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Población, León, eutanasia

Foto: http://www.eldesconcierto.cl/
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13 JULIO 2018

Por Francisco Ansón Oliart
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(...) países como Bélgica y Holanda, o estados como el de Oregón en EEUU, llevan ya años con leyes de este tipo activas. Y si algo ha quedado claro es que los “controles estrictos” son papel mojado, dándose lo que se denomina ...

La ciencia se ha equivocado en bastantes cosas. Una de ellas, con carácter sistemático, es la referida al futuro número de habitantes del mundo. Así, en 1968, Ehrlic publicó un libro en el que argumentaba que, con carácter inmediato, la Tierra sería incapaz de alimentar a su población. En sentido parecido, ya que proponía el “crecimiento cero”, se publicó El Informe del Club de Roma de 1972, del que se vendieron millones de ejemplares. Pues bien, lo cierto es, sin embargo, que en 1968 la Tierra tenía 3.550 millones de habitantes y de acuerdo con los datos de 2017 la población mundial asciende a 7.630 millones, más del doble y además vive mejor. Con relación a la alimentación de la que hablan Ehrlic y El Informe del Club de Roma, gracias a innovaciones, como, por ejemplo, los cultivos transgénicos, la producción de alimentos per cápita ha superado de manera constante y significativa el crecimiento de la población.

En efecto, el año 2000, Naciones Unidas estableció como uno de los objetivos a conseguir para el 2015, en sus “Objetivos del Desarrollo del Milenio”, la disminución de la pobreza, especialmente el hambre y su relación con la salud. Dicho objetivo se ha logrado en gran medida, a pesar de la corrupción generalizada de las autoridades e instituciones que gobiernan los distintos países, ya que la pobreza extrema ha pasado del 47% en 1990 al 14% en 2015, esto es, de 1900 millones en 1990 a 836 millones en 2015. Más aún, diez de los trece países más afectados por la escasez de alimentos, padecen enfrentamientos armados y en los otros, como se ha adelantado, el problema es la mala gestión política, como en la Venezuela Chaves y Maduro. El resumen es que los resultados de todos los estudios realizados, demuestran que todos los indicadores básicos, a pesar del aumento de la población, presentan una evolución positiva en las últimas cinco décadas, tanto en el Norte como en el Sur (Ignacio Aréchaga, La población mundial, medio siglo después, ACEPRENSA, Servicio de 25-06-2018).

En la actualidad existen datos preocupantes, en sentido contrario al pronosticado. Así, en China, Europa, Rusia y Japón el problema no es el exceso de natalidad, sino su déficit, que lleva a la pérdida de población. La política del hijo único y su consecuencia de aborto selectivo de niñas está pasando factura también a China, que afronta un serio problema de envejecimiento de población y de desequilibrio entre hombres y mujeres. En Europa, la “revolución contraceptiva” se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo, y hoy el problema es cómo estimular la natalidad. Afortunadamente, en otros continentes como África y Asia el crecimiento poblacional, si bien ha disminuido algo, continúa creciendo en forma significativa.

Lo que ha variado, y mucho, “es el tipo de problemas alimentarios, entre ellos, el aumento del consumo mundial de carne, un problema de ricos. Se acaba de publicar en la revista Science el mayor estudio internacional sobre el impacto de la ganadería en el medio ambiente, basado en los datos de casi 40.000 granjas de 119 países. El estudio, dirigido por Joseph Poore, de la Universidad de Oxford, concluye que mientras la producción de carne y lácteos proporciona el 18% de las calorías y el 37% de las proteínas de la alimentación humana, utiliza la gran mayoría de las tierras agrícolas (el 83%) y provoca el 60% de las emisiones de “efecto invernadero”, que están aumentando el consumo y contaminación del agua, así como la polución del aire. De forma, que una de sus conclusiones es que comer menos carne es el modo más sencillo de reducir la “huella carbónica” de una persona sobre el planeta. Mucho más decisivo que comprar un coche eléctrico. Además, se ha agregado otro problema inexistente hasta el presente en la historia alimenticia de la humanidad: el despilfarro de los alimentos, pues se tira o estropea entre un cuarto y un tercio de lo que se produce”. (The Guardian, 31-05.2018).

Por lo que se refiere a España, con una media de 1,3 hijos por mujer, se encuentra entre los países con menor fecundidad del mundo. Desde 2015, hay más muertes que nacimientos, saldo que en 2017 ha ofrecido un déficit de –31.245. En nuestro país hubo en 1970, cerca de 700.000 nacimientos y en 2017 sólo 391.330. Ello es lógico, porque España envejece. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el número de habitantes con una edad superior a los 70 años ha aumentado un 54% en los últimos 20 años, pasando de los 4,1 millones en 1996 a los 6,4 en 2016; es decir, la población que supera los 70 años ha crecido en 2,2 millones.

Pero, lo más preocupante, ocurre en nuestra tierra leonesa. El Norte de Castilla, el 19 de diciembre del año pasado, escribía: “La revisión del padrón dada a conocer el 16 de diciembre tras el Consejo de Ministros, revela que Castilla y León es la comunidad de España que más población ha perdido en el último año, a pesar de que la tendencia demográfica descendente se ha revertido en el conjunto del país. Castilla y León perdió 21.718 habitantes durante el año 2016, lo que ha supuesto el mayor descenso del país, de manera que vuelve a ponerse a la cabeza de la sangría demográfica, como ya ocurrió en el ejercicio anterior. La población se situó en las 2.425.801 personas a 1 de enero de 2017, frente a los 2.447.519 de un año antes, de manera que ha experimentado una disminución del 0,89%. Aunque la población descendió en todas y cada una de las provincias de Castilla y León, el mayor golpe demográfico de la comunidad se lo lleva la provincia de León, pues suma la cuarta parte de los habitantes que ha perdido la región. Son 5.288 personas menos”. Además, siempre según los datos del Instituto Nacional de Estadística, León es la provincia de nuestra comunidad con mayor número de personas mayores de 65 años, el 24,6%, cuando la media nacional es del 16,6%.

Se ha cansado al lector con los anteriores datos, por cuanto la ley de la eutanasia, que parece seguro que se va a promulgar en España, conviene que sea lo más estricta posible y que se cumpla, igualmente, de manera estricta. Se dice esto, porque, aunque los casos más sonados son los de personas jóvenes que la han pedido, a causa de una depresión, fracaso o desengaño, la inmensa mayoría de los que acuden a la eutanasia, son personas mayores, que, sobre todo, por la tristeza que produce la soledad, incapacidad, invalidez, enfermedad mental, pierden todo interés por vivir. De hecho los ancianos que reciben cuidados paliativos, casi nunca o nunca desean la muerte.

No es éste el lugar de establecer el número de fallecimientos por eutanasia (la dirección escrita el final del artículo detalla ese número) ni las causas que provocan la progresiva disminución de la población leonesa, sí es necesario considerar que la casi segura promulgación de una Ley de la eutanasia, si no se aplica de manera estricta, puede ser, por los datos que se acaban de aportar, un factor más que, aunque menor, contribuya a la disminución de las gentes de una de las tierras , para mí, más maravillosas que he conocido.

En efecto, “países como Bélgica y Holanda, o estados como el de Oregón en EEUU, llevan ya años con leyes de este tipo activas. Y si algo ha quedado claro es que los “controles estrictos” son papel mojado, dándose lo que se denomina “pendiente resbaladiza”. Se comienza la eutanasia con casos muy concretos y se va ampliando a personas con depresión, tristeza o soledad, e incluso llevándose por delante a personas que ni siquiera la han pedido. Informes oficiales de estos países y los testimonios de los propios familiares lo atestiguan. Esta evolución tiene incluso asustados a los que fueron los padres de estas leyes. Es lo que ocurrió en Bélgica, donde el psiquiatra Boudewijn Chabot, promotor de esta normativa, asegura ahora que está “totalmente fuera de control” (http://www.aceprensa.com/articles/la-pendiente-resbaladiza-de-la-eutanasia/).

Francisco Ansón

Francisco Ansón Oliart

Investigador y escritor; licenciado y doctor en Derecho (Universidad Complutense de Madrid); doctor of Philosophy and Psychology (K-University, California); licenciado en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid); doctor en Ciencias de la Comunicación (Universidad Camilo José de Cela)

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