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LEÓN, CATALUÑA, Y LA UNIVERSIDAD DE HARVARD

El presidente Jordi Pujol y Manuel Pastor en la Universidad de Harvard (Primavera de 2000).
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El presidente Jordi Pujol y Manuel Pastor en la Universidad de Harvard (Primavera de 2000).

La Crítica, 12 Abril 2017

Por Manuel Pastor Martínez
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(...) El sainete iniciado en Harvard ha continuado con la visita a Barcelona durante la Semana Santa de dos congresistas (no senadores, que tienen más peso en política internacional, sino dos representantes...

Pasado: León y Cataluña

El historiador leonés Justiniano Rodríguez Fernández (autor, entre muchas otras obras, de la biografía Pedro Ansúrez, León, 1966) y el medievalista norteamericano Bernard F. Reilly (autor de The Kingdom of León-Castilla Under Queen Urraca, Princeton, 1982, y otras dos monografías sobre Alfonso VI y Alfonso VII) hace décadas ya investigaron y documentaron debidamente cómo el Imperio de León en los siglos XI y XII (durante los reinados de Fernando I, Alfonso VI, Urraca y Alfonso VII, éste apodado precisamente El Emperador), desarrolló una estructura paraestatal y una mentalidad nacional hispánica o española, que incluían a los entonces condados catalanes. Concretamente, uno de los más destacados históricamente, el Condado de Urgel. El conde leonés Pedro Ansúrez (subrayo lo de leonés, no castellano, estrechamente vinculado a la Corte y a la dinastía leonesa, que fundaría la ciudad de Valladolid), hombre de suma confianza de los monarcas leoneses, casó a su hija María con el conde catalán Armengol V, y a la muerte de éste, durante la viudedad de su hija y la minoría de edad de su nieto (futuro Armengol VI), fue de hecho, durante casi una década, regente del Condado catalán, muy importante estratégicamente en las faldas de los Pirineos, en uno de los principales pasos hacia Francia.

Es decir, durante una fase esencial de la Reconquista y la formación nacional de España, Cataluña tuvo un gobernador o regente leonés, y que al alcanzar la mayoría de edad Armengol VI, nieto de Pedro Ansúrez, juraría vasallaje y lealtad personal al Emperador de León (y de toda Hispania), Alfonso VII, en la célebre Curia Regia reunida en la Catedral de la misma ciudad de León el 26 de Mayo de 1135. Alfonso VII fue proclamado Imperator Totius Hispaniae, recibiendo el homenaje también de su cuñado Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, ya que el Emperador estaba casado desde 1128 con la catalana Berenguela de Barcelona. Por otra parte, el hijo y heredero del conde de Urgel, Armengol VII, residiría la mayor parte de su vida en Valladolid (feudo de su bisabuelo el conde Ansúrez en el Reino de León), delegando el gobierno cotidiano del Condado en otras personas.

En el mismo siglo XII se crearon también las Cortes de León de 1188, durante el reinado del nieto de Alfonso VII, Alfonso IX (padre éste del “infante leonés” Don Fernando, nacido en la localidad zamorana de Valparaíso, hijo también de Berenguela de Castilla, futuro Rey Santo Fernando III que unificaría definitivamente León y Castilla en 1230).

La reunión de las Cortes tuvo lugar en Abril de 1188 en el claustro de San Isidoro, presididas por el Rey (con la participación, entre otros, del obispo, los nobles y los representantes de la ciudad de Astorga). La literatura y documentación sobre estas Cortes, realmente el primer Parlamento en Europa con los tres estamentos (casi tres décadas antes que la Magna Carta inglesa, aunque fuera del continente, en la remota Islandia, parece que ya hubo una institución previa similar), es inmensa, y no tiene objeto discutir hoy la primacía leonesa. Los condados catalanes seguían subordinados a la Corona de León-Castilla o de Aragón, por tanto no existía en ellos nada parecido a un parlamentarismo, excepto las prácticas habituales en toda la Hispania tradicional cristiana de las instituciones municipales, que no eran evidentemente exclusivas de Cataluña. El inicio del parlamentarismo en esta región no tendrá lugar hasta las Cortes catalanas de 1192.

Desde tan remoto periodo de nuestra historia, León no ha vuelto a tener una influencia significativa en Cataluña hasta la reciente y muy poco ejemplar, es decir negativa, del Presidente del Gobierno (socialista y leonés por crianza) José Luis Rodríguez Zapatero, al anunciar aquello de que la Nación española era “algo discutido y discutible”, y que aceptaría cualquier cosa que aprobara el Parlamento de Cataluña.

Presente: La Universidad de Harvard

Con la excepción de Thomas N. Bisson, experto en los estudios medievales de la Corona de Aragón, e indirectamente desde el ámbito de la historia de la literatura española Juan Marichal, Francisco Márquez Villanueva, y el leonés Luis Fernández Cifuentes, en el último siglo la Universidad de Harvard no ha tenido en su profesorado notables especialistas en Historia de España. Por el contrario, en tiempos recientes sí han sobresalido algunas voces que, a mi juicio, tenían mucho de anti-españolistas, como el mencionado medievalista Thomas N. Bisson, el historiador latinoamericanista John Coatsworth (hoy emigrado a la Universidad de Columbia tras dirigir en Harvard el Rockefeller Center for Latin American Studies, desde donde boicoteaba todas las iniciativas pro-España, llegando a proponer la clausura de nuestro Real Colegio Complutense), y el profesor de literatura española, pero fanático catalanista (además de experto en gay studies y en el cine de Pedro Almodóvar), Bradley S. Epps.

Estos personajes y algún otro contaban con varios aliados españoles en la Universidad Complutense de Madrid, como el vicerrector de relaciones internacionales Carlos Seoane, que presumía de galleguista, y el catedrático de historia del pensamiento político José Álvarez Junco, sentimentalmente catalanista, que entonces era profesor en la Tufts University en el mismo área de Boston-Cambridge, y colaborador del Minda de Gunzburg Center for Europan Studies en Harvard.

Fui testigo de esta situación durante mi breve mandato como director del Real Colegio Complutense en la Universidad de Harvard entre 1998-2000, por nombramiento personal del rector Rafael Puyol Antolín. Aparte de otras tareas, tuve la responsabilidad de renegociar el convenio de la Complutense con Harvard, y asimismo buscar y financiar un profesor (asunto que resultó altamente polémico entre los profesores del Departamento de Lenguas y Literaturas Romances de la prestigiosa universidad americana) para lo que sería el primer curso monográfico sobre Lengua y Cultura de Cataluña en la historia de Harvard, durante el curso académico 1999-2000. Casualmente el entonces presidente de la Generalidad Jordi Pujol viajó a Cambridge y me agradeció públicamente la iniciativa llevada a cabo desde mi posición de director del Real Colegio Complutense (no he dicho que soy leonés, y como tal amigo de muchos catalanes y de la cultura catalana, partes fundamentales de España).

Gracias a las gestiones de los profesores José Álvarez Junco y su amigo personal el profesor Andreu Mas-Colell (de Harvard y después de la Pompeu Fabra, antes de ser consejero de economía con el presidente de la Generalidad Artur Mas), el presidente Pujol fue invitado a dar una conferencia en el mencionado centro Minda de Gunzburg en la primavera de 2000. Asistí al acto, con un público mayoritariamente de españoles, estudiantes (muchos catalanes) y residentes en el área de Boston-Cambridge, que no superarían el centenar. Es en esta misma sede del Minda de Gunzburg Center for European Studies donde ha dado otra conferencia esta primavera de 2017 el actual presidente de la Generalidad Carles Puigdemont. Según los periódicos españoles, el número de personas que asistieron fue entorno a 80. Igualmente destacan que en su mayoría eran españoles. Lo absurdo de sendas conferencias y coloquios es que se hicieran en inglés, cuando la mayoría de los asistentes eran españoles. En ambas se habló naturalmente de las aspiraciones de Cataluña y de la ingratitud de España. Pujol no llegó a hablar de independencia, sino de la “nación cultural” catalana. Puigdemont esta vez ha defendido el famoso e infame “proceso” independentista.

Solamente pretendo dejar constancia de que estos actos fueron simples operaciones de publicidad o propaganda catalanista cara a la opinión pública española, utilizando la marca de Harvard. La opinión pública estadounidense ni siquiera se enteró de la presencia de los dos presidentes de la Generalidad en el prestigioso campus de Cambridge. Algo parecido es lo que ha sido hace pocos días el nuevo viaje “secreto” del presidente Puigdemont para entrevistarse con el ex presidente James Carter. Puro gesto de “postureo” cara a la galería española. Una entrevista de apenas 25 minutos con una persona senil y de total irrelevancia política hoy, que se disputa con Obama el dudoso honor de haber sido el presidente americano más incompetente y appeaser de como mínimo los últimos cien años.

El sainete iniciado en Harvard ha continuado con la visita a Barcelona durante la Semana Santa de dos congresistas (no senadores, que tienen más peso en política internacional, sino dos representantes entre los 435 de la House) perfectamente desconocidos por el gran público y sin relevancia política en Estados Unidos, excepto para los electores de sus respectivos distritos.

Fuentes informadas señalan que en el pasado estos congresistas han tenido relaciones de amistad con el IRA y con el presidente ruso Vladimir Putin. Parece que comparten con Carter (y nuestro leonés “mundial” Zapatero) una curiosa vocación de “apaciaguadores”, “intermediarios” y “verificadores” con los enemigos de las democracias occidentales. Pero hay un aspecto sombrío, extraño y siniestro en esta historia que acaba de revelarse por el corresponsal principal de la prestigiosa publicación liberal-conservadora norteamericana National Review, Kevin D. Williamson, quien sostiene que tras el IRA y los independentistas catalanes, portorriqueños, hawaianos, tejanos y californianos está Rusia: “The Russian oligarchs are awash with money and in thrall to a kind of atavistic nationalism, and they have a lot of cash to throw around at things like separatist movements in California or Spain or Ireland…” (“No, California. Shady Rusians, troubled dreamers, and the daft campaign for Calexit”, National Review, April 17, 2017).

Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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