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Es verdad que existen desfases entre las necesidades de Tenientes del Cuerpo General del Ejército y las que el Centro Universitario de Defensa de la Academia General Militar/Universidad de Zaragoza (CUD) es capaz de promover anualmente, aspecto contradictorio si consideramos que los Caballeros Cadetes acceden con una gran nota de Selectividad, como es el caso, mantienen un riguroso internado, con muchas horas de estudio, y una gran disciplina y sentido colectivo e individual del deber, como sucede en las Academias Militares, y se antoja extraño que la ratio de graduados se tenga que equiparar a la que en la Universidad obtienen los alumnos que no ostentan esas características, al menos con esa intensidad y generalidad.
Es humano que ante estos imponderables de la situación actual de la Enseñanza Militar de Formación en el Ejército de Tierra (ET), la solución más rápida, sobre todo en momentos sensibles como los que vivimos, se haya tenido la tentación de disminuir el nivel de lo enseñable, hasta límites en los que convergen tanto las exigencias de personal incorporable a las Unidades del ET como las de aparente homogeneidad de dificultades en todo el colectivo universitario de la Universidad de Zaragoza.
Lo que parece más correcto y conveniente es que los egresados de las Academias Militares tengan las capacidades adecuadas a su futura actuación militar, la formación humana que les permita utilizarlas en los ambientes muy perturbados de las futuras operaciones, y la técnica variable que precisa la puesta en práctica de sus diferentes formas de actuar, y esas capacidades les deben de servir, al menos, para los empleos de Teniente y Capitán, como indica la Memoria Justificativa del nuevo Grado, en los que perfilan su profesión, hasta enlazar con las habilidades que les proporcione la Enseñanza de Perfeccionamiento; sin duda, las Unidades donde los futuros Tenientes deben ejercer sus 2 funciones serán proclives a su formación, quizás más bien a su adiestramiento, pues no son Centros de Enseñanza, ni tampoco sus Mandos son profesores, ni probablemente estén habilitados para ello, y además no disponen de los tiempos y los medios para conseguir lo que en cinco años no ha sido capaz de lograr el sistema de preparación en su faceta de enseñanza de formación.
Si acudimos a informaciones de gran credibilidad, el Grado que se decide, en esta acomodación de unos y otros, solo serviría para hacer un fusilero, ni siquiera para hacer un buen Infante, aspecto este lejano de la sencillez en cualquier caso; esta aseveración, producida desde un importante nivel en la pirámide de la formación de nuestros Oficiales, no deja de ser inquietante, pues ¿qué será de la de aquellos que por la natural dificultad de cada función de combate precise de mayor complejidad?, ¿dónde se formarán? Los Tenientes que llegan a las Unidades son buenos, sin duda tienen que serlo, pero ignoran muchas de las facetas de su Arma, de su futura profesión, y este aspecto es acuciante por la situación actual, y por razones obvias en el Arma de Ingenieros del Ejército, donde la técnica se une a la responsabilidad de ejercerla.
Los Valores, imprescindibles más que nunca en la función actual de los Ejércitos, y las Humanidades, básicas en la formación de la personalidad y la intelectualidad del futuro Oficial, es posible adquirirlos en el largo periodo de formación del presente plan de estudios (5años); la capacidad básica de combatiente, inherente a todo militar, es una característica transmisible en los primeros meses de formación en la Academia General Militar (AGM); las técnicas militares individuales y colectivas iniciales, y la impregnación del “Espíritu de la General”, está demostrado que se consiguen en pocos años, como se consiguieron en las promociones anteriores a este plan, que conservan estos basamentos de su formación, y que tanto rendimiento han dado a nuestro Ejército de Tierra en estos últimos decenios.
Sin embargo, la necesidad de una capacidad técnica de ciertas Armas, concepto este último que tiende a no estar reconocido en nuestra idiosincrasia militar, incluso por los propios responsables de la Enseñanza, confundiéndole por el de Especialidad Fundamental, se debe iniciar lo antes posible, sea cual sea la directriz de la política militar, que para su administración prefiere los grandes conjuntos militares, la unicidad, en lugar de la diferenciación por Armas, siempre difícil de discernir intelectualmente por el nivel político del Ministerio.
Es patente que la adecuación del futuro Teniente a su puesto en las Unidades de cada Arma no tiene prioridad, y que se confía a lo que puedan aprender en esos destinos, aspecto para el que las Unidades no están preparadas ni dotadas, como ya se ha referido, además de que su misión principal es el adiestramiento, en el que los empleos de Teniente y Capitán son fundamentales para el funcionamiento operativo de la Unidad, como lo son el Suboficial y la Tropa.
Para cumplir las misiones del Arma de Ingenieros, Especialidades Fundamentales de Ingenieros (Zapadores y Especialidades) y Transmisiones (Telecomunicaciones y Guerra Electrónica), en un ambiente, actual y futuro, cada vez más técnico y responsable en la ejecución de sus actuaciones, caracterizado en el Entorno Operativo 2035 y en el Mando Enfocado a Misión (todo el desarrollo de estos dos conceptos así lo indica), se precisa un ingeniero sin embargos en su formación, para rendir su función en las operaciones militares y de cooperación que se le soliciten, que se involucre en el combate con sus valores y su preparación, y que llegado el caso responda con su formación técnica, también, a los requerimientos de la situación, y sea legalmente apto para ello, aunque siempre en este orden, primero ser militar y después ingeniero, como se verá.
El Grado y Máster de Ingeniería Militar deseable está reconocido en todos los países y en la OTAN, ahora que se acude al derecho comparado en la Memoria de Apoyo Justificativa del próximo grado a adoptar en este año 2024, aunque se refiera en ella a entornos a veces tan alejados, e insospechados, del nuestro, como cuando se cita a Finlandia y Nueva Zelanda, países significativos que poco tienen que ver con nuestra situación, ambiente y amenazas, y por lo tanto con la estrategia militar propia.
En la Enciclopedia Británica, se indica que la Ingeniería Militar “es el arte y la práctica que permite diseñar y llevar a cabo trabajos militares, de construcción y mantenimiento de líneas militares de transporte y vías de comunicación”. Modernamente puede ser dividida en: Ingeniería de Combate e Ingeniería de Apoyo Estratégico en la Zona de Retaguardia. Sus tareas genéricas comprenden la construcción, la fortificación, el enmascaramiento, la demolición, la información técnica, la cartografía etc. “Construyen bases, aeródromos, depósitos, carreteras, puentes, instalaciones portuarias y hospitales; en tiempo de paz llevan a cabo una amplia variedad de trabajos civiles”.
En el ámbito de la Especialidad Fundamental de Transmisiones, el Ingeniero Militar debe tener capacidad para el diseño, establecimiento y explotación de las redes y los medios que soportan las telecomunicaciones y sistemas de información militares, en retaguardia y en las zonas de operaciones que se consideren; además, dado el carácter de las mismas, asegurarán contra la intrusión en aquellas y su seguridad propiamente dicha.
El Ingeniero Militar de la rama de Transmisiones debe tener la habilidad contraída para la planificación y establecimiento de la Guerra Electrónica en el Ejército de Tierra (ET), asegurando su evolución y renovación constantes, acorde con los avances de los riesgos a los que se enfrenta, en especial, actualmente, en el ámbito del ciberespacio.
A estos criterios, muy técnicos, es necesario añadir un matiz importante: para ser Ingeniero Militar primero hay que poseer profundos conocimientos del arte y la ciencia de la guerra, y por tanto ser previamente un eficiente militar; no sirve a la Ingeniería Militar solamente la competencia técnica sino la vocación y conocimientos profundos militares, constatados en un adiestramiento permanente y carrera castrense sólida como premisas obligadas; sin esta base, los conocimientos técnicos no tendrían el oportuno empleo ni los resultados en las operaciones serían los requeridos, de nada sirve tener la facultad de firmar proyectos si no se comprende el destino operativo de ellos. Se trata, por tanto, de asumir la técnica existente, la más avanzada, para aplicarla en las operaciones militares en que se esté involucrado, y para ello se necesita un ingeniero pleno, en habilidades aplicables, en comprensión de lo que significa su acción en el ámbito táctico y estratégico, sin restricciones legales de empleo ni parcelas limitadas de actuación, en definitiva, el Ingeniero Militar de siempre.
Ricardo Martínez Isidoro, General de División (R)
Miembro de ASEHYTING (Asociación Próspero de Verboon)
De la Asociación Española de Militares Escritores
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