (comunista en Rusia, fascista en Italia, y las diversas formas de Estado de excepción en la República de Weimar), pero hablar de Carl Schmitt y de su concepto de la Dictadura (1921), nos remite previa e inevitablemente a su prolongado interés, casi fascinación, por el escritor político español decimonónico Juan Donoso Cortés, sobre el que publicaría varios trabajos, culminando en su libro Interpretación europea de Donoso Cortés (Rialp, Madrid, 1952). La reflexión teórica e ideológica sobre el problema de las dictaduras modernas, efectivamente, tiene un precedente inexcusable en nuestro genial pensador extremeño, que en su época encarnó mejor que nadie la tradición del pensamiento político católico (véanse mis ensayos recientes, el más extenso “Autoritarismo y Totalitarismo en la tradición del pensamiento católico”, en Ciencia y Política, una aventura vital, Valencia, 2016, y el más corto “Juan Donoso Cortés y la Teoría de la Dictadura”, en La Crítica, Astorga-León, 2017). Sociólogos como Stanislav Andreski y Daniel Bell han explicado convincentemente cómo el Autoritarismo es básicamente una dictadura política, mientras el Totalitarismo aspira a ser una dictadura total, abarcando todos los ámbitos de la vida colectiva y del sistema social: la política, la economía y la cultura. La confusión se produce, a veces, cuando el Autoritarismo intenta condicionar políticamente a la economía y a la cultura, aunque tal intento generalmente no resulte eficaz en la práctica.
Esta polémica distinción, como demostró la mencionada controversia de 2011 sobre un texto del historiador Luis Suárez Fernández, ha tenido en España una especial intensidad en los debates sobre el Franquismo.
La naturaleza del Franquismo
Con este mismo título publiqué un artículo con motivo del centenario del nacimiento de Franco (M. Pastor, “La naturaleza del Franquismo”, Franco.100 Años, Los Dossiers de El Siglo, nº1, Madrid, 7 de Diciembre de 1992), cuyo texto, en mi humilde opinión, sigue teniendo plena vigencia como orientación metodológica. Escribía entonces: “A mi juicio, las síntesis histórica y politológica más útiles son las que nos proporcionan respectivamente Stanley G. Payne y Juan J. Linz (…) Los diversos trabajos de Payne sobre el fascismo español y el fascismo en general (1961, 1980), sobre los militares y el catolicismo en la España contemporánea (1967, 1984), sobre el propio Franco (1967, 1992) (…) le han facultado para escribir una obra casi definitiva sobre el Franquismo (1987) (…) Por su parte, los sucesivos ensayos de Linz acerca de la tipología del Autoritarismo (1964, 1970, 1972, 1973, 1975, 1978) no solo han permitido una comprensión más cabal del caso español, sino que constituyen el marco teórico que ha inspirado a una larga serie de especialistas del Autoritarismo en otras latitudes (Anderson, Huntington y Moore, Kirkpatrick, Malloy, O´Donnell, Stepan, Perlmutter, Morlino, etc.)”.
Algunos historiadores, ideológica o retóricamente, han insistido y persistido en calificar al Franquismo o a alguna de sus etapas históricas como Totalitarismo (M. Tuñón de Lara, H. Southworth, P. Preston, J. P. Fusi, J. Palacios, y el más reincidente y contumaz, A. Reig Tapia), y erróneamente se han sumado a ello los redactores de la voz Franquismo en el Diccionario de la Lengua Española al definirlo: “movimiento social y político de tendencia totalitaria” (RAE, 1992: 701). Pero los análisis más rigurosos e imparciales basados en la historiología y la politología comparadas han optado, a mi juicio razonada y razonablemente, por la calificación de Autoritarismo (Juan J. Linz, Stanley G. Payne, Luis Suárez Fernández, Amando de Miguel, Ramón Cotarelo). Debo constatar que ésta es también mi posición personal, como he expresado reiteradamente a lo largo de cuarenta años de vida académica (1977, 1992a, 1992b, 1994, 2007, 2014a, 2014b, 2015, 2016a, 2016b, 2016c, 2017), asumiendo asimismo la distinción entre Autoritarismo y Totalitarismo.
Los análisis de Linz y Payne parecen hoy razonablemente consolidados. Por supuesto caben nuevos matices, como los que – de manera similar a las precisiones de H. Guderian y C. Schmitt sobre la relación Partido-Estado en el Nazismo- introduce Luis Suárez Fernández, relativos a la impotencia del Partido “totalitario” tratando de imponerse al Estado. Por ejemplo, la propuesta fallida –alentada por el grupo falangista de Ramón Serrano Súñer- del profesor José Antonio Maravall (en Arriba, 4 de marzo de 1941), de una mayor “fascistización” del Franquismo, como destaca el mencionado historiador en su obra Franco. Los años decisivos, 1931-1945 (Suárez Fernández, 2011: 3, 193). Asimismo, recientemente han aparecido otras obras fundamentales, con enfoques diferentes pero convergentes para la comprensión histórica del fenómeno, en su génesis y evolución. Me refiero a las de Ferrán Gallego, El Evangelio Fascista. La formación de la cultura política del franquismo, 1930-1950 (Crítica, Barcelona, 2014), de Joan Maria Thomàs, El Gran Golpe. El “caso Hedilla” o cómo Franco se quedó con Falange (Debate, Barcelona, 2014), de Carlos Pulpillo Leiva, Orígenes del Franquismo. La construcción de la Nueva España, 1936-1941 (CSDE, Astorga, 2014), y especialmente la de Stanley G. Payne y Jesús Palacios.
Aunque Jesús Palacios en una obra suya anterior, muy bien documentada, exagerara algo en el título y fuera un poco impreciso en la cronología del subtítulo (La España Totalitaria. Las raíces del Franquismo: 1934-1946, Planeta, Barcelona, 1999), en su último y magnífico libro, del que es coautor con Stanley G. Payne (Franco. Una biografía personal y política, Espasa, Madrid, 2014), ambos resumen perfecta –y yo diría definitivamente- la descripción y definición de la naturaleza del Franquismo:
“Nunca lo arriesgó todo a una sola jugada o a una posición fija, aunque esto no oculta el hecho de que sus principios básicos jamás se vieron comprometidos: autoritarismo, monarquismo, tradicionalismo religioso y cultural, una política económica desarrollista y nacional, el bienestar social y la unidad nacional.
Friedrich Nietzsche apuntó que todo lo que tiene una historia no puede definirse. La definición o simple descripción del régimen de Franco se complica enormemente por sus dos metamorfosis, que dividen el régimen en tres períodos:
- La fase pseudofascista y potencialmente imperialista de 1936-1945.
- El período del nacionalcatolicismo corporativo entre 1945-1959.
- El período llamado de desarrollismo tecnocrático, poco a poco evolucionando hacia un autoritarismo burocrático de 1959-1975.
Durante los primeros seis años, Franco declaró que su régimen era totalitario, pero ese lenguaje se abandonó a partir de 1942, y un año después comenzó un ambiguo e intermitente proceso de desfascistización. En 1956, un crítico tan duro como Herbert Mathews no lo definió como fascista, sino como fascistoide. Y en la década de los sesenta, aunque pareciera excesivo, los analistas utilizaron términos como régimen autoritario, corporativismo, autoritarismo conservador e incluso pluralismo unitario limitado. En los últimos años de Franco, varios especialistas en política latinoamericana escribieron que el corporativismo era el sistema político-económico “natural” del mundo hispano-luso (…) En una formulación ya clásica, Juan Linz lo definió en 1964 como un régimen autoritario institucionalizado, no fascista.” (Payne & Palacios, 2014: 636-637).
Referencias:
Cotarelo, Ramón, comp. (1992) Transición política y consolidación democrática. España 1975-1986, Madrid: CIS
Linz, Juan J. (1964) “An Authoritarian Regime: Spain”, in E. Allardt & Y. Littunen, Eds., Cleavages, Ideologies and Party Strategies, Helsinki.
-(1975) “Totalitarian and Authoritarian Regimes”, in F. Greenstein & N. Polsby, Eds., Handbook of Political Science, Reading, MA.
Palacios, Jesús (1999) La España Totalitaria. Las raíces del Franquismo: 1934-1946, Barcelona: Planeta.
-(2014) Franco. Una biografía personal y política, con Stanley G. Payne, Madrid: Espasa.
Pastor, Manuel (1977) Ensayo sobre la Dictadura. Bonapartismo y Fascismo, Madrid: Tucar
-(1992a) “Las postrimerías del Franquismo”, en R. Cotarelo, Comp. (1992).
-(1992b) “La naturaleza del Franquismo”, en Los Dossiers de El Siglo, nº1, Madrid.
-(1994) “Las Dictaduras”, con Carmen Ninou, en Fundamentos de Ciencia Política, M. Pastor (comp.) Madrid: McGraw- Hill.
-(2007) “A propósito del término islamofascismo”, La Ilustración Liberal, Madrid.
-(2014a) “El pensamiento liberal de Unamuno frente al Autoritarismo”, Kosmos-Polis, Madrid.
-(2014b) “La Banalidad del Bien. El dilema político y moral de Carl Schmitt”, Kosmos-Polis, Madrid.
-(2015) “Persona y Sistema: Franco y Franquismo”, La Crítica, Astorga-León, y Kosmos-Polis, Madrid.
-(2016a) “El Siglo del Totalitarismo”, La Crítica, Astorga-León.
-(2016b) “El Terror totalitario y la Cheka”, La Crítica, Astorga-León.
-(2016c) “Autoritarismo y Totalitarismo en la tradición del pensamiento católico”, en Ciencia y Política, una aventura vital. Libro Homenaje a Ramón Cotarelo, Valencia: Tirant lo Blanch.
-(2017) “Juan Donoso Cortés y la Teoría de la Dictadura”, La Crítica, Astorga-León.
Payne, Stanley G. (1987) El régimen de Franco, 1936-1975, Madrid: Alianza Editorial.
-(2014) Franco. Una biografía personal y política, con Jesús Palacios, Madrid: Espasa.
Suárez Fernández, Luis (2011)
Franco. Los años decisivos, 1931-1945, Barcelona: Ariel.