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Pregunta. Yo (el humano): Justicia torera
Respuesta. IA (la máquina): ¡Buena expresión, Juan! “Justicia torera” es una frase con mucha carga simbólica en el mundo hispano. Se usa para describir una forma de actuar que, aunque no siga al pie de la letra las normas, se percibe como noble, valiente o con sentido del honor —como cuando un torero se arriesga más de lo necesario por respeto al público o al toro.
También se ha usado en contextos más amplios, como en el programa de Frank Cuesta, Wild Frank, donde él mismo habló de su “justicia torera” al enfrentarse a la tauromaquia con respeto, aunque desde una postura crítica.
¿Tú cómo la usas? ¿Te refieres a una situación concreta o te interesa el concepto en sí? Podemos tirar del hilo por donde quieras. Ole.
(El planteamiento de la máquina me parece lógico. Avanzo un poco…)
Pregunta: Partitocracia y justicia torera
Respuesta: ¡Vaya combinación potente, Juan! “Partitocracia” y “justicia torera” son dos conceptos que, puestos juntos, suenan a crítica con arte.
Partitocracia es un término que se usa para describir un sistema político donde los partidos tienen un control excesivo sobre las instituciones del Estado, hasta el punto de que los representantes actúan más en función de las directrices del partido que del interés general. En España, este concepto ha sido muy debatido, sobre todo en relación con la elección de órganos como el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), donde los partidos reparten los puestos según cuotas, lo que muchos consideran una amenaza a la independencia judicial.
Por otro lado, “justicia torera” es una expresión que evoca una forma de actuar con valentía, honor y cierta teatralidad, incluso si eso implica salirse del guion. En el contexto político o judicial, puede usarse para describir decisiones que, aunque no estrictamente legales o convencionales, se perciben como moralmente justas o necesarias.
Juntas, estas ideas podrían sugerir una crítica a cómo los partidos manipulan la justicia a su favor, y cómo a veces solo queda apelar a una “justicia torera” —es decir, a gestos valientes y simbólicos— para denunciarlo o resistirlo.
¿Estás pensando en algún caso concreto o te interesa explorar esta tensión entre legalidad, legitimidad y espectáculo político? Podemos darle más vueltas si quieres. Olé por el tema.
(¡Caramba! Esto parece interesante… voy a profundizar un poco más… Astutamente la máquina me sugiere algunas sendas y elijo una).
Pregunta: ¿Puedes darme ejemplos de partitocracia en España?
Respuesta: Claro, Juan. Aquí tienes algunos ejemplos concretos que suelen citarse como manifestaciones de partitocracia en España:
Elección del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ): Aunque la Constitución establece que parte de sus miembros deben ser elegidos por jueces, en la práctica los partidos políticos pactan su composición, repartiéndose los puestos según cuotas partidistas. Esto ha generado críticas por falta de independencia judicial.
Listas cerradas y bloqueadas: En las elecciones generales, los ciudadanos votan listas elaboradas por los partidos, no a candidatos individuales. Esto refuerza el poder de las cúpulas partidistas, ya que los diputados deben su escaño al partido, no directamente a los votantes.
Disciplina de voto obligatoria: Los parlamentarios están obligados a votar según las directrices del partido, incluso si discrepan o si sus votantes opinan distinto. Romper esta disciplina puede suponer sanciones o la exclusión de futuras listas.
Colonización de instituciones: Muchos cargos en organismos públicos, como el Tribunal Constitucional, RTVE o el Banco de España, son nombrados por cuotas partidistas. Esto ha alimentado la percepción de que los partidos controlan instituciones que deberían ser independientes.
Falta de consultas ciudadanas: A pesar de que la Constitución permite referéndums, apenas se han convocado. Las decisiones clave se toman en los despachos de los partidos, sin participación directa de la ciudadanía.
Estos ejemplos reflejan cómo el sistema puede derivar en una oligarquía de partidos, donde el poder se concentra en las cúpulas y se debilita la representación directa del ciudadano. ¿Quieres que exploremos cómo se podría reformar este modelo o prefieres analizar algún caso en particular? Podemos seguir desgranando.
(¡Caramba de nuevo! Sigue, sigue…)
Pregunta: Koldo, Ábalos, Cerdán, Leyre, Aldama…
Respuesta: Vaya lista, Juan. Esos nombres están en el centro de uno de los escándalos políticos más sonados en la España reciente: la llamada trama de comisiones vinculada al Ministerio de Transportes durante la etapa de José Luis Ábalos.
Aquí va un resumen de lo que ha salido a la luz:
Koldo García, exasesor de Ábalos, grabó durante años conversaciones comprometedoras que han sido clave en la investigación. Se le considera el “hombre para todo” y pieza central en la operativa de cobro de comisiones ilegales.
José Luis Ábalos, exministro de Transportes, aparece en múltiples grabaciones hablando de pagos y deudas. Se le acusa de haber participado en adjudicaciones de obras públicas a cambio de compensaciones económicas.
Santos Cerdán, número tres del PSOE, también está implicado. Según las grabaciones y declaraciones de testigos como Víctor de Aldama, habría recibido dinero en efectivo en el contexto de licitaciones amañadas.
Víctor de Aldama, empresario y considerado el “nexo corruptor”, ha colaborado con la Fiscalía Anticorrupción. Aportó pruebas documentales y audios que apuntan a un sistema de reparto de mordidas en contratos públicos, incluyendo mascarillas y obras de infraestructura.
Leyre no aparece directamente en los informes más recientes, así que si te refieres a alguien en particular (¿quizá Leyre Pajín?), acláramelo y lo buscamos.
Todo esto ha generado una tormenta política dentro del PSOE, con dimisiones, tensiones internas y una auditoría anunciada por el propio Pedro Sánchez.
(Lo siento por Leyre. La máquina todavía todavía no ha sido abducida por su cautivadora sonrisa y esquiva mirada…)
Pregunta: Me interesa la conexión con la partitocracia
Respuesta: Buena puntería, Juan. La conexión entre la trama de comisiones que salpica a figuras como Koldo García, Ábalos, Cerdán o Víctor de Aldama, y el fenómeno de la partitocracia, es justo donde se cruzan el poder formal y el informal en la política española.
Este escándalo refleja cómo la concentración de poder en las cúpulas de los partidos, típica de una partitocracia, facilita que ciertas redes operen sin control externo real. Algunos puntos clave:
Falta de transparencia interna: Cuando las decisiones se toman desde arriba, sin contrapesos democráticos internos, resulta más fácil esconder o encubrir prácticas irregulares. En este caso, el círculo de confianza de Ábalos tenía margen de maniobra sin apenas supervisión.
Nombramientos por afinidad política: Koldo fue colocado en un puesto clave sin una trayectoria técnica reconocida, lo que ilustra cómo la lealtad al partido (o a sus figuras) pesa más que el mérito profesional en muchos casos.
Bloqueo institucional: El CGPJ lleva años sin renovarse porque los partidos no se ponen de acuerdo. Mientras, tramas como esta siembran dudas sobre la independencia judicial: ¿investigará la justicia con total autonomía a miembros del aparato de un partido gobernante?
Disciplina y silencio partidista: En lugar de abrirse a una autocrítica seria, las reacciones iniciales del PSOE fueron cerrar filas o atribuirlo a “casos aislados”, otro patrón típico de una partitocracia: proteger el aparato antes que regenerarlo.
En suma, la partitocracia crea el caldo de cultivo ideal para que surjan estas redes clientelares dentro de las instituciones públicas. Todo se cocina en círculos reducidos, con mucho poder y pocos controles.
¿Quieres que miremos cómo se podría reformar esto? ¿Quizá compararlo con otro país o repasar propuestas de regeneración democrática en España? Esto, como dirían algunos, es puro toreo de salón… pero muy necesario.
¿Quieres que profundicemos en alguno de estos personajes o en cómo esta trama se conecta con el concepto de partitocracia que mencionabas antes? Esto da para una buena faena.
(¡Uf! No hay que esforzarse mucho para estimular a este ente, que se dispara en plan catedrático de Teoría Política a la mínima… Tendré que ir cerrando el asunto volviendo a la justicia torera… Espero que la máquina no pierda el hilo…)
Pregunta: Ahora quiero que me hables de nuevo de la justicia torera aplicada a los hechos expuestos
Respuesta: Con gusto, Juan. Volvamos a la justicia torera, pero esta vez aplicándola como lente para entender el escándalo que hemos comentado —porque si algo tiene esta expresión es capacidad para desnudar las formas del poder con un toque de valentía y teatralidad.
La justicia torera no es una justicia formal ni reglamentaria. Es la que actúa por honor, intuición moral o dignidad personal, incluso aunque no tenga el respaldo del BOE. Es el gesto del torero que, sabiendo que el reglamento no lo obliga, se la juega por respeto al público. En el contexto del escándalo Koldo-Ábalos-Cerdán, podríamos decir que:
No ha habido justicia torera en las filas del poder, donde prima el cálculo político sobre la autocrítica. En vez de asumir responsabilidades, se esconde la mano o se delega la culpa en eslabones menores de la cadena.
En cambio, algunos periodistas, fiscales o funcionarios sí han encarnado una forma de justicia torera, al sacar a la luz prácticas que muchos sabían, pero pocos se atrevían a denunciar. Lo mismo se podría decir de ciudadanos o militantes que se plantan ante la corrupción de su propio partido, a sabiendas de que eso los marginará.
Finalmente, podríamos decir que la justicia torera es lo contrario del cinismo partitocrático. Donde los partidos buscan blindarse con reglamentos e inercias, la justicia torera se expresa como un acto de rebelión ética. A veces eso implica forzar el marco legal para defender lo que se percibe como justo. Otras, simplemente llamar las cosas por su nombre: “Esto fue un saqueo institucional.”
Este tipo de justicia no sustituye a la jurídica, pero la interpela, como el pase inesperado del torero que sacude al tendido. A veces basta un gesto simbólico —una dimisión a tiempo, una confesión valiente, una denuncia pública— para restaurar un poco de decencia en medio del lodazal.
¿Quieres que revisemos ejemplos históricos de esta “justicia torera” en España, o te gustaría explorar cómo podría traducirse en reformas institucionales? El ruedo está abierto.
(Respuesta certera y el humano sorprendido)
Pregunta: Por hoy creo que me basta. Volveré a conversar contigo si es que antes no he perdido la cabeza. Gracias
Respuesta: Me alegra haber compartido este pase contigo, Juan. Si algún día te da por seguir toreando con ideas o simplemente echar una charla sin banderillas, aquí estaré, sin trajes de luces pero con muchas ganas. No pierdas la cabeza… o si la pierdes, que sea por algo grande y noble. Hasta la próxima. ¡Salud y pensamiento!
El humano (que soy yo) aquí lo deja. Las conclusiones son cosa de ustedes.
Juan M. Martínez Valdueza
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