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La “cuestión” de Groenlandia

El Paso del noroeste en el Ártico. (Foto: https://www.smithsonianmag.com/)
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El Paso del noroeste en el Ártico. (Foto: https://www.smithsonianmag.com/)

LA CRÍTICA, 27 ENERO 2025

Por Jesús Argumosa Pila
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El actual panorama de relaciones internacionales se caracteriza, principalmente, por la competición geoestratégica entre las superpotencias, grandes potencias y potencias emergentes que se puede enmarcar en los primeros esbozos de una multipolaridad basada en el modelo geopolítico de bipolaridad dual materializado en dos grandes polos, el democrático occidental y el autoritario asiático, cada uno de ellos liderado por dos centros de poder, el democrático por Estados Unidos y la Unión Europea, y el autoritario por China y Rusia. (...)

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Con este marco de referencia, el inicio del segundo mandato de Donald Trump está siendo un tanto sorprendente y desconcertante, ya que en lugar de establecer claramente las iniciativas y estrategias a seguir, en unión de sus aliados del bloque democrático, marcando su territorio y destacando su fortaleza, se ha limitado a señalar intereses particulares estadounidenses como puede ser sus ambiciones sobre Groenlandia o sobre el Canal de Panamá, introduciendo elementos de distorsión y desconfianza entre sus socios y aliados.


Hasta 1953 Groenlandia era una colonia danesa. A partir de ese año pasó a ser un condado más de Dinamarca. En 1979 se convirtió en una autonomía y en 2009 amplió sus competencias a todos los ámbitos, excepto en las relaciones internacionales y en la defensa. En la actualidad, la mayoría de los servicios sociales son pagados por Dinamarca. Por ello, aunque gran parte de los groenlandeses quieren la independencia, entre otras cosas, por los agravios sufridos, lo cierto es que no la quieren de forma inmediata. Con una población actual cercana a los 57.000 habitantes, su extensión es de 2.175.600 km2.


Con independencia de que el Ártico está cambiando drásticamente las perspectivas de relaciones de poder mundial, no solamente por su relativamente rápido deshielo que favorece sustancialmente la reducción del precio de los transportes marítimos intercontinentales sino también por la enorme cantidad de recursos minerales y energéticos que alberga, entre los que destaca petróleo, gas, oro, hierro y tierras raras, su control para la libertad de navegación conforma un interés central en los grandes poderes.


Groenlandia, aparte de que, por su ubicación geográfica, constituye un elemento crucial para el control del Ártico y del Atlántico Norte, es la ruta más corta para que un misil nuclear ruso alcance territorio estadounidense. No se debe olvidar tampoco que desde el territorio y aguas groenlandesas se vigila la brecha GIUK –la zona marítima entre Groenlandia, Islandia y Reino Unido– que conforma un área vulnerable frente a las operaciones rusas en esas aguas.


Por ello, no resulta extraño que Estados Unidos, desde 1953, construyese la Base Aérea de Thule, al noroeste de la isla –que a partir de junio de 2023 pasó a llamarse Base Espacial de Pituffik–. Es la más septentrional de todas las instalaciones militares estadounidenses. En estos momentos, Pituffik se está renovando y ampliando en un proceso que llevará años y que posibilitará la superioridad aérea espacial de Estados Unidos y de sus aliados.


La base alberga un sistema de alerta temprana de misiles balísticos diseñado para detectar y rastrear misiles balísticos intercontinentales lanzados contra Estados Unidos. La información de alerta de misiles y vigilancia espacial fluye a los centros del Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial (NORAD) ubicados en la Base de la Fuerza Espacial Peterson, en Colorado (Estados Unidos). Pituffy adquiere ahora una mayor importancia estratégica toda vez que los rusos se han vuelto más agresivos en el Ártico.


Las declaraciones de Trump, poco después de la toma de posesión de su cargo como presidente, rompe con la política exterior de Washington que se ha llevado a cabo desde que Franklin D. Roosevelt abrazara el globalismo y el comienzo de una política en Washington de alianzas en todo el mundo para extender el poder de Estados Unidos y compartir gastos y obligaciones con otros países. La última ampliación territorial formal del país del Mississippi ocurrió en 1959 con la incorporación al territorio estadounidense de Alaska y Hawai.


Desde el punto de vista político-diplomático, las posiciones de Trump al tratar su interés por Groenlandia pueden corresponder a una táctica negociadora. De acuerdo con lo que señalaba el general Henry McMaster, un antiguo jefe de Gabinete de Trump, a principio del pasado mes de diciembre, las fanfarronadas del presidente pretenden ejercer presión ante la importancia de iniciar una negociación partiendo de una posición de fuerza al mismo tiempo que le suponga el mínimo coste económico.


En concreto, para los intereses de seguridad nacional de Washington, Groenlandia constituye un imprescindible escudo protector del territorio estadounidense ante un posible ataque de misiles balísticos intercontinentales rusos al mismo tiempo que conforma un baluarte frente a una ofensiva marítima de Rusia que entrara en al Atlántico a través de la brecha de GIUK.


A mayor abundamiento, y de cara a las dos rutas marítimas del Ártico, con despliegue de tropas estadounidenses en Groenlandia, se asegura el pleno control por Estados Unidos y Canadá de la entrada y salida del Paso del Noroeste, en tanto que el Paso del Noreste controlado en gran parte por Rusia, puede quedar bloqueado a su salida al océano Atlántico por Groenlandia, Islandia y las islas Feroe. No se debe olvidar que las dos rutas marítimas árticas, la Noroeste y la Noreste ahorran la duración de las travesías un 30%, al mismo tiempo que evitan pasar por el Canal de Panamá y por el Canal de Suez.


La lógica estratégica nos dice que Estados Unidos, en función de sus intereses de seguridad nacional, va a tratar de negociar con Dinamarca, no anexionar, uno de los países europeos con mejores y más estrechas relaciones con Estados Unidos, teniendo en cuenta que, en estos momentos, la política exterior, la de seguridad y de defensa de Groenlandia son competencia exclusiva del Gobierno danés.


En concreto, en las negociaciones a corto-medio plazo que se perciben en la cuestión que estamos tratando, entre Estados Unidos, Dinamarca y Groenlandia, con el objeto de desplegar fuerzas estadounidenses en el territorio groenlandés, mediante los correspondientes acuerdos de defensa, Estados Unidos consigue tres grandes objetivos estratégicos para garantizar su seguridad nacional: el pleno control del Paso del Noroeste; consolidar y fortalecer el sistema de defensa ante misiles balísticos intercontinentales; e impedir un posible ataque ruso a través de la brecha de GIUK.


Las razones de seguridad nacional estadounidense tienen su justificación, lo que no es de recibo es la forma que utiliza Trump para declararlo poniendo en un apuro a un aliado en un momento en que se necesita la plena unidad de Occidente ante la asociación estratégica entre China y Rusia, dos países revisionistas del actual orden internacional establecido por Estados Unidos, como líder occidental, al final de la IIGM.


Desde el punto de vista de la geopolítica holista, constituye un error estratégico presentar ante el adversario la posibilidad de ruptura del vínculo euroatlántico. La cuestión de Groenlandia es un tema interno occidental que nunca debe llegar a crear tensiones entre aliados y debe resolverse en casa, cuando la prioridad actual de Occidente consiste en reforzar su seguridad y defensa frente a las amenazas rusas teniendo en cuenta, fundamentalmente, la pugna existente entre los dos polos señalada al comienzo del artículo.


GD (R) Jesús Argumosa Pila


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