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Introducción
En marzo del 2021 el Almirante Phil Davidson que dirigía el Mando de la región del Indo-Pacífico de Estados Unidos., al testificar ante el Comité de Servicios Armados del Senado, al final de su mandato, advirtió que China podría intentar tomar el control de Taiwán para finales de la década. Los indicios que alegaba eran no sólo por el desarrollo (la cantidad de barcos, aviones, cohetes, etc. que han construido), sino también por la forma en que están avanzando esas capacidades y también en combinación con otros hechos que han sucedido: Hong Kong, el Tíbet, y una línea de control real en el Mar de China Meridional y el Mar de China Oriental”. También le preocupaba: “que China esté acelerando sus ambiciones de suplantar a Estados Unidos en el papel de liderazgo en el orden internacional basado en reglas, algo que han dicho durante mucho tiempo que quieren hacer para 2050. Taiwán es claramente una de sus ambiciones antes de esa fecha. Y creo que la amenaza se manifiesta durante esta década, de hecho, en los próximos seis años”. Eso quiere decir entre 2021 y 2027. Estas fechas son consideradas como la ventana de Davidson.[1]
Fig. 1. La 1ª y 2ª Cadena de Islas y los alcances de los misiles chinos, más allá de Guan y Saipán.
Pero Davidson no es un caso único en estas predicciones. En un informe interno filtrado a los medios de comunicación en febrero del 2022, el general de la Fuerza Aérea Michael Minihan predijo que Estados Unidos estaría en guerra con China por Taiwán en 2025 y ordenó a sus comandantes que pusieran en marcha preparativos detallados. En su opinión aprovecharan ese año por celebrase las presidenciales estadounidenses y taiwanesas en 2024, lo que daría a China la oportunidad de actuar.[2]
La Guerra de Ucrania y el asalto chino a Taiwán
Con algunas excepciones notables, como el hundimiento del buque insignia ruso Moskva y los ataques con drones de Ucrania contra la Flota del Mar Negro, la guerra ruso-ucraniana se caracteriza por los combates terrestres y en menor media aéreos. Sin embargo, y pese a ello, los expertos navales, deben de analizar el conflicto a la hora de estudiar cómo se puede reaccionar en caso de que se produzca una crisis en el punto más crítico del mundo actual, más allá de Ucrania: Taiwán.
Incluso si la República Popular China (RPC) no ataca a Taiwán esta década, la guerra en Ucrania proporciona un estudio valioso de la guerra en condiciones modernas, algo así como lo fue nuestra guerra civil para los contendientes de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo hemos podido observar factores que han sucedido en ámbitos como la logística, la producción de armamento y la duración de los conflictos que sin duda tendrán por fuerza que cambiar las ideas preconcebidas que muchos analistas sugerían en futuros conflictos, y tenerlos en cuenta para un conflicto de China por Taiwán o cualquier otro.
La importancia de la Logística
Durante los quince meses que llevamos de guerra, la ineptitud logística de Rusia, y su explotación por parte de Ucrania, han obstaculizado las ventajas de Moscú en número y potencia de fuego. Un ejemplo de ello son las imágenes de un convoy de kilómetros de largo parado durante días en su ruta desde Bielorrusia a Kiev en los primeros días de la guerra. Más tarde, la destrucción por parte de Ucrania del puente del Estrecho de Kerch que conecta Crimea con el territorio continental ruso restringió las líneas terrestres de comunicación a través de la península, reduciendo la capacidad de Moscú para proyectar poder a lo largo del frente sur. Los ataques ucranianos dirigidos contra camiones y depósitos de suministros vulnerables han reducido el avance de los tanques, la artillería y los vehículos blindados rusos.
Las dificultades de Rusia para llevar a cabo una ofensiva a sólo decenas de kilómetros de su frontera nacional son pocas en comparación con los desafíos que plantean las vastas distancias del Océano Pacífico. Se cree que la barrera que supone el mar, se dice que favorece a Taiwán cuando se evalúa la viabilidad de una invasión anfibia, pero ese problema, en realidad, supone un hándicap para ambos bandos en el futuro conflicto.
Aparte de las fuerzas con base en el Pacífico occidental, los refuerzos y suministros adicionales a Taiwán desde la Isla de Guan, Japón, Hawái o aún más desde los Estados Unidos continentales o Australia, son enormes.
Aunque la Marina del Ejército Popular de Liberación de China (PLAN) no interceptara la logística estadounidense, una parte importante de las fuerzas logísticas y de combate de la Marina estadounidense serían absorbidas en mantener el tránsito de suministros, de forma permanente. La capacidad de transporte marítimo estratégico, sea lift, se ve aún más limitada por el hecho de que la US Navy, actualmente no tiene la capacidad de recargar sistemas de misiles lanzados verticalmente en el mar, lo que requiere largos viajes de regreso al puerto para recargar una vez que las armas del barco se agotan en combate.
El Pentágono se ha acostumbrado al lujo de una logística indiscutible y ha permitido que el sea lift se atrofie hasta un grado peligroso. Esa limitación ha sido definida como el Talón de Aquiles de Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico. Si no soluciona ese problema EE. UU. no podrá defender con éxito Taiwán.
El problema de la falta de munición
Desde el comienzo de la guerra, ambos bandos han consumido municiones más rápido de lo que pueden reemplazarlas, especialmente cuando se trata de sistemas de alta gama como misiles de precisión de largo alcance. A pesar de recurrir a una vasta reserva de material acumulado durante décadas, Rusia ha tenido que recurrir a Corea del Norte para reponer sus cohetes y proyectiles de artillería y a Irán para obtener drones de ataque. Mientras tanto, Kiev se ha beneficiado de decenas de miles de millones de dólares en equipo militar proporcionados por Estados Unidos, la OTAN y otros países, aunque Ucrania sigue siendo superada en armas por Rusia.
Aunque las transferencias a Ucrania representan un porcentaje relativamente pequeño de los arsenales de armas estadounidenses, las bajas tasas de producción significan que llevará años reconstituir el inventario de sistemas clave. Un informe reciente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales concluyó: “la guerra en Ucrania ha expuesto graves deficiencias en la capacidad de la base industrial de defensa estadounidense” para apoyar a las fuerzas estadounidenses en una guerra prolongada. El mismo informe también determinó que “Estados Unidos probablemente se quedaría sin algunas municiones (como municiones de largo alcance guiadas con precisión) en menos de una semana en un conflicto en el Estrecho de Taiwán”. Si bien las fuerzas terrestres en Ucrania pueden recurrir a una artillería de tubo más abundante para su potencia de fuego, es difícil imaginar a un comandante enviando destructores clase Arleigh Burke para combatir las naves de PLAN con artillería de cinco pulgadas una vez que los misiles Harpoon se agoten.
Afortunadamente, la ayuda a Ucrania ha catalizado una importante expansión de líneas de producción clave, como el misil anti-buque de largo alcance y misiles aire-tierra, que probablemente serán básicos en un conflicto de Taiwán.
La duración de las guerras es un factor olvidado
El presidente ruso Vladimir Putin pretendía que su invasión durara unos días. Los analistas occidentales predijeron la caída de Kiev en unos días; los miembros del Congreso de los EEUU incluso pensaron en armar a los resistentes en la Ucrania ocupada. Sin embargo, ya vamos para el segundo año de guerra.
Los que creen que un conflicto entre China y Taiwán durara días o semanas corren un riesgo similar. En la simulación de los juegos de guerra que se han realizado, solo se contemplaba una duración de la guerra de tres semanas aunque también indicaron que un conflicto podría desencadenar una crisis económica global duradera.
Un largo conflicto de incluso años agravaría en gran medida los desafíos logísticos y de producción de municiones ya citados. En el ámbito naval se debe de empezar a pensar en esta posibilidad, aunque sólo sea por el hecho de que las fuerzas marítimas tardan mucho en construirse y repararse. Con la base industrial marítima aún más reducida que el resto de la industria de defensa, las pérdidas de una victoria pírrica en el Estrecho de Taiwán podrían tardar años en reconstituirse.[3]
Las lecciones de la guerra ruso-ucraniana cruzan dominios (tierra, mar, aire, espacio y ciber) y exponen deficiencias en los planes previstos antes de esta guerra que supone un déficit para las fuerzas navales de los EEUU para intervenir con éxito en una crisis de Taiwán. Por todo ello es preciso analizar con detalle lo que sucede en la Guerra de Ucrania, aunque sea eminentemente terrestre, para prepararse para una campaña naval en el Pacífico Occidental. Por supuesto los problemas de la falta de base industrial para la producción de armamento y municiones así como la carencia de transporte marítimo estratégico, es de aplicación a todas las fuerzas navales OTAN, incluida España.
Juan Ángel López Díaz
Coronel de Infantería de Marina ( Ret.)
Miembro de la AEME y del Centro de Pensamiento Naval
[1] Davidson: China Could Try to Take Control of Taiwan In ‘Next Six Years’, Mallory Shelbourne, USNI News, 09-03-2021
[2] Top US General predicts war with China by 2025, Peter Symonds, wsws.org, 02-02-2023.
[3] To prepare for war at sea over Taiwan, look to the land war in Ukraine, Samuel Byers, Center for Maritime Strategy, 20 -06-2023.