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No elegía para la idiotez política

Trump elige por sorpresa a Vance como su vicepresidente. (Foto: https://www.foxnews.com/).
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Trump elige por sorpresa a Vance como su vicepresidente. (Foto: https://www.foxnews.com/).

LA CRÍTICA, 31 JULIO 2024

Por Manuel Pastor Martínez
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J. D. Vance, afamado autor de Hillbilly Elegy (2016), ha sido elegido por Trump como compañero de candidatura (D. J. & J. D.) para la Vicepresidencia de los Estados Unidos.


Ser un “hillbilly” casi siempre es una desgracia, nunca un mérito. Desde luego no es garantía de competencia o inteligencia política. Al contrario, me inclino a pensar que Vance ha sido un caso más –afortunadamente parece que lo ha superado– de lo que vengo llamando idiotas políticos. (...)

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Soy un admirador de Trump, pero siempre he sido consciente de algunas de sus limitaciones. La más grave a mi juicio ha sido su incapacidad de saber elegir bien a sus colaboradores políticos. Al menos la mitad de ellos le han sido desleales, oportunistas o simplemente traidores.


Baste recordar los nombres del vicepresidente Mike Pence; los generales John Kelly, H. R. McMaster, James Mattis, y Mark Milley; los ministros de justicia (Attorneys Generals) Jeff Sessions y William Barr; la secretaria de transporte Elaine Lan Chao; los directores del FBI James Comey, Andrew McCabe, Christopher Wray, etc.


¿Por qué digo que Vance ha sido un idiota político? Se trata de una peculiar categoría sociológica. Dentro de una consolidada tradición izquierdista desde los tiempos de la Komintern estalinista, la idiotez política se caracteriza por usar y abusar alegremente de los términos “fascista” y “nazi” como insultos políticos.


En Estados Unidos, como en Europa, fue la moda desde los años 1930s hasta el “macartismo”. El rival populista de FDR en el Partido Demócrata, Huey Long, la denunció ya en 1935 (poco antes de ser asesinado) cuando anticipó que el fascismo en el futuro aparecería como “antifascismo”. El propio presidente Franklin D. Roosevelt fue un abanderado de la idiotez política cuando llamó nazi o fascista a Charles Lindbergh (J. P. Duffy, Lindbergh vs. Roosevelt, MJF, New York, 2010).


En tiempos recientes he señalado como un gran ejemplo en tal categoría al profesor de literatura en Yale (ya fallecido), Harold Bloom, quien hacia 2010 en la revista Vanity Fair calificó de “fascismo americano” al Tea Party, y más adelante a Trump y al Trumpismo. Los imitadores han sido legión, y entre los más conocidos figuran Hillary Clinton, Bernie Sanders, Alexandra Ocasio-Cortez, Ilhan Omar (y toda la porquería de The Squad), Kamala Harris, los miembros descerebrados de Antifa, BLM, grupos pro-Hamás, y la casi totalidad de los periodistas en las izquierdas, culminando con la miserable portada y los articulistas en The New Republic el pasado junio (en España también existe un buen número de políticos y escribas “progresistas” de la misma calaña).


Vance es un joven senador de Ohio, inteligente, con muchos méritos personales y políticos. Si cometió errores en el pasado, rectificar siempre es de sabios. No dudo que pueda ser un excelente vicepresidente, pero en política las palabras e insultos no deberían ser gratis. Todavía no le he oído pedir perdón públicamente (no al expresidente, sino a los ciudadanos) por llamar a Trump fascista o nazi americano en 2016, el año de su famosa elegía.


Repito que hoy día Vance es un político redimido, joven, inteligente, con evidente talento literario y con un brillante futuro. Pero pienso que Trump, por mero cálculo político y en términos demográficos, quizás debería haber designado para la candidatura de la Vicepresidencia a una mujer.


Aunque, para ser claros, la condición de mujer tampoco es una garantía para evitar la idiotez política. Kamala Harris lo ha demostrado en la reciente crisis del Partido Demócrata. No solo está en la lista de los que han insultado a Trump llamándole fascista, sino que como senadora (imitando por cierto a Hillary Clinton, y repitiendo el error) e ignorando la Constitución de los Estados Unidos ha prometido que luchará por la supresión del Colegio Electoral, junto a otras promesas incumplibles.


Irónicamente Kamala Harris, por su deriva antisionista y “antifascista”, con el apoyo fundamental del “capo” Obama, puede encarnar muy bien la paradójica predicción de Huey Long.


Manuel Pastor Martínez


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Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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