No hay duda de que la Unión Europea está atravesando una de sus peores crisis desde que dio sus primeros pasos con la creación de la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, una vez acabada la II Guerra Mundial. En este momento, está haciendo frente a un conjunto de riesgos y amenazas entre los que destacan el salafismo yihadista; la agresión rusa; el turbulento Oriente Medio; el flujo de refugiados; la crisis financiera; el Brexit que supone la salida del Reino Unido de la UE; la falta de solidaridad entre el Norte y el Sur o las diferencias entre el Este y el Oeste junto con la posibilidad de que Donald Trump sea el nuevo presidente de Estados Unidos, que pueden poner en cuestión su propio proyecto de unidad.
Con independencia de la amenaza permanente del salafismo yihadista que está afectando gravemente a la estabilidad europea, en particular, la salida del Reino Unido una de sus grandes potencias militares y la actitud agresiva de Rusia, especialmente desde la primavera del 2014, con la anexíon de Crimea y la crisis de Ucrania junto con su actual intervención militar en Siria, sitúa a la UE, en el campo de la defensa, en un periodo de incertidumbre y vulnerabilidad verdaderamente preocupante.
Solo cuatro de los 25 países europeos de la OTAN - Reino Unido, Estonia, Grecia y Polonia - hacen frente al porcentaje mínimo de gasto de defense del 2% del PIB que aconseja la Alianza. Como se ha visto en Afganistán, en Irak, en Libia o en otros lugares, los militares solos no pueden asegurar y recomponer un país roto o fallido. Son precisamente ellos los que solicitan ayuda y asesoramiento que la Unión Europea puede ofrecer para reconstruir cualquier país.
Evolución reciente de la defensa
En la Estrategia Global para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea, firmada por Federica Mogherini, la Alta Representante de la Política Exterior y de Seguridad de la UE, el pasado 30 de junio, se señala que la idea de que Europa es una “potencia exclusivamente civil” no le hace justicia a una realidad que evoluciona. Por ejemplo, la UE conduce actualmente 17 operaciones militares y civiles en todo el mundo. En lugares tan alejados como Afganistán y Congo, Georgia y el Sahel, Moldavia, Somalia y el Mediterráneo, miles de hombres y mujeres sirven bajo la bandera europea. Para la Europa de hoy, el poder blando y el poder duro van de la mano.
Seguidamente indica que la Estrategia alimenta la ambición de una autonomía para la UE, necesaria para promover los intereses comunes de nuestros ciudadanos, así como nuestros principios y valores, en un sistema internacional basado en el multilateralismo y en reglas, no en políticas globales y guerreros solitarios. Por este motivo, la UE seguirá profundizando el vínculo transatlántico y nuestra asociación con la OTAN, al mismo tiempo que nos conectaremos con nuevos actores y exploraremos nuevos formatos.
En la Hoja de Ruta de la Declaración de Bratislava, del pasado 16 de septiembre, en el campo de la seguridad exterior y defensa, la Unión Europea marca como objetivo reforzar la cooperación de la UE en materia de seguridad exterior y defensa para lo cual señalaba tomar dos medidas concretas. Por un lado, decidir en el Consejo Europeo de diciembre sobre el plan de aplicación en materia de seguridad y defensa concreto y sobre el mejor modo de servirse de las opciones que brindan los Tratados en especial en lo referente a capacidades. Por otro, iniciar de inmediato la aplicación de lo dispuesto en la declaración conjunta con la OTAN.
En la citada declaración conjunta emitida en la Cumbre de la OTAN, en Varsovia, el pasado 9 de julio, por el Secretario General de la OTAN, el Presidente del Consejo Europeo y el Presidente de la Comisión Europea, se establece una serie de acciones que las dos organizaciones tienen la intención de acometer juntos en áreas concretas, incluyendo la lucha contra las amenazas híbridas, la mejora de la resiliencia, la capacidad de construcción de defensa, defensa cibernética y seguridad marítima, entre otras.
Por último, en la segunda decena del pasado mes de octubre, y siguiendo en la línea señalada en los documentos y declaraciones mencionados, los ministros de Defensa de los cuatro grandes de la UE - Alemania, España, Francia e Italia - han enviado una carta a sus 24 homólogos - incluido el Reino Ubnido - en la que proponen reforzar la cooperación en defensa de la UE pero reforzando al mismo tiempo la colaboración con la OTAN aunque la Unión preserve su capacidad de actuar “autónomamente”.
Estiman estos ministros que la OTAN y la UE son pilares de la seguridad euroatlántica y una fuerte asociación entre ellos representa la unidad de todos, aliados y miembros de la UE por igual, para responder a los desafíos que nos amenazan, con un reparto de la carga más equilibrado entre ambos lados del Atlántico. Una OTAN más fuerte se complementa con una Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) más robusta y más sólida.
Asimismo, la carta apoya “considerar” la cooperación estructurada permanente (PESCO, en sus siglas en inglés) prevista en el Tratado de Lisboa como instrumento fundamental para vanzar por parte de aquellos países con voluntad de dar pasos más sólidos. Parten de la base de que se reforzará la autonomía estratégica europea en sus dimensiones operativa e industrial.
En concreto, esta evolución señala claramente que los países europeos vuelven a sus antiguos planteamientos de cooperación y colaboracíon con la OTAN al mismo tiempo que promueven una mayor autonomía estratégica utilizando, en su caso, la cooperación estructurada permente (PESCO) para lo que insisten en reforzar sus capacidades. Para ello, piden al Consejo Europeo de diciembre que presente un plan de acción concreto de seguridad y defensa así como iniciar de forma inmediata lo dispuesto en la declaración conjunta UE-OTAN, en la pasada Cumbre de la Alianza. Sin embargo, apenas se habla de las necesidades presupuestarias para alcanzar el adecuado nivel de capacidades militares con objeto de responder de forma sólida y rigurosa a los riesgos y amenazas que la UE tiene que hacer frente.
La falta de liderazgo europeo
Ahora nos hacía falta un Konrad Adenauer, un Jean Monet, un Alcide de Gasperi o un Paú-Henri Spaak pero lamentablemente no los tenemos. La crisis de liderazgo en la Unión Europea es patente y precisamente en un momento en que, en el otro lado, aparece un líder fuerte, enérgico y decidido, el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Se ponen excusas manifestando que tanto Francoise Hollande como Angela Merkel viven pendientes de sus calendarios electorales, lo que impide que el eje franco-alemán del que cabría esperar iniciativas decisivas, pueda señalar el camino. Tampoco los altos cargos de la UE han resuelto la carencia de liderazgo. Lo cierto es que un liderazgo sólido siempre debe estar por encima de los acontecimientos, procesos electorales u otro tipo de actos coyunturales que puedan suceder en cualquier instante.
Esta falta de liderazgo está muy relacionada con el proceso de decisión de la UE que conduce a situaciones estrambóticas como la que sucedió en la Reunión del Consejo Europeo en la Cumbre de Bruselas, el pasado 21 de octubre, cuando la región belga de Valonia en franco declive industrial de apenas 3,5 millones de habitantes tuvo en jaque a la Europa de más de 500 millones de personas al rechazar la aprobación del acuerdo de libre comercio con Canada, el llamado CETA en sus siglas en inglés, que llevaba negociándose siete años.
Con independencia de la actual crisis existencial que sufre la Unión Europea como cosecuencia de la falta de conexión entre la ciudadanía y los líderes políticos, la complejidad y el alto númetro de instituciones - el Consejo Europeo, la Comisión, el Parlamento, .. - con responsabilidades muchas veces solapadas y poco transparentes están originando una gran confusión en los ciudadanos que no conocen exactamente quién es el verdadero conductor, el líder de la UE, al que hay que seguir.
El disperso y bajo esfuerzo europeo en gasto militar
Desde la crisis económica de 2008 los presupuestos de defensa descendieron, de forma general en toda Europa hasta las agresiones de Rusia en Ucrania en 2014. En concreto, a partir de crisis de Ucrania, en febrero de 2014, aproximadamente la mitad de los países de la OTAN - 14 de 26 - han incrementado ligeramente los niveles del gasto de defensa, dos de ellos con programas acelerados de adquisición de material militar, Polonia y Estonia.
Desde que comenzó la crisis de Ucrania ha habido en Europa tres olas diferentes de incremento de gastos de defensa. La primera ola de incremento del gasto, aunque de forma paulatina y a un plazo de varios años, empezó en la primavera de 2014 y vino de los países bálticos y de los países del Este de Europa: Letonia, Lituania, Rumania, República Checa, Hungría, Bulgaria y Polonia. Este último país aceleró los programas de adquisición de material, especialmente los de helicópteros de ataque.
La segunda ola incluye a los países nórdicos que incrementaron sustancialmente los gastos de defensa a partir del mismo año de 2014. Noruega y Suecia iniciaron la adquisición ya en 2014 y en los años siguientes de submarinos, aviones de combate y transporte táctico además de acelerar las compras de sistemas de defensa aérea de alcance medio e incrementar las horas de vuelo y de navegación al objeto de conseguir un alto grado de preparación para el combate.
La tercera ola incluye a los estados de Europa occidental cuyo incremento empezó durante los años 2014 y 2015. Especialmente Holanda, Alemania y Francia, incrementaron sus gastos en defensa con la modernización y la obtención de nuevo material militar.
Sin embargo, la tasa de crecimiento en gastos de defensa es menor que la tasa de crecimiento económico de los diferentes países señalada en las proyecciones del IMF lo que indica que estos estados no tienen prisa en alcanzar el 2% del PIB en gastos de defensa para el año 2024 señalado en la Cumbre de la OTAN de Gales, en el año 2014.
En el año 2015, solo cuatro (4) de los miembros europeos de la OTAN - los mencionados más arriba - gastan en defensa el 2% del PIB o más, de acuerdo con el mandato de la Alianza. Para el resto de los 22 países, el porcentaje medio de gastos de defensa es del 1,1% del PIB. Si todos los países europeos de la OTAN cumplieran el objetivo del 2% del PIB en gastos de defensa, los gastos de defensa de dichos países se incrementarían un 45%, es decir, 97.000 m. de $, desde un gasto de defensa en 2015, de 226.000 m. de $.
De los 26 países europeos de la OTAN, 4 mantienen un gasto de defensa del 2% o más del PIB - los ya citados Grecia, Polonia, Reino Unido y Estonia -; 14 superan el 1,1% del PIB en gastos de defensa - Francia, Portugal, Noruega, Croacia, Bulgaria, Albania, Holanda, Dinamarca, Italia, Turquía, Lituania, Alemania y Eslovaquia -; y 8 se sitúan por debajos del 1,1% del PIB en gastos de defensa - Eslovenia, República Checa, Letonia, Hungria, España, Luxemburgo e Islandia -.
No obstante, a pesar del declive en gastos militares desde la crisis financiera de 2008, Europa permanece como la tercera región en el mundo en gastos de defensa, detrás de América del Norte y Asia. Estados Unidos sostiene unos gastos de defensa de 597.500 m. de $, China de 145.800 m. de $ y Rusia de 65.600 m. de $.
Lo que ocurre es que al existir en Europa un gran número de pequeños países - en torno a 18 - con limitados presupuestos de defensa y que pretenden disponer de unas Fuerzas Armadas autónomas con unas capacidades militares similares, muchas capacidades están duplicadas, por lo que el gasto de defensa de 226.000 m. de $ sin ninguna coordinación colectiva constituye una pérdida de recursos financieros inadmisible.
Las prioridades europeas en la adquisición, desde el año 2011, han contemplado un amplio espectro de capacidades, incluyendo aviones de combate, sistemas de vigilancia y de defensa antiárea, barcos de superficie, submarinos, plataformas de guerra antisubmaarina, además de vehículos acorazados y activos de movilidad aérea incluyendo aviones y helicópteros de transporte.
Sin embargo, no se están adquiriendo con la debida diligencia las capacidades militares realmente necesarias e importantes y de las que carece la UE como puede ser el transporte estratégico, reabastecimiento en vuelo, helicópteros de ataque, drones, satélites, hospitales de campaña….etc.
Por todo ello, es necesario entre otras cuestiones,el establecimiento de un mercado común de la defensa, donde la Agencia Europea de la Defensa debiera identificar las carencias existentes y diseñar los programas militares adecuados; priorizar y coordinar la adquisición de capacidades militares de forma equilibrada; aumentar los gastos de defensa de manera proporcionada; al mismo tiempo que el Comité Militar aporte la dimensión militar que realmente le corresponde a la UE.
A modo de conclusiones
De acuerdo con todo lo expuesto, se pueden apuntar algunas medidas para que la defensa de la Unión Europea pueda salir de esta situación realmente crítica con cierto éxito. Entre ellas se encuentran las siguientes.
- Conseguir una mayor integración de la defensa europea para lo cual es preciso incrementar y optimizar el gasto militar, aparte de emplear la PESCO cuantas veces sea necesario.
- Adquirir las capacidades militares que realmente se necesiten evitando duplicidades para lo que se debe emplear adecuadamente la Agencia Europea de Defensa.
- Alcanzar el liderazgo que le corresponde como actor global para lo que es necesario ser más proactiva ante los riesgos y amenazas y tomar decisiones, no posponerlas indefinidamente.
- Introduccir procedimientos de decisión más ágiles y eficientes al objeto de que la Unión Europea puede actuar como un bloque único en el momento y lugar oportuno.
- Reforzar la cooperación con la OTAN, especialmente en las áreas específicas que se han señalado más arriba.
Algunas de ellas no serían difíciles de alcanzar siempre que se dispusiera de la voluntad política necesaria. En otro caso, la defensa de la UE puede llegar a tener tales carencias en su nivel de operatividad que ponga en cuestión la propia viabilidad del proyecto de integración europea.
Madrid, 26 de octubre de 2016