Presidio de Santa Bárbara (California).
Las comunicaciones se realizaron a menudo por los denominados caminos reales, como el Camino Real de Tierra Adentro que iba desde Ciudad de México hasta Santa Fe, en Nuevo México. Otro era el Camino Real de los Tejas, que tenía varios ramales y facilitaba llegar a esta provincia desde el centro del virreinato de Nueva España. Acababa en Natchitoches, en la moderna Luisiana.
Hubo otras rutas más tardías, como la Ruta de Anza, que permitía ir desde Sonora y Arizona hasta California, el Camino de Santa Fe, que enlazaba San Luis (Misuri) con la capital de Nuevo México, o el Viejo Camino Español que iba de Santa Fe a Los Ángeles, pasando por Colorado y Utah, parte del cual ya era conocido por los españoles desde el siglo XVII.
Los cinco caminos y rutas anteriores están declarados National Historic Trails (Caminos Históricos Nacionales).
Otra ruta, que no es National Historic Trail y que se superpone con parte de la Ruta de Anza, es el llamado Camino Real de las Misiones de Alta California, que une las 21 misiones fundadas en ese estado.
Caminos y rutas declarados National Historic Trails.
También se conoce como Camino Español el que atravesaba el sur de los Estados Unidos, desde San Agustín (Florida) hasta enlazar con el Camino Real de los Texas. Fue muy utilizado el tramo de San Agustín a Pensacola, mientras fue territorio español, pero no así desde de Mobila hasta Texas por los repetidos cambios de soberanía de Luisiana.
Los caminos articularon a ciudades y pueblos, haciendas, misiones y presidios, que constituyeron las bases de la colonización y el comercio, de la difusión del idioma, la cultura, la legislación y la religión españolas.
España llevó a los Estados Unidos y compartió su cultura, lengua y credo. Con ellos aportó valores y principios cuyas bases habían sentado instituciones como la Escuela de Salamanca, integrada por juristas, académicos y religiosos.
Parte del derecho castellano se trasplantó a América, donde estuvo en vigor durante siglos. Además, se le fueron añadiendo sucesivas leyes protectoras de los indígenas, que se pueden encontrar en la Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias, mandadas publicar por el rey Carlos II en 1681.
Durante el reinado de Carlos II, se publicó la Recopilación de las Leyes de Indias (1680), se protegió a los esclavos huidos de las colonias inglesas dándoles la libertad (1693) y se construyó el Castillo de San Marcos en San Agustín de la Florida (1672-1695).
La Monarquía Hispánica siempre quiso integrar a los nativos en la sociedad española. Fue una colonización incluyente y la ley española, de manera clara y absoluta, aseguraba a los indios sedentarios derechos de propiedad sobre la tierra que ocupaban (frase del senador por California John Charles Frémont dicha en 1850).
Las leyes protegieron a los indígenas y para su integración en la sociedad hispana se recurrió al sistema de misiones que, además de enseñar la religión católica, tenían objetivos sociales, económicos y políticos. Los misioneros proveían a los nativos de herramientas, como oficios y tecnologías, que les permitieran vivir en paz en una sociedad moderna y sedentaria como súbditos del rey de España.
En el territorio de los Estados Unidos, las misiones de California que comenzó a fundar fray Junípero Serra, o las de Nuevo México, alcanzaron notable éxito. Otros intentos, como los realizados con los apaches, apenas obtuvieron resultados. Un caso bien conocido es el de la misión de San Sabá construida en 1758 cerca del actual Menard (Texas) y arrasada pocos meses después por taowayas, comanches, wichita, caddos y otros enemigos de los apaches. También en Texas, en torno a San Antonio, se fundaron cinco misiones. Fueron los primeros edificios construidos en piedra en este estado y están declarados patrimonio mundial por la UNESCO. Uno de ellos, la misión de San Antonio Valero, fundada en 1718 por fray Antonio de Olivares, es más conocido como El Álamo por la batalla que tuvo lugar allí en 1836.
Misión de San Antonio Valero, El Álamo. Fuente: Daniel Schwen (Wikimedia Commons).
Otro hecho destacable es el del gobernador de la Florida Manuel de Montiano. Protegió a los esclavos huidos de las colonias inglesas y mandó construir fuerte Mosé, el primer asentamiento de negros libres de Norteamérica. En 1740, todos juntos defendieron la Florida de un ataque británico, durante la conocida como guerra del Asiento o guerra de la Oreja de Jenkins.
Los territorios americanos fueron provincias de la Monarquía Hispana, en igualdad de condiciones legales con todas las demás del Imperio. De ahí el interés en lograr una cierta unificación cultural, que sin embargo respetó muchos usos y costumbres indígenas. La expansión del español no fue algo impuesto, sino una cuestión de índole práctica al ser una lengua franca que permitía comunicarse a través de todo un continente, desde California a la Patagonia.
Los españoles introdujeron en Estados Unidos el ganado equino, bovino, ovino, porcino y aviar. El caballo no llegó por la costa este, sino por el sur, desde el centro del virreinato de Nueva España. En mucha menor medida también llegó por la Florida. El caballo cambió la vida y la historia de los nativos americanos. Con ellos pudieron transportar más cosas, desplazarse más rápido y más lejos, cazar más y ser superiores en la guerra frente a otros grupos indígenas que no los tuvieran o los tuvieran en menor cantidad. Con frecuencia, estos animales fueron también fuente de alimento. Muchos escaparon y se reprodujeron libres en gran número dando lugar a las manadas de caballos salvajes conocidos como mesteños o mustangs. El término mesteño proviene de la antigua institución española de La Mesta, que administraba rebaños de ganado en comunidad, sin un dueño expresamente reconocido.
Llegada y difusión del caballo en América del Norte.
La ganadería en Texas y la figura del cowboy son de origen español. El ganado cuernilargo, o longhorn, desciende de las vacas marismeñas andaluzas. Un siglo antes de que el estado de la estrella solitaria fuera independiente, ya se hacían allí grandes arreos de ganado. Esos arreos eran lo que en la actualidad se llaman rodeos, término cuyo origen es apenas conocido. En la Norteamérica hispana había haciendas y ranchos, mucho antes de que existieran los Estados Unidos como nación independiente. Desde el siglo XVI hubo caravanas de carretas en las que viajaban colonos y con las que se introdujo la rueda. Las mercancías se solían transportar a lomos de mulas.
No solo el caballo cambió la vida y costumbres de muchos grupos indígenas. Por ejemplo, los navajos aprendieron a usar la lana de las ovejas para tejer mantas y también se convirtieron en hábiles orfebres.
Vacas marismeñas, antecesoras de los cuernilargos o longhorn. Acuarela de José A. Sencianes Ortega.
Con los españoles vinieron olivos, vides, muchos tipos de frutales, cereales, leguminosas, hortalizas, que pasaron a formar parte de la agricultura y el paisaje de una buena parte de los Estados Unidos. Los indios pueblo de Nuevo México, sedentarios y agricultores, mejoraron sus cultivos y regadíos con las nuevas especies vegetales y tecnologías agrícolas que llevaron los españoles.
También trajeron las monedas como medio de pago en los intercambios comerciales, la escritura, la imprenta, las técnicas de construcción y el urbanismo de ciudades como Santa Fe o San Antonio.
Entre las actuaciones de la corona para mejorar la vida de sus súbditos, estuvo la campaña de vacunación gratuita contra la viruela. Entre 1803 y 1812 se desarrolló la conocida como Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, o Expedición Balmis-Salvany. El rey Carlos IV, cuya familia había sufrido los estragos de la enfermedad, apoyó la propuesta del médico Francisco Javier Balmis de llevar el reciente descubrimiento de Edward Jenner a los habitantes de toda la Monarquía. Además, se organizarían las llamadas Juntas de Vacunación para que el proceso alcanzara hasta el último rincón. En California, Arizona, Nuevo México y Texas fueron vacunados tanto los hijos de españoles como los de todas las tribus indias sedentarias y nómadas que aceptaron, como los navajos y los comanches. Esta expedición fue la primera campaña de vacunación masiva y global de la historia.
La corbeta mercante María Pita llega a San Juan de Puerto Rico con la vacuna de la viruela. Cuadro de Carlos Parrilla Penagos.
Como siempre ocurre, en la guerra no podían faltar aportaciones innovadoras. Además del uso de las armas de fuego y el empleo de la caballería, se construyeron fortificaciones abaluartadas como el castillo de San Marcos, en San Agustín (Florida), el más imponente testimonio de arquitectura militar antigua en los Estados Unidos.
También se promulgaron reglamentos para el mejor funcionamiento de los presidios y se estableció una línea de ellos, casi sobre la actual frontera entre México y los Estados Unidos, para defender el norte del virreinato de Nueva España de las incursiones de apaches, comanches y otras tribus hostiles.
Cuando los anglo-norteamericanos llegaron a los territorios del suroeste que antes habían sido provincias de la Monarquía Hispánica, no se encontraron unos territorios vacíos, inexplorados y salvajes, sino habitados, bien conocidos y con una cultura mestiza de raíces españolas.
El texto de este artículo ha sido extraído y adaptado de Las raíces hispanas de los Estados Unidos, revista monográfica, bilingüe y de libre descarga, elaborada por la Asociación Cultural Héroes de Cavite.
Francisco Moreno del Collado
Asociación Cultural Héroes de Cavite