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Fin de Año: Ensimismamiento versus Alteración

D. Manuel Pastor, homenajeado por la Universidad Complutense de Madrid.
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D. Manuel Pastor, homenajeado por la Universidad Complutense de Madrid.

LA CRÍTICA, 31 DICIEMBRE 2018

Por Manuel Pastor Martínez
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Dedicado a mis hijos Alice y Patrick

Propongo esta máxima –inspirada en el ensayo de Ortega, Ensimismamiento y alteración (Buenos Aires, 1939)– como praxis y remedio anti-demagogia populista para el Nuevo Año.

Mi admirada y sin embargo demonizada por las izquierdas y progresistas Ann Coulter publicó hace algunos años un libro titulado precisamente Demonic. How the liberal mob is endangering America (New York, 2011), cuyo diagnóstico resumido en el subtítulo (teniendo en cuenta que “liberal” en inglés americano es equivalente a “progresista” o “izquierdista”) puede aplicarse sin problema a todo el mundo actual.

La autora señala como referente de su reflexión al sociólogo francés Gustave Le Bon, autor de la obra clásica de psicología social Psychologie des foules (Paris, 1895), traducida a todas las lenguas cultas (y al español como La muchedumbre), con una cuidada edición relativamente reciente en inglés (The Crowd: A Study of the Popular Mind, Dover, New York, 2002).

Podríamos señalar también a algunos autores asimismo clásicos que bebieron en su caudal, anticipando las tesis actuales de Ann Coulter, como H. L. Mencken (Notes on Democracy, New York, 1926), José Ortega y Gasset (La rebelión de las masas, Madrid, 1930), o David Riesman y otros (The Lonely Crowd, New Haven, 1950), entre otros. Mencken caracterizaba la democracia de masas como el sistema político del “mob man”, del mismo modo que Ortega se referirá a la “democracia morbosa” y al “hombre-masa”, productos de la alteración.

Vivimos tiempos extraños y convulsos en que las ideologías del “hombre-masa” adoptan formas perversas, transformistas o travestidas. Se invoca el peligro (a mi juicio inexistente) del “fascismo” y se propicia la creación de una atmósfera (como en el cuento “¡que viene el lobo!”) en la que el “antifascismo” resulta ser un magma confuso y violento muy parecido al fascismo real. Es muy lamentable que algunos partidos “progres” constitucionalistas hayan caído en la trampa.

Esa perspectiva es la que me ha llevado a pergeñar algunas hipótesis modestamente innovadoras y polémicas de la democracia sobre el “fascismo progresista”, el “fascismo-leninismo” y el propio “antifascismo” (lo que he llamado, irónicamente, “a dirty little secret” del progresismo).

Sin entrar en detalles y dando ejemplo, asumo ahora mi turno de meditación o auto-reflexión “ensimismada”, tras mi jubilación como catedrático de Teoría del Estado y Derecho Constitucional (Ciencia Política) de la UCM, en estos días finales del políticamente annus horribilis 2018 para la democracia española. Lo hago desde mi retiro lejos del mundanal ruido y la alteración política –imitando a Henry David Thoreau- en la “cabaña” de la familia Brown-Driscoll junto al Boulder Lake en los bosques del Norte de Minnesota.

El ensimismamiento sobre mi curriculum político me permite reconocer y destacar durante el medio siglo de mi vida adulta, desde mis años de estudiante universitario en torno al año emblemático 1968 hasta el presente 2018, una clara y progresiva evolución –por otra parte, en mi opinión, muy lógica o natural con el trascurso de nuestros años biológicos- desde un izquierdismo moderado a un derechismo asimismo moderado, lo que se podría describir como neo-conservadurismo o simplemente liberal-conservadurismo.

Mi juvenil compromiso político, entre 1968 y 1978, fue con el PSI/PSP, pequeño partido político de la oposición anti-franquista liderado por los profesores Enrique Tierno Galván y Raúl Morodo. Desde 1976 tuve en él la responsabilidad de Secretario de Relaciones Internacionales. En 1978 formé parte de la comisión negociadora (junto a Raúl Morodo y Fernando Morán por parte del PSP) para la unificación con el PSOE (representado por Alfonso Guerra, Luis Yáñez y Luis Gómez Llorente). Permanecí escéptico en la Comisión Internacional del PSOE hasta el infame 23-F de 1981 en que abandoné la militancia y me distancié definitivamente del socialismo y de las izquierdas, como he relatado en varios artículos (véanse concretamente el último, “PSOE, R.I.P.”, La Crítica, Diciembre 2018; y más ampliamente en “Memorias y desmemorias históricas…”, Kosmos-Polis, Octubre 2014).

Mis años siguientes se dedicaron exclusivamente a la Universidad Complutense de Madrid, aunque la política estuvo muy presente, necesariamente por mi campo académico y en concreto por las asignaturas que enseñé hasta el presente 2018, Ideologías Políticas y Política de los Estados Unidos, además de los cursos de doctorado. Entre mis alumnos tengo que recordar una lista variopinta con los nombres de la infanta Cristina de Borbón y Grecia, y los futuros políticos españoles Ignacio Cosidó, Rafael Bardají, Javier Fernández Lasquetty, Rafael Simancas, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa, Pablo Iglesias, Ramón Espinar, Rita Maestre, Ariel Jerez, Jesús Montero… y asimismo el argentino Eduardo Fort (asesor en la campaña del presidente Macri y ahora de Vox).

Mi compromiso político más reciente y discreto ha sido con la asociación liberal-conservadora Floridablanca de la que he sido Presidente durante el periodo 2012-2018. En su primera etapa, como instituto universitario entre 2012-2014, y en la segunda etapa como club político (redfloridablanca.es) entre 2014-2018, con la brillante dirección de Isabel Benjumea, quien acaba de ser nombrada adjunta al jefe del gabinete (mi antiguo alumno Javier Fernández Lasquetty) del presidente del PP, Pablo Casado.

Desde mi experiencia juvenil con el PSP/PSOE hasta 1981 no he vuelto a tener una militancia política, partidista. Espectador independiente, política e intelectualmente ha sido decisiva en concreto mi experiencia americana: como director del Real Colegio Complutense en la Universidad de Harvard (1998-2000), y como profesor visitante o investigador en distintas universidades estadounidenses. Particularmente fueron para mí aleccionadoras las campañas presidenciales de Pat Buchanan en 1992 y 1996, y todas –incluidas las Midterm- desde el año 2000, la nefasta administración Obama, y el surgimiento del movimiento populista liberal-conservador Tea Party (en Septiembre de 2009 asistí en St. Cloud, Minnesota, al mitin fundacional en este Estado con Michele Bachmann y mi amigo Steve Gottwalt), precursor del Trumpismo. La evolución de mi pensamiento en un sentido precisamente liberal-conservador ha quedado reflejada en un buen número de artículos y ensayos en diversas revistas digitales: Atlantic Weekly, The Americano, Libertad Digital, La Ilustración Liberal, Kosmos-Polis, Floridablanca, y La Crítica.

Ojalá que en el Nuevo Año el ensimismamiento de nuestros líderes políticos constitucionalistas conduzca enérgicamente a neutralizar los serios peligros y riegos con que la alteración de los golpistas anti-sistema (separatistas, comunistas, podemitas, y socialistas podemizados bajo el caudillaje histérico y traicionero de Pedro “Judas” Sánchez) amenazan nuestra frágil -no consolidada- democracia.

Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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