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Triángulo trágico: Rusia, China y los EEUU desde la Revolución Soviética

Kissinger se reúne con Chou En-lai en su viaje secreto a China en 1972 para preparar la visita de Nixon. (Foto: https://www.bbc.com/ Getty Images).
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Kissinger se reúne con Chou En-lai en su viaje secreto a China en 1972 para preparar la visita de Nixon. (Foto: https://www.bbc.com/ Getty Images).

LA CRÍTICA, 7 JULIO 2023

Por Manuel Pastor Martínez
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El problema es sumamente complejo. Me propongo analizarlo en sucesivos capítulos basándome en la historiografía y los análisis políticos más solventes, y asimismo en hipótesis inferidas de las investigaciones más fiables y coherentes sobre el factor I-C-I (Inteligencia y Contra-Inteligencia).


Historiadores y analistas políticos están divididos en cuanto a la cuestión de si China y la antigua Unión Soviética fueron aliadas o rivales, especialmente durante la etapa histórica de la Guerra Fría, es decir, desde la inmediata segunda posguerra mundial hasta el colapso –con la “triangulación” estadounidense– y los años finales de la URSS. Pero el problema se remonta mucho más atrás, al menos desde la Revolución Soviética. (...)

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La cuestión cobra actualidad hoy, en la nueva o segunda Guerra Fría, sobre la posible alianza entre la Rusia de Vladimir Putin y la China de Xi Jinping (posibilidad en cierto modo precaria: mientras escribía esto se producía la “rebelión” el 23 de Junio de los mercenarios del Grupo Wagner contra Putin y/o su cúpula militar, que aunque frenada tendrá consecuencias todavía imprevisibles) frente a la potencia hegemónica mundial con un liderazgo en crisis y decadencia durante la administración corrupta de Joe Biden.


En 1951, en plena primera Guerra Fría internacional y guerra caliente en Corea, John T. Flynn publicó un interesante y documentado librito –hoy casi olvidado– titulado While You Slept (Devin-Adair, New York, 1951) que trataba sobre las consecuencias trágicas para Asia del triángulo Rusia-China-EEUU. Desde nuestra actual perspectiva la tragedia alcanza ya una dimensión global, afectando incluso a la mismísima Europa. La guerra en Ucrania es un mero capítulo de ella. El siguiente podría ser la invasión comunista de Taiwán, comprometiendo a los EEUU y a la NATO.


La manipulación de la información en los EEUU –incluso dentro del mundo académico– sobre las relaciones entre la URSS y las dos Chinas, la comunista y la anticomunista, comenzó muy pronto con Owen Lattimore (en 1928), y se ha prolongado hasta el presente con Henry Kissinger (en 2011).


En su monumental obra reciente, Stalin’s War (2021), el historiador Sean McMeekin nos recuerda que ya en 1929, diez años antes del inicio de la Guerra Mundial, Stalin desplegó 100.000 tropas soviéticas en Manchuria, para “proteger” el Ferrocarril Oriental y otros intereses (McMeekin, 2021, pág. 33). Parte de esas tropas no se retirarían totalmente hasta 1949, al final de la guerra civil china.


Pero no son 20, sino 30, los años que Rusia (iniciándose bajo la autoridad todavía de Lenin, Trotsky y Stalin) estuvo en conflicto con China. En 1919, tras la fundación de la Komintern, la Unión Soviética envió comisarios y agentes militares a Mongolia para preparar la secesión de China con la Revolución de 1921 y la creación del primer satélite soviético, la República Popular de Mongolia Exterior (Lattimore, 1962, págs. xiii-xiv, 61-71; Huang, 1988, pág. 230).


Owen Lattimore publicó su primer libro, Desert Road to Turkestan, en 1928, al que siguieron muchos otros (en 1934, 1935, 1941, 1942, 1943, 1944, 1945, 1947, 1949, 1950…) sobre Mongolia, Manchuria, China y Asia contemporáneas, favoreciendo siempre el punto de vista de Stalin y la URSS (enfrentándose al conservadurismo y al anticomunismo americanos: Lattimore acuñó el término “McCarthyism”, como sinónimo de anticomunismo y fascismo americano, en sus memorias Ordeal by Slander, 1952).


Por otra parte, el historiador Sean McMeekin sostiene que “la generosidad unilateral y no recíproca de (F. D.) Roosevelt ayudó a Josef Stalin a plantar la bandera roja en el Norte de Asia, abriendo el camino para el triunfo de Mao en China y el bastión (comunista) en Corea que se mantienen a día de hoy” (McMeekin, 2021, pág. 650).


Desde el triunfo de la Revolución maoísta se han producido al menos dos grandes operaciones sospechosamente planificadas de “deception” o desinformación china a EEUU:

  1. En la primavera de 1949, Mao encarga a su Primer Ministro Chou En-lai que transmita, por intermediarios, el mensaje al presidente Truman de que había una escisión en el Partido Comunista Chino entre la facción de los “liberales” pro-Occidentales y pro-EEUU encabezados por Chou En-lai, y la de los “radicales” pro-URSS encabezada por Liu Sao-si, y que EEUU debería apoyar a Chou En-lai para favorecer así la política exterior americana (Chang & Halliday, 2005, pág. 349).

  1. La presunta operación más compleja, con la posible anuencia y participación soviética (“Plan Shelepin” de la KGB en los años 1960s) al anunciar o insinuar un gran cisma en el movimiento comunista internacional entre la URSS de Kruschev y la China de Mao (inicialmente revelada en secreto por el polémico disidente Anatoli Golitsin). Esta operación será analizada más adelante.


Respecto a la primera operación, conviene advertir que la historia real de Chou En-lai no es la de un refinado diplomático, “suave”, culto, experto y moderado, esa falsa imagen que transmitieron Nixon y Kissinger a Occidente. Para el Secretario de Estado norteamericano Mao era un “filósofo” (¿filósofo-rey platónico?), además de un “líder”, “profeta” y “estratega colosal”; y Chou era “cortés”, “elegante”, con “excepcional inteligencia y capacidad” (Kissinger, 2011, págs. 91-92 y 241).


Señalaré tres ejemplos precisamente de lo contrario: Chou En-lai siempre fue un comunista fiel a Stalin y a la URSS, siendo el organizador secreto de la KGB china y responsable de su escuadra asesina contra toda clase de enemigos y rivales (Chang & Halliday, 2005, págs. 70-ss.); fue también el agresivo fiscal acusador contra el jefe del partido en Manchuria, Gao Gang, acusándole falsamente de antisoviético en el principal proceso de purga y depuración tras la guerra civil en 1954 (Chang & Halliday, 2005, págs. 387-389); asimismo sería el principal inductor de la visita de Nixon a China en 1972, comentando cínica y groseramente a sus colaboradores en el ministerio de Asuntos Exteriores, tras los viajes secretos preparatorios de Kissinger en 1971, que “Nixon pidió visitar China como una prostituta vestida provocativamente llamando a la puerta” (Chang & Halliday, 2005, pág. 583; citado también por Chen Jian, 2001, y Margaret Macmillan, 2007).



Referencias básicas:


Chang, Jung & Halliday, Jon: Mao. The Unknown Story (A. A. Knopff, New York, 2005).


Flynn, John T.: While You Slept. Our Tragedy in Asia and Who Made It (Devin-Adair, New York, 1951; reedición popular: The Americanist Library, Boston-Los Angeles, 1965).


Huang, Ray: China. A Macro History (M .E. Sharpe, New York, 1988).


Jian, Chen: Mao’s China and the Cold War (UNCP, Chapell Hill, NC, 2001).


Kissinger, Henry: On China (Penguin Press, New York, 2011).


Lattimore, Owen: Nomads and Commissars. Mongolia Revisited (Oxford UP, New York, 1962).


Macmillan, Margaret: Nixon and Mao. The Week that Changed the World (Random House, New York, 2007).


McMeekin, Sean: Stalin’s War (Basic Books, New York, 2021).



Manuel Pastor Martínez



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Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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