El primero de mayo el Congreso de los Estados Unidos cita a declarar en audiencia pública a Peter Daszak, el presidente de la empresa EcoHealth Alliance [1]. Daszak es la figura central en la controversia sobre el origen del Sars-CoV-2, el virus causante de la pandemia COVID-19, que costó la vida a más de siete millones de personas. Con su empresa EcoHealth, Daszak fue contratista de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), el organismo estadounidense que financia la investigación biomédica. A la vez, Daszak fue contratista de la agencia DARPA, la agencia de proyectos avanzados para la defensa de los EE. UU. Para el NIH, la misión de Daszak era identificar coronavirus que revistieran peligro de propagación para la especie humana. Para DARPA, su misión era evaluar el potencial de armas biológicas desarrolladas a partir del mismo material, es decir, coronavirus. (...)
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Como resulta obvio, los intereses y objetivos de las dos agencias federales, NIH y DARPA, son totalmente contrapuestos. Sin embargo, Daszak, en su ambición desmedida, creyó encontrar la manera de compatibilizar su trabajo de investigación con los intereses de las dos agencias, por así decir, matando dos pájaros de un solo tiro. Así, Daszak decidió manipular el genoma de los coronavirus naturales con técnicas de biología molecular utilizadas para generar lo que se conoce como “ganancia de función” [2]. Es decir que su proyecto consistió en dotar a virus inocuos para los humanos de ciertos elementos adicionales que les permiten cruzar la barrera de las especies. Dada la evidente peligrosidad de tal investigación, Daszak decidió subcontratar el trabajo al Instituto de Virología de Wuhan (WIV), en China. En el WIV, su colega Shi Zhengli, conocida como la “mujer murciélago” (batwoman), insertaría con precarios estándares de seguridad los elementos que confieren ganancia de función en los virus del murciélago.
Tanto Daszak como su jefe en el NIH, Anthony Fauci, dieron testimonio ante el Congreso de los EE. UU. en ocasiones anteriores, siempre negando sistemáticamente los hechos y recurriendo a subterfugios semánticos para evitar el rótulo de ganancia de función que se pretendía atribuir a la investigación de Daszak financiada por el NIH.
Hasta Junio de 2021, el nombre de Peter Daszak era totalmente desconocido para mí. Sin embargo, el 27 de Mayo de 2021, publiqué una nota científica en la revista ACS Medicinal Chemistry Letters, donde demuestro que el SARS-CoV-2 es el resultado de una manipulación usando biología molecular para conferir ganancia de función a un virus del murciélago [2]. Mis conclusiones se basaron simplemente en el examen del genoma del SARS-CoV-2, información que ya era accesible en ese entonces pero que nadie parecía querer examinar. Así, yo me convertí quizá el primer científico en reportar que el SARS-CoV-2 provenía de un laboratorio. El 5 de junio de 2021, mi artículo recibió una avalancha de tweets de Peter Daszak, exigiendo su inmediata retracción y declarando que se trataba de una basura [sic]. A los pocos días recibí llamados desde números desconocidos desde el estado de Maryland (sede del NIH) exigiendo la inmediata retracción del artículo “dado que confundía a la opinión pública”. Estas exigencias iban acompañadas de amenazas con desacreditar mi trabajo y dañar mi reputación si no retiraba el artículo. Finalmente, el editor de la revista recibió del NIH/EcoHealth la orden de retirar el artículo, calificándolo de basura. Yo argumenté persuasivamente que el mismo no contenía errores técnicos y solicité que el artículo continuara publicado. Finalmente, el editor decidió adjuntar al artículo una “expresión de preocupación”, pero no lo retiró.
A la luz de los hechos que ahora conoce el Congreso de los EE. UU. [1], resulta harto evidente la razón por la cual Daszak y el NIH atacaron con virulencia mi artículo que señalaba quizá por primera vez la ganancia de función del SARS-CoV-2. Daszak y Fauci estaban frente a una verdad inconveniente, una verdad que en última instancia los sindicaría como culpables de uno de los mayores encubrimientos de una de las mayores catástrofes en la historia de la humanidad.
El primero de Mayo de 2024, Daszak tendrá un día difícil. Deberá declarar frente al Congreso norteamericano en audiencia pública. Esta vez fue alertado con mucha anticipación y en términos muy claros que debe decir la verdad [1]. Esto significa que no puede mentir ni por comisión ni por omisión. Fue invitado por el Congreso a retractarse de sus mentiras en relación al origen del COVID-19. Si no lo hace, le espera la prisión, pues mentirle al Congreso es un delito federal. Si lo hace, la verdad que automáticamente emerge lo sindica como responsable de una de las mayores catástrofes en la historia de la humanidad. Si logra eludir el escrutinio, escenario prácticamente imposible, la controversia alcanzaría niveles insoportables para la opinión pública. El NIH ya tiene su chivo expiatorio, no le hace falta sostener el encubrimiento. El primero de mayo de 2024 promete ser un día que quedará grabado en la historia.
Ariel Fernández
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[1] Carta del Congreso de los Estados Unidos a Peter Daszak fechada el 4 de abril de 2024 invitándolo a prestar testimonio en audiencia pública para el día 1 de mayo de 2024 y requiriendo información preparatoria.
https://oversight.house.gov/wp-content/uploads/2024/04/2024.04.04-SSCP-Oversight-EC-Letter-to-Daszak.pdf
[2] Ariel Fernández (2021) “Molecular Biology Clues Portray SARS-CoV-2 as a Gain-of-Function Laboratory Manipulation of Bat CoV RaTG13”. ACS Medicinal Chemistry Letters, volumen 12, 941–942. Fecha de publicación: 27 de Mayo de 2021.
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Acerca del Autor
Ariel Fernández Stigliano obtuvo su doctorado en físico-química en Yale University, Estados Unidos. Fue profesor titular a cargo de la cátedra Karl F. Hasselmann de Bioingeniería en Rice University y profesor adjunto de Ciencias de la Computación en la Universidad de Chicago. Ha publicado cerca de 500 artículos científicos y nueve libros y es inventor en varias patentes biotecnológicas.