NUESTRAS FIRMAS > Juan Manuel Martínez Valdueza

Pues aquí lo tienen ustedes. Urkullu contagiado por la ¿mala fe? ¿estulticia? ¿ignorancia? del señor Torra-Puigdemont. Rechaza la ayuda del Ejército –probablemente con la boca chica si es que le queda un poco de sentido común– diciendo a las claras –también probablemente para solaz de sus correligionarios– que en el País Vasco el Ejército español “todavía” no es necesario. (...)

Ni confinado ni contagiado el señor Joaquim Torra para en sus "cagades", que ocasión no pierde de embestir a España como tal, con o sin "Estado de Alarma". Y es que el señor Torra no está enfermo: es un enfermo y, como la Clara Ponsatí con lo de "De Madrid al cielo" o el concejal de Vic Joan Coma Roura instando a toser en la cara a los militares, el odio derivado de la frustración de "no comerse un rosco" con su malhadada independencia, los ha convertido en eso, en enfermos de odio. (...)

(...) Tras muchos años de enfrentamiento, incluso violento, que ha alejado a Cataluña del corazón de los españoles y viceversa, una de las partes, el Gobierno de España, después de ponerse en manos de las FIC para con sus votos poder serlo, contraviniendo así sus propios principios vendidos a los ciudadanos españoles sin recato, se sientan unos enfrente de otros con oscuras intenciones ambos, a lo que parece. (...)

Ya advertíamos el pasado 5 de enero sobre la verdadera cara del PSOE que significa Adriana Lastra, y ha faltado poco para que salte de nuevo por su deseo incontenido de poner bozal al perro que es todo aquel que no comulgue con sus ideas en torno al periodo de la Historia de España que comienza en 1936 y termina en 1975.

Está bien que la oposición ponga el grito en el cielo, que razones tiene y además es su papel. Y que el Gobierno social-comunista o de progreso, según unos u otros, haga lo que pueda para hacerse notar. Pero fíjense ustedes que en sus primeras acciones, lo que se dice chicha, nada de nada.(...)

Ni la humillante entrega de Sánchez a los independentistas descubre la auténtica cara del PSOE, hasta que sube al estrado su portavoz Adriana Lastra, verdadera exposición pública de lo más terrible de este partido: su desparpajo mintiendo que aterra a unos, mientras a otros les hace rebullir de placer en sus escaños. Y en tanto, Sánchez sonríe satisfecho al sentir apuntalada su victoria y su honor rescatado por la Lastra.

Muchos esperan que ahora, después de la violencia, con el tocho ya ablandado, el diálogo es tan inevitable como una buena ducha después de la carrera. ...