LA CRÍTICA, 26 AGOSTO 2024
Tras la fase de las “primarias” la elección definitiva (“nominación”) de los candidatos presidenciales o para cualquier otro cargo público, culmina en las Convenciones Nacionales de los Partidos. En el momento en que escribo los dos grandes partidos tienen ya sus respectivos candidatos a la Presidencia: Donald Trump, con plena legitimidad democrática, del Partido Republicano; Kamala Harris, con dudosa legitimidad partitocrática, del Partido Demócrata.
Es imposible no percibir una situación insólita en la presente competición presidencial, inédita en la historia de los Estados Unidos. Por una parte, una candidata (mujer y presuntamente negra) que ha sido designada por el actual presidente, sin haberse sometido a las elecciones primarias, y por tanto sin el voto de la militancia del Partido Demócrata. No entro en su polémica trayectoria y competencia política, pero resulta objetivo señalar que es la candidata más izquierdista –más pro-socialista en la estela marcada por su patrocinador Obama– de la historia democrática del país. (...)
LA CRÍTICA, 31 JULIO 2024
J. D. Vance, afamado autor de Hillbilly Elegy (2016), ha sido elegido por Trump como compañero de candidatura (D. J. & J. D.) para la Vicepresidencia de los Estados Unidos.
Ser un “hillbilly” casi siempre es una desgracia, nunca un mérito. Desde luego no es garantía de competencia o inteligencia política. Al contrario, me inclino a pensar que Vance ha sido un caso más –afortunadamente parece que lo ha superado– de lo que vengo llamando idiotas políticos. (...)
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Lo que mejor explica que un sistema político sea o no una democracia moderna plena es la existencia o no de elecciones primarias en los partidos. Cuando las primarias están ausentes, más que democracia lo que tenemos es una partitocracia.
Por otra parte las primarias no deben ser una concesión graciosa unilateral de los partidos, como generalmente ocurre en los sistemas parlamentarios europeos, sino que deben tener un fundamento estatal y constitucional, como ocurre en el sistema democrático estadounidense, generándose su práctica desde principios del siglo XX, y al menos desde la referencia explícita de 1964 en la Enmienda XXIV (completando las Enmiendas XV de 1870 y XIX de 1920, precediendo a la XXVI de 1971), que literalmente reza: “El derecho de los ciudadanos de los Estados Unidos a votar en cualquier primaria o en otra elección para Presidente o Vice-Presidente, para electores del Presidente o Vice-Presidente, o para Senador o Representante en el Congreso, no será negado o abreviado, etc.”. (...)
LA CRÍTICA, 22 JULIO 2024
La Constitución “escrita” de los Estados Unidos de América, como heredera del constitucionalismo británico, contiene también conceptos “no escritos”. Anteriormente indiqué que no se mencionan en ella los partidos políticos. Asimismo, no se mencionan algunos tan fundamentales atribuidos al modelo estadounidense como “federalismo”, “separación de poderes” (o “checks and balance”), y –lo más sorprendente– también está ausente el propio término “democracia”. (...)
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