.
lacritica.eu

Zhongguo

Xi Jinping junto a Henry Kissinger, en Beijing en noviembre de 2019. (Xinhua/Wang Ye).
Ampliar
Xi Jinping junto a Henry Kissinger, en Beijing en noviembre de 2019. (Xinhua/Wang Ye).

LA CRÍTICA, 20 ABRIL 2023

Por Manuel Pastor Martínez
Add to Flipboard Magazine. Compartir en Google Bookmarks Compartir en Meneame enviar a reddit Compartir en Yahoo
Hace una docena de años Henry Kissinger publicó un libro de más de 600 páginas sobre China (precisamente titulado Sobre China, en inglés On China, Penguin, New York, 2011), muy erudito y documentado, pero con una poco disimulada fascinación hacia el tirano criminal y genocida Mao Tse-tung, al que llega a calificar de genial y “colosal” estratega de la política mundial. (...)

...


Aunque Kissinger reconoce reiteradamente que los planes estratégicos de China solo pueden comprenderse como una visión a largo plazo, resulta irónico que no contemplara la irrupción, solo un año después de la aparición de su libro, de un nuevo tirano criminal y genocida como Xi Jinping (al que ni siquiera menciona en sus más de 600 páginas).


Kissinger nos recuerda que los chinos tradicionalmente se refieren a China como Zhongguo, que puede traducirse “Nación Central” o “Reino/Imperio en medio”. Los chinos son muy libres (por supuesto con muy notables y liberales excepciones), como el resto de los pueblos -y los niños malcriados o las personas inmaduras, y los paranoicos- a considerarse el ombligo del mundo, pero la dura realidad de los hechos ha dejado registrado clara y estadísticamente para la historia que China –particularmente bajo el régimen maoísta, sin ir más lejos atrás en su siniestro pasado- ha sido la nación más sanguinaria del siglo XX y parte del XXI (R. J. Rummel: China’s Bloody Century, 1991, y Statistics of Democide, 1999; datos actualizados por autores como J. Chang & J. Halliday, F. Dikotter, G. Chang, F. Jiménez Losantos, etc.).


El siniestro Kissinger es también muy libre de considerar tan monumental legado sanguinario una cualidad de la genialidad estratégica o de un maquiavelismo mal entendido. Sospecho que él y Nixon cayeron en la colosal trampa de la “triangulación”, creyéndose la fake mentira del cisma entre China y la URSS. Tras la guerra de Corea y los sucesivos desastres económicos de Mao (“Cien flores”, “Gran salto adelante”, “Revolución cultural”, etc.), los soviéticos idearon un gran plan de desinformación desde la central de inteligencia (Plan Shelepin) para confundir y desarmar a Occidente, de tal manera que la URSS se desentendía del coste en la reconstrucción económica de China, ya que los ingenuos gobernantes de EEUU asumían tal responsabilidad ayudando con acuerdos comerciales favorables, al mismo tiempo que daban legitimidad diplomática internacional al régimen totalitario comunista de Mao. Y traicionaban a los nacionalistas chinos de Taiwán, que tras una larga guerra civil habían iniciado con dificultad una transición histórica lenta y gradual desde el autoritarismo del Kuomintang hacia la democracia liberal, primera y única en toda la historia de Zhongguo, que disfrutan hoy unos pocos millones de chinos.


Kissinger y todos los presidentes estadounidenses desde Nixon (quizás con la excepción de Trump) pueden presumir de haber contribuido al desarrollo e enriquecimiento de China, pero han sido incapaces de impedir la continuidad del poder totalitario, corrupto y criminal del Partido Comunista (¿Cuántos millones de víctimas en todo el mundo ha causado el coronavirus de Wuhan?). El senil Kissinger -acaba de cumplir 100 años- tiene razón en una cosa: la segunda Guerra Fría va a ser más peligrosa que la primera.


Manuel Pastor Martínez

Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios