“La Patagonia es una amante exigente. Te embruja. Es una hechicera. Te atrapa en sus brazos y no te suelta.” Bruce Chatwin.
“La Patagonia es una amante exigente. Te embruja. Es una hechicera. Te atrapa en sus brazos y no te suelta.” Bruce Chatwin.
Quedaba aun una hora larga para que amaneciera. La noche había sido fría. Durante una hora permanecí en el saco de dormir. Eran más o menos las ocho cuando desayunamos un café y un poco de mate. Juan nos ofreció unas tortas caseras de sabor muy agradable. Visitamos de nuevo la excavación, ahora sí con una buena iluminación natural. Una inmensa tarántula disecada imponía su presencia en una zona del hangar. Media hora después nos despedimos de Juan y Silvina. Tomamos un camino de vuelta hacia Neuquen conduciendo por pistas polvorientas entre pozos de extracción de gas. Atrás íbamos dejando Vaca Muerta, el nuevo dorado Argentino si no fuera porque explotar recursos energéticos a más de 1.500 m. de profundidad no sale muy rentable.
Después de atravesar Neuquen nos dirigimos hacia Bariloche y la cordillera de los Andes.
En el trayecto realizamos dos paradas. La primera en Chocón, donde existe un museo con los restos del dinosaurio carnívoro más grande del mundo encontrado hasta este momento. Grupos de escolares visitaban las instalaciones. La segunda parada la efectuamos en Piedra Águila, un lugar en medio de la nada y sin importancia alguna.
Mientras andábamos el camino, el paisaje se trasformaba desde la llanura patagónica al típico paisaje andino: lagos, montañas con las cimas cubiertas de nieve, bosques de coníferas…
El día pasó sin más. Sobre las seis de la tarde entramos en Bariloche, ciudad demasiado turística para mi gusto. La intención es dormir las suficientes horas para poder continuar el camino hacia el sur.
Sobre las diez descansaba por primera vez después de cuatro días en una cama de verdad. Escruté la ruta del día siguiente. Partiríamos hacia Esquel haciendo paradas en El Bolsón (que nada tiene que ver con la comarca del Señor de los Anillos), Epuyén y Cholila. Estos dos últimos lugares fueron punto de parada en el viaje de Bruce Chatwin.