En 1975, tras dos años de estancia en la Universidad de Wisconsin en Madison (USA), realizando estudios graduados e investigaciones bajo la tutela académica del historiador-hispanista Stanley G. Payne y del politólogo Charles W. Anderson, publiqué mi primer libro (en realidad un librito) titulado Los orígenes del fascismo en España (Tucar, Madrid, 1975), y me incorporé a las conspiraciones antifranquistas como miembro de la Junta Democrática de Madrid.
En esta alianza/oposición de las izquierdas en la Transición conocí al catedrático Ramón Tamames, que entonces era un destacado dirigente (secreto) del PCE con un perfil muy acusado de “eurocomunista” al estilo italiano del PCI de Enrico Berlinguer, aunque a mí siempre me pareció más socialdemócrata que comunista. (…)
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Precisamente en 1976 asistí invitado en Roma a un acto en el Teatro de las Artes (presidido por Berlinguer y los comunistas españoles Dolores Ibarruri “Pasionaria” y Santiago Carrillo) en el que Tamames se presentó públicamente como militante del PCE.
Tamames siempre mostró una enorme cordialidad –casi paternal– conmigo, regalándome su último libro sobre estructura económica internacional con el amable autógrafo “Al niño juntero Manolo Pastor”. Asímismo me citó e incluyó mi primer libro en la bibliografía de la nueva edición de su obra “best-seller”, La República. La Era de Franco (Alianza Universidad, quinta edición, Madrid, 1976, páginas 52 y 635). Recuerdo que me presentó al entonces arzobispo-presidente de la Conferencia Episcopal Española haciendo excesivos elogios de mi persona y de mi librito.
Durante 1976 seguí viendo a Tamames frecuentemente en las reuniones cotidianas de la Junta Democrática de Madrid, unas veces en su despacho cerca del parque de Berlín y otras en mi propio apartamento en la cercana calle Puerto Rico. En éste, por cierto, me reveló una vez, cuando no era todavía público, que Carrillo ya se encontraba clandestinamente en Madrid, tras su viaje disfrazado con la famosa peluca.
A partir de 1977 apenas tuve ya encuentros con él, excepto en alguna ocasión en el ayuntamiento madrileño durante la alcaldía de Tierno Galván, y más tarde en la Universidad Internacional de Santander, cuando ya había abandonado el PCE. Cuento esto porque su evolución política en un sentido de mayor moderación ideológica coincidió con la mía, de un distanciamiento radical del socialismo (PSP/PSOE) hacia una posición liberal y totalmente independiente, apartidista. Aunque debo reconocer que mi evolución ha sido más radical hacia un claro conservadurismo de tipo hayekiano, mientras Tamames se ha anclado en una especie de socialdemocracia keynesiana.
Creo que la moción de censura con la candidatura independiente de Tamames ha sido una iniciativa adecuada de Vox ante el desastroso gobierno Frankestein de Pedro Sánchez y la excesiva pasividad del PP y de Ciudadanos. Ya conocemos el resultado: de los 345 votos emitidos, solo 53 de Vox y un diputado disidente de Ciudadanos han apoyado la moción. El PP se ha abstenido con 91 votos, y el PSOE y sus aliados, junto a Ciudadanos, se han opuesto con 201.
Con la moción Tamames una vez más se ha evidenciado el problema estructural de la democracia española: el “síndrome de la partitocracia” que ha bloqueado un debate libre y “burkeano” (según la teoría de la representación de Edmund Burke), absolutamente necesario en el parlamento nacional español, problema más profundo y grave que el “síndrome de La Moncloa” denunciado por el propio candidato.
Manuel Pastor Martínez