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Sir Thomas B. Macaulay: La España del XVI

Thomas Babington Macaulay (1800 - 1859). (Foto: https://www.sciencephoto.com/)
Thomas Babington Macaulay (1800 - 1859). (Foto: https://www.sciencephoto.com/)

LA CRÍTICA, 20 FEBRERO 2021

Por Luis Feliú Bernárdez
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(...) El más prestigioso historiador inglés del siglo XIX, que se deslumbraba con la Historia de España del siglo XVI, es bien desconocido para nosotros, al menos para mí. Sin embargo, aquellos historiadores que han tergiversado nuestra historia están en la mente de muchos. Ha sido un buen descubrimiento el de Lord Macaulay y no podría dejar de compartirlo. (...)

Thomas Babington Macaulay, primer Barón de Macaulay, fue un poeta, escritor, historiador y político del partido whig (liberal) británico, fallecido en Londres en 1859. Además de su inconclusa Historia de Inglaterra, escribió “Critical and Historical Essays” editado en 1848, del que traducimos un extracto para deleite del lector. Macaulay está enterrado en la abadía de Westminster y se le recuerda sobre todo como el más grande historiador británico. Sus investigaciones históricas son profundas y rigurosas y su estilo es puro y brillante, pero desconocido por la gran mayoría de españoles, pues nunca presumió de “hispanista”. Sin embargo fue un gran admirador de la España del siglo XVI. Permítanme el atrevimiento de traducirles un extracto de esa obra:

“La ascendencia que tenía España en Europa en los siglos de Oro estaba, de alguna forma, bien merecida. Sin duda había sido ganada gracias a una incuestionable superioridad en todas las artes, la política y la guerra. En el siglo XVI España superaba claramente a Italia en el terreno de las artes y a Alemania en el sólido pensamiento filosófico y teológico. España además era la tierra de buenos estadistas y soldados.

El carácter que Virgilio atribuía a sus conciudadanos podría atribuirse igualmente a los austeros, duros, recios e incluso arrogantes políticos y militares de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla y sus sucesores. El arte del emperador regere imperio populos es decir de gobernar a sus pueblos (en el sentido de buena gobernanza) no fue siempre bien entendido por los romanos, ni en los mejores días de su República. Sin embargo fue siempre bien aplicado por Gonzalo Fernández de Córdoba, por el Duque de Alba, por Hernán Cortés entre muchos otros españoles.

La experiencia y buen hacer de los diplomáticos españoles era bien reconocida entonces a lo largo y ancho de Europa. Aún hoy en día el nombre de Diego Sarmiento de Acuña. I Conde de Gondomar, embajador de España en Inglaterra desde 1613 a 1622, es recordado por su trabajo. Noble y caballero de la Orden de Calatrava dejó un magnífico recuerdo de su embajada en Londres como ejemplo de diplomacia.

España no tuvo rival ni en la guerra convencional ni en la guerra irregular. La impetuosa caballería de Francia y los famosos piqueros de Suiza fueron derrotados cuando se enfrentaron a la Infantería española. En las posesiones de ultramar donde la estrategia y táctica convencional eran diferentes para el general, y lo mismo sucedía con la disciplina del soldado, en cada combate había que variar las tácticas ante el enemigo.

Los exploradores españoles, que surgieron como Cortés de gente del pueblo, desarrollaron un talento único para la negociación, la diplomacia, el mando y el empleo de la fuerza, tanto que es difícil encontrar un paralelo en la Historia del mundo.”

Macaulay reconocía, tres siglos después, y asombrosamente en un inglés, un hecho para él incuestionable por su clara evidencia y contundencia, el curioso temor que tenían sus antepasados ingleses, de aquellos tiempos, a los españoles. De ahí el nombre que le pusieron a la Grande y Felicísima Armada española, “la invencible” o la frase que decían los ingleses por entonces “a los españoles por mar, que por tierra San Jorge nos guarde”.

“Los castellanos de aquellos tiempos fueron a los italianos, lo que los romanos a los griegos en los días de la grandeza del imperio romano. Los castellanos tenían menos ingenuidad, menos tacto, menos delicadeza en la percepción de algunos asuntos que los pueblos sometidos, pero tenían más firmeza, orgullo, valor que los nativos y un sólido sentido del honor y del comportamiento adecuado. Se podría añadir además que los españoles como los romanos no desdeñaban el estudio de las artes, las lenguas y las costumbres de aquellos que habían conquistado. Incluso la literatura española fue de alguna forma abducida, como Horacio nos dice que sucedió al latín, “Capta ferum victorem cepit”, en otras palabras, el capturado tomó prisionero al dominador. Las baladas castellanas de la época dejan hueco a esa influencia como a los sonetos al estilo de Petrarca o a los poemas heroicos como en Ariosto, léase la Araucana de Alonso de Ercilla, o como las canciones romanas que fueron escritas por imitación o traducción de los griegos Teocrito o Menander.

En ninguna sociedad de la era moderna, ni incluso en el Inglaterra de la reina Isabel, ha habido un número tan grande de hombres eminentes, tanto en la literatura como en la vida en los oficios de acción, como en la España del siglo XVI. Casi todos los escritores o poetas destacados fueron también soldados o políticos distinguidos. Utilizaron ambos, la espada y la pluma con muy alta reputación. Garcilaso de la Vega, el autor del más delicado y bello poema pastoral de la era moderna, lo escribió después de una breve pero espléndida carrera militar. Alonso de Ercilla participó brevemente en la guerra contra los mapuches en el Arauco, (de ahí el nombre que los españoles deslumbrados por su valor y entereza en la defensa de su tierra les llamaran ‘araucanos’) y poco después escribió una de las mejores epopeyas o poemas heroicos que España ha producido, La Araucana. También Hurtado de Mendoza, cuyos poemas han sido comparados con los de Horacio y cuyo estilo literario, algunos ven claramente en el Lazarillo de Tormes y que fue empleado por la Corona española como embajador de España para controlar el persistente y levantisco espíritu de Italia. O por ultimo Lope de Vega que luchó en la Armada de Álvaro de Bazán o Cervantes que fue herido en Lepanto”.

El más prestigioso historiador inglés del siglo XIX, que se deslumbraba con la Historia de España del siglo XVI, es bien desconocido para nosotros, al menos para mí. Sin embargo, aquellos historiadores que han tergiversado nuestra historia están en la mente de muchos. Ha sido un buen descubrimiento el de Lord Macaulay y no podría dejar de compartirlo.

20 de febrero de 2021

Luis Feliú Bernárdez
General de Brigada (r)
Académico de Número
Academia de las Ciencias y las Artes Militares
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