... porque es muy posible que en lo que queda de España haya personas que, como tú dices, aún sienten una punzada en su corazón frente a la ocupación de un trozo de nuestro país por un país extranjero.
Es cierto. Ni los diplomáticos españoles tienen bien graduadas sus gafas para intentar resolver el humillante problema de Gibraltar, ni a la casta política española le interesa en lo más mínimo meterse en semejante tema, muy secundario para ellos pues su obsesión es la de ganar votos y poder a corto plazo en esta peculiar democracia en que vivimos.
Lo más grave para mí es que a la mayoría de la sociedad española tampoco le interesa este asunto por la inopia a la que está sometida debido a la desinformación interesada de la partitocracia y de la mayor parte de los medios de comunicación en manos de aquélla. Sí, la gran mayoría de los españoles son personas de bien, pero totalmente anestesiados por lo cómodo de un tremendo hedonismo, por la propaganda de los medios, por un insufrible relativismo y, también, por su escasa cultura. Es una realidad, Aurelio; estamos ya diluidos en la globalización. Tengo para mí que el sentimiento de unidad nacional casi ha desaparecido en nuestro país, fomentado por ese maldito cantonalismo autonómico que nos hace ser cada vez más débiles como nación en beneficio de la dictadura partitocrática que nos domina.
Estoy de acuerdo contigo en que los dignatarios británicos siempre han tenido la virtud de haber sido personas que han utilizado todos los medios a su alcance para beneficiar a su nación. Eso sí, quedándose siempre con lo que le es ajeno a través de los botines de guerra o políticos. Por el contrario, desde 1977 en España se juega más en el ámbito de las discordias políticas internas –con el consiguiente enfrentamiento entre españoles– que con la obtención a medio o largo plazo de grandes objetivos nacionales.
Tú y el señor Valdueza sabéis bien la lluvia de millones que llegó a nuestro país desde la entonces Comunidad Económica Europea, a partir de 1988, para que España igualara la media económica de la Comunidad. También sabéis que bastantes de esos millones se diluyeron en la famosa corrupción. ¿Qué se hizo con parte de esa millonada para convertir al Campo de Gibraltar en un emporio económico y dejar a Gibraltar en una insignificancia frente a La Línea, Algeciras, San Roque, etc.? ¿Os imagináis lo que podría haberse hecho con los casi 700 millones de euros de los ERE gastados en Andalucía en corrupción, juergas, cocaína y putas, para que en el Campo de Gibraltar miles de personas hubieran encontrado trabajo con la instalación de decenas de empresas?
En relación con la posibilidad de utilizar la Fuerza para obligar a los británicos a salir de la colonia, que es lo que creo plantea el señor Valdueza, hay que hablar claro y recordaros que después de nuestro ingreso en la OTAN y la aprobación de la Ley de Dotaciones para las Fuerzas Armadas –ambos hechos aprobados durante el gobierno del presidente Leopoldo Calvo Sotelo (1981/1982)– los presupuestos de Defensa en España fueron cayendo en picado año tras año:
Año Pres. Defensa (Pt corrientes*) Pres. Defensa s/PIB
1983 478.333 2,12%
1984 552,832 2,17%
1986 630.984 1,95%
1988 762,061 1,90%
1990 870.434 1,74%
1992 785.883 1,33%
1994 805,481 1,24%
1996 870.054 1,18%
* Millones de pesetas.
Como se puede observar, a partir de 1986 la Ley de Dotaciones quedó relegada al olvido. Hoy, en octubre de 2020, el presupuesto de Defensa español no supera el 0,9% del PIB. De los 27 países de la OTAN sólo superamos en presupuesto a Luxemburgo, un minipaís sin Fuerzas Armadas, Y esta situación para algunos partidos es un disparate, en el sentido de que el gasto de Defensa es una enormidad.
Con estos mimbres y otras muchas variables, no es posible el uso de la Fuerza para recuperar Gibraltar. Este problema no tiene, por ahora, una solución militar. Ni es imprescindible esa solución. Sí lo es la política, como empezó desde 1965. No se trata sólo de derrotismo español, que lo hay, ni de desinformación premeditada, que también existe. Se trata de que cuando hubo ocasión para seguir presionando a Gran Bretaña, España claudicó, mejor dicho, el gobierno socialista. Se trata de que cuando llegaron los millones de Europa, se dilapidaron demasiados en jolgorios y corrupción para beneficio de amigos y para hacer prosélitos y estómagos agradecidos. Se trata de que el actual gobierno español está mucho más pendiente de acabar con el régimen del 78 y de recordar y avivar el enfrentamiento entre españoles, dramático, de hace 84 años por medio del pensamiento único, que de resolver los gravísimos problemas que afectan hoy a los españoles. Se trata de que Gibraltar y su expansión territorial y marítima son un factor más, casi comparable a los separatismos catalán y vasco, que lo que pretenden –apoyados y consentidos por el actual gobierno– es descuartizar a nuestra querida España. Y se trata también de que la casta política en el gobierno y fuera de él, no tiene el cuajo necesario, ni la categoría intelectual, ni la voluntad política, para hacer frente al problema de Gibraltar. Es más, al ser el actual gobierno el más radical y a la vez más débil frente a los enemigos de España, lo que hace es trabajar a favor de los intereses gibraltareños y, por tanto, británicos.
Nuestro país, a nivel internacional, está hoy relegado a la práctica indigencia política. Somos vigilados y representamos una seria preocupación para las potencias de Occidente, no sólo por ser la nación que peor ha gestionado la peste china que asola nuestro país y el desastre económico al que estamos abocados. También, por la anomalía de formar parte de este gobierno los comunistas, algo insólito en el mundo civilizado. Y, en fin, por el inusitado poder del separatismo sobre ese gobierno radical, al que tiene que rendir pleitesía para mantenerse su presidente en la Moncloa.
Estamos de acuerdo. Los británicos no sueltan la pieza que cazan ni con aguarrás. Salvo cuando se enfrenta a naciones que les ponen las peras al cuarto y, militarmente, son muy superiores a ellos. Sucedió así cuando los EEUU y la URSS obligaron a la descolonización alocada y brutal de toda África nada más terminar la Segunda Guerra Mundial. Y Gran Bretaña salió de las naciones que explotaba a conciencia. Algo parecido sucedió cuando la China comunista le exigió que abandonara Hong Kong; un manotazo chino hubiera bastado para echarlos de allí. Por eso, a base de engaños, de expolios y por la debilidad de los gobiernos españoles, apoyado todo ello por la fuerza de las armas, es por lo que no sólo no se van de Gibraltar, sino que amplían su espacio por tierra y por el mar que lo circunda.
¿Que esta situación debe acabar cuanto antes? Totalmente de acuerdo. Pero tened en cuenta que son los propios españoles los que votan y desean ser "gobernados" por esta cuadrilla de inútiles. Y también les encanta, al parecer, el enfrentamiento en bandos contrarios representados por los partidos políticos y sus talibanizados medios de comunicación, debido a una enseñanza socializada desde hace muchos años y cada día más deplorable.
De modo que, desgraciadamente, ¿a quiénes interesan hoy los gravísimos problemas que suscita Gibraltar en el sur de España? ¿Se ha preocupado en serio algún gobierno desde 1982 en reclamar que Gran Bretaña está obligada a cumplir las resoluciones de la ONU? ¿Se han hecho eco casi a diario los medios de comunicación españoles de este asunto? ¿Están los españoles enterados y cabreados por la usurpación y el matonismo británicos y la tomadura de pelo de los gibraltareños dirigidos por los Picardo, los Bossano o cualquier otro Alcalde del Peñón?
Cuando se cerró la verja, Gibraltar se convirtió en una ruina económica. Después de abrirla, ha alcanzado el tercer lugar en el mundo con mayor renta per cápita.
Desde 2004, el gobierno del PSOE se convirtió en el interlocutor del Alcalde de Gibraltar. Gran Bretaña se convirtió así en el juez de las disputas y negociaciones. Un error monumental. ¿Se va a cerrar así la verja?
El problema de Gibraltar no está en Londres. Está en Madrid. De vergüenza.
Un abrazo,
Enrique Domínguez Martínez Campos
Coronel de Infantería DEM (R)