Esta mañana ha terminado la incertidumbre para media España tras el descabalgue de las instituciones del Partido Popular y de su presidente, Mariano Rajoy, por la moción de censura de la otra media España.
Con la victoria de Pablo Casado parece -ya veremos hasta qué punto- que el centro derecha español puede recomponerse alrededor de dos banderas: la de España y la de la regeneración poítica, la de verdad, hasta hoy enarboladas por Albert Rivera y ya poco creíbles en el partido naranja dada su conducta errante en políticas de Estado y a su absoluta falta de democracia interna.
Difícil lo tiene, no obstante, Pablo Casado para conseguir la credibilidad necesaria que consolide su alternativa a la variopinta suma de fuerzas políticas a la que se enfrenta, que ha de pasar inevitablemente por poner luz en todas esas tramas locales, provinciales y autonómicas que, hoy por hoy, ensombrecen a su partido en los niveles más próximos al ciudadano.