Las Fuerzas Armas españolas iniciaron su participación en misiones en el exterior en 1989, con la Misiones de las Naciones Unidas en Centroamérica (ONUC) y en Angola (UNAVEM), ambas hasta 1991. Desde entonces, hace ya casi 30 años, más de 150.000 militares españoles - de los cuales más de 160 han perdido la vida - han desplegado en medio centenar largo de operaciones en cuatro continentes: África, América, Asia y Europa.
En la vigente Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de 2013 se definen los tres intereses nacionales de seguridad: proteger la libertad y el bienestar de sus ciudadanos; garantizar la defensa de España y sus principios y valores constitucionales, y contribuir junto a nuestros socios y aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de los compromisos asumidos.
También se expresa en dicha ESN que el empleo de nuestras Fuerzas Armadas puede resultar esencial en los conflictos que eventualmente llegaran a desarrollarse tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Es preciso mantener una capacidad defensiva propia, creíble y efectiva, dada la situación geoestratégica de España.
Por otra parte, España debe tener la capacidad de participar en crisis o conflictos por su calidad de socio solidario de las organizaciones internacionales a las que pertenece, así como en operaciones de mantenimiento de paz, de protección de civiles u otras que afecten a nuestros valores compartidos y se deriven de compromisos adquiridos en organizaciones internacionales como la ONU.
Asimismo, en el preámbulo de la Directiva de Defensa Nacional 1/2012, se afirma con claridad que la mejor aportación que nuestra nación puede ofrecer a la estabilidad internacional es su propia fortaleza en un mundo plagado de incertidumbres, donde el instrumento militar a disposición del Gobierno cobra una importancia principal.
Por último, en la repetidamente citada ESN, una de la líneas de acción estratégica para cumplimentar el objetivo de Defensa Nacional consiste precisamente en el mantenimiento del compromiso de España con el sistema de seguridad colectiva sobre la base de la integración en las organizaciones internacionales y mediante la activa participación en operaciones en el exterior, que se conjugará con la defensa de los intereses nacionales. Se llevarán a cabo actuaciones que contribuyan a la acción exterior del Estado y a la posición internacional de España.
De hecho, si bien es cierto que, en principio, con las misiones exteriores nuestras Fuerzas Armadas tratan de garantizar el tercer interés nacional de seguridad de contribuir con nuestros socios y aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de nuestros compromisos asumidos también es verdad que con estas misiones se garantizan los otros dos intereses nacionales. Hoy en día, la seguridad no tiene fronteras. No existe separación entre la seguridad interior y exterior, la seguridad es un todo continuo.
Evolución reciente
Con las Leyes Orgánicas 6/1980, por la que se regulan los criterios básicos de la defensa nacional y la organización militar, y 1/1984, de Reforma de la Ley 6/1980, quedaron claramente establecidos los conceptos, criterios y definiciones apropiados de la defensa nacional y de la organización militar además de determinar las diferentes autoridades de la Defensa y de los tres Ejércitos con las responsabilidades correspondientes. Ambas permitieron a nuestro país poder integrarse en organizaciones internacionales de seguridad y defensa.
La entrada de España en la OTAN en 1982, por un lado, posibilitó la introducción de un nuevo modelo de seguridad y defensa en el que la defensa colectiva fue pieza central y, por otro, condujo a un cambio de mentalidad en nuestras Fuerzas Armadas, fundamentalmente, al cambiar el concepto de defensa territorial de España por el mencionado de defensa colectiva en un entorno de seguridad compartida. La proyección de fuerzas y los ejércitos expedicionarios fueron adquiriendo protagonismo habitual al compás de la evolución de la propia OTAN.
Es en este proceso de integración en una organización internacional como la OTAN junto con la experiencia que ya tenían algunos de nuestros militares en la cooperación con otras Fuerzas Armadas, especialmente las de Estados Unidos, dio comienzo la participación de fuerzas militares españolas en misiones exteriores de diferente naturaleza, normalmente bajo el paraguas de Naciones Unidas, de la OTAN o de la Unión Europea.
De este modo, durante los años 90 del siglo XX y el primer lustro del siglo XXI, las Fuerzas Armadas españolas participaron en un amplio espectro de operaciones y escenarios cambiantes compartiendo experiencias con profesionales de otros países, particularmente los pertenecientes a la Alianza Atlántica, establecieron relaciones y una estrecha colaboración con ellos, al mismo tiempo que obtuvieron un conocimiento más profundo de su forma de trabajar.
Estas experiencias y lecciones aprendidas sirvieron de base, entre otras razones, para actualizar la organización básica de los diferentes ejércitos, mediante la publicación de la Ley 5/2005, de 17 de noviembre, de la Defensa Nacional, donde en su artículo 11 se organizan las Fuerzas Armadas en dos estructuras: una orgánica, para la preparación de la fuerza, y otra operativa, para su empleo en las misiones que se le asignen.
También en dicha Ley se dio al Jefe de Estado Mayor de la Defensa, bajo la dependencia del Ministro de Defensa, el mando de la estructura operativa de las Fuerzas Armadas y la conducción estratégica de las operaciones militares mientras que a los Jefes de Estado Mayor se les daba la responsabilidad de garantizar la adecuada preparación de la Fuerza de su respectivo Ejército para su puesta a disposición de la estructura operativa de las Fuerzas Armadas.
A partir de entonces, se mejoraron y actualizaron todos los procedimientos y mecanismos necesarios para facilitar y agilizar la transferencia de autoridad, por un lado, desde los diferentes Ejércitos al EMAD y, por otro, desde el JEMAD a la autoridad internacional nombrada al efecto en cualquiera de las organizaciones internacionales bajo cuyos auspicios se operaba de forma habitual, ya fuera la ONU, la OTAN o la UE.
De esta forma, la estructura orgánica se adaptó a las nuevas misiones en el exterior que se demandaban cada vez con mayor frecuencia. Se crearon los elementos orgánicos adecuados para organizar estructuras operáticas, adiestrar unidades, trasladarlas a zona de operaciones, apoyarlas logísticamente o efectuar el seguimiento de operaciones.
Se aprendió mucho de estrategia, organización, escenario operacional y táctico, logística y empleo del armamento moderno pero, fundamentalmente, el militar español se acostumbró a comentar, discutir o cambiar impresiones de temas profesionales con compañeros de otras naciones y, en consecuencia, a contrastar ideas, propósitos o soluciones.
No quiero dejar de mencionar que una de las consecuencias más directas de la participación de nuestras Fuerzas Armadas en misiones en el exterior ha sido la modernización de armamento y equipo de las unidades. En el caso del Ejército de Tierra, destaca la adquisición de los vehículos ligeros Lince o RG 31, aviones no tripulado (UAV), sistemas informáticos y comunicaciones vía satélite en las Unidades de Transmisiones o el helicóptero multipropósito NH90.
Situación actual
Actualmente, bajo el compromiso con la paz y seguridad internacional, nuestras Fuerzas Armadas están presentes en 20 misiones en el exterior con cerca de 3.000 militares y guardias civiles desplegados en los cuatro continentes señalados. De dichas misiones tres (3) están bajo los auspicios de Naciones Unidas - Libano (FINUL), ONU-Acuerdo de paz en Colombia, Apoyo a RCA-OP/AC Gabón -; seis (6) bajo el paraguas de la UE - EUNAVFORMED Shopia, EUTM RCA, EUTM Somalia, EUTM Mali, Destacamento Marfil Senegal y Atalanta -; siete (7) bajo los auspicios de la OTAN - Apoyo a Irak, Apoyo a Turquía, Policía Aérea en el Báltico, Grupos navales permanentes de la OTAN, Presencia Avanzada Reforzada en Letonia y Resolute Support en Afganistán; y cuatro (4) dentro de las misiones de seguridad cooperativa propias de España en África - Golfo de Guinea, Mauritania, Senegal y Túnez -.
Como ejemplo, y para ver la diversidad de misiones y escenarios a los que deben hacer frente nuestras fuerzas militares, paso a exponer cuatro operaciones distintas que se llevan a cabo en el momento presente, en cuatro continentes, cada una de ellas bajo los auspicios de una organización internacional diferente - 2 de la ONU -.
La operación Presencia Avanzada Reforzada-Letonia, bajo el paraguas OTAN, tiene como misión desarrollar una presencia avanzada reforzada en Letonia, de naturaleza defensiva, para evitar que la inestabilidad generada por los últimos conflictos se extienda a los países aliados del Este de Europa.
La fuerza militar se crea dentro del concepto de disuasión, defensa y diálogo, como muestra de solidaridad y determinación existente en el seno de la Alianza para hacer frente a cualquier amenaza.
España participa con algo más de 300 efectivos, con medios de vanguardia de tecnología como carro de combate, vehículos mecanizados de infantería y de transporte oruga acorazado, morteros pesados, vehículos de combate de Zapadores o misiles “Spike”.
La operación Libano (FINUL), bajo los auspicios de la ONU, tiene como misión vigilar el cese de hostilidades entre Hezbollah e Israel y acompañar y asistir a las Fuerzas Armadas libanesas en el sur del país y a lo largo de la línea de separación entre ambos países denominada Línea Azúl.
Las fuerzas están desplegadas en dos Sectores, el Este y el Oeste. España ostenta el mando del Sector Este mientras que Italia manda el Sector Oeste. El contingente español que llegó a contar con un máximo de 1.100 militares, se mantiene desde 2012 entre 600 y 700 efectivos. Desde el inicio de la misión han fallecido en Líbano quince (15) militares españoles.
La operación Atalanta, bajo los auspicios de la UE, tiene como misión proteger del ataque de los piratas el tráfico marítimo en el océano Indico occidental, especialmente a los buques del Programa Mundial de Alimentos de la ONU y a los pesqueros que faenan en aquellas aguas.
España es el mayor contribuyente de la operación. Aporta a la Fuerza Naval Europea - que ya ha mandado en seis ocasiones - dos buques en los periodos intermonzónicos y uno en los monzónicos. También participa el destacamento aéreo “Orión” en el que se alternan los aviones P-3 “Orión” y CN-235 “Vigma”. El personal desplegado en esta operación suma más de 300 efectivos.
La operación ONU-Acuerdo de paz en Colombia, bajo el paraguas de la ONU, tiene como misión vigilar y verificar el cese del fuego y de las hostilidades así como de la entrega de armas, en el cumplimiento de los acuerdos de paz en Colombia. España participa con 18 observadores a la misión política que establece la Resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 2261/2016, del 25 de enero. De ellos, 14 militares, dos guardias civiles y dos policías nacionales.
Las misiones en el exterior son fundamentales en los tiempos actuales ya que con ellas España se muestra al mundo al lado de nuestros socios y aliados de una manera muy contundente y sólida. Tener fuerzas desplegadas proporcionando paz y estabilidad internacional presta a nuestro país una credibilidad, prestigio y reputación que no se podrían conseguir de otra manera aparte de constituir una aportación directa a la seguridad y defensa de España.
Algunas consideraciones
Se ha pasado por épocas difíciles tanto en la década que precedió al cambio de siglo como en la que la inició en el sentido de que aunque la sociedad civil aplaudía la participación de nuestras fuerzas militares en el exterior, en el estamento militar se tenía cierta prevención a que se llegaran a confundir con una ONG - especialmente cuando se actuaba en la ayuda humanitaria -.
Se llegó incluso a considerar que los propios integrantes de una unidad que hubiera ido a misiones en el exterior podrían cambiar su mentalidad como consecuencia de su repetida y continua participación en operaciones de ayuda humanitaria.
Otro problema aparecía en las dificultades que encontraba una unidad al volver de misión para recuperar su nivel operacional para hacer frente a enfrentamientos con adversarios de tipo convencional, es decir, distintas de las operaciones de paz. No olvidemos que en aquellos años había mucha sensibilidad en la política española a la hora de aclarar si la intervención de nuestros militares iba a ser en guerra o en paz.
Incluso la convivencia con compañeros de otros países de distinto origen que participaban en misiones en el exterior de tipo humanitario - en muchos casos procedentes de la reserva o personal civil -, pudiera llegar a influir en nuestras fuerzas militares fue otra derivada que se tuvo en cuenta durante el periodo que estamos tratando.
Sin embargo, hay otros aspectos de las misiones en el exterior que fueron y que son altamente beneficiosos para nuestras Fuerzas Armadas. En primer lugar, hay que reconocer que las misiones efectuadas bajo el paraguas de la OTAN utilizando doctrinas y procedimientos modernos cuya efectividad ya había sido contrastada, supuso un salto esencial no solo para comprobar nuestra eficacia operativa al actuar con otros ejércitos sino también para verificar nuestras posibilidades de interoperabilidad,
Un segundo aspecto positivo, junto al uso de inglés como herramienta habitual en todas las misiones en el exterior - que rápidamente incluimos en nuestro acervo profesional - fue la comprobación fehaciente que en el campo estrictamente profesional, desde el código ético hasta el estado de preparación y conocimiento operacional y táctico, nuestros militares destacaban de manera significativa. Nuestra estima alcanzó altos grados de satisfacción lo que nos permitió cumplir cualquier misión de forma eficiente.
Por último, y como corolario del anterior, el permanente contacto e intercambio de ideas entre las distintas Fuerzas Armadas que participan en misiones en el exterior ha conducido a potenciar el liderazgo militar considerado como elemento imprescindible en cualquier operación. Los excelentes resultados en nuestras misiones en el exterior, de cualquier tipo, constituyen un valor añadido para nuestras Fuerzas Armadas de capital importancia. Por todo ello, la valoración de nuestras operaciones en el exterior es altamente positiva.
A modo de conclusiones
Cuando un soldado o marinero se despliega en una misión en el exterior allí está España. El militar español es un bien del Estado y, cuando el Gobierno le envía a cualquier lugar del mundo, va representando a nuestra nación. Por ello, se considera muy importante que los diferentes despliegues de nuestras unidades militares siempre vayan acompañados de otras actividades de tipo diplomático, económico, social, cultural o empresarial que, con una visión integral, materialicen con solidez y firmeza la acción única del Estado.
Aunque en los últimos 30 años, la presencia de España en el mundo ha crecido de manera sustancial, ya sea en el campo político, económico, cultural, energético, tecnológico o industrial, entre otros, es preciso reconocer también que dicho crecimiento ha sido paralelo al aumento del despliegue en el exterior de nuestras Fuerzas Armadas, con un excelente comportamiento de sus integrantes, basado en un estricto código de conducta, con muy contadas excepciones.
Se puede considerar con plena certeza que las misiones en el exterior, por una parte, han situado a España entre los actores mundiales más relevantes en el marco de su apuesta por la seguridad y estabilidad internacional. Por otra parte, nuestras Fuerzas Armadas han incrementado su interoperabilidad, mejorado su dotación de medios y alcanzado un nivel de operatividad similar al de nuestros socios y aliados más avanzados. En definitiva, el balance final es indiscutiblemente positivo y verdaderamente beneficioso.
Como decía la Ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, en su comparecencia ante la Comisión de Defensa del Congreso, el 20 de diciembre de 2016: Es importante que la sociedad esté informada de los riesgos y amenazas y fortalezca su capacidad de respuesta frente a ellos con tranquilidad y con seguridad, pero también que conozca bien a qué nos enfrentamos. Para esto el mejor camino es el conocimiento público y la conciencia de defensa, saber que todo lo que se hace en defensa fuera y dentro de nuestras fronteras tiene que ver de manera directamente proporcional con la seguridad que percibimos en nuestros ámbitos más personales y familiares.
Para ello, constituye un elemento clave el establecimiento de un sistema ágil de estrategia de comunicación pública que facilite la información y comprensión de que las actuaciones que se están realizando en el campo de la defensa, ya sea para garantizar nuestros intereses nacionales de seguridad o los de nuestros socios y aliados, benefician a todos los ciudadanos y tienen como finalidad proteger su seguridad, libertad, prosperidad y forma de vida.
Madrid, 23 de octubre de 2017
Para este análisis se ha tenido en cuenta el artículo La importancia de las misiones en el exterior, publicado en el nº 48 de la Revista Atenea, en julio 2013. Su autor es Jesús Argumosa