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CICLO II 2025 DE AEME

El Sahel un escenario inestable y sus repercusiones para España

(Foto: https://www.elmundo.es/internacional/)
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LA CRÍTICA, 22 SEPTIEMBRE 2025

Por Ricardo Martínez Isidoro
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Es necesario tener en cuenta si los escenarios en los que España participa, sobre todo a través de sus Fuerzas Armadas (FAS), son compatibles, es decir si tenemos potencia de combate para ambos, norte y sur de Europa, y si las fuerzas son intercambiables; combatir en Eslovaquia o en Letonia no tiene nada que ver con hacerlo en el Sahel, los enemigos son diferentes, el terreno igualmente distinto, y las misiones sin duda diferenciadas; esta es la diatriba a resolver, pues la Defensa Colectiva impone unas obligaciones y la “Defensa en Solitario”, o parcialmente compartida, otras muy distintas a las que habrá que hacer frente, o elegir finalmente una acción prioritaria o esfuerzo principal. (...)

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Es muy probable que las posibles intervenciones en el Sahel sean de carácter colectivo, versión coalición, pues Estados Unidos cuenta con un Mando, AFRICOM, que lógicamente tendría una intervención probable en ese escenario, para eso se adiestra; también es patente el desencuentro que se está produciendo entre los Gobiernos de los países de la zona, de momento anti-occidentales, que han forzado a Francia y a Estados Unidos a desmontar sus bases, sobre todo a la primera, y salir de la región, sustituyendo su presencia por la de la Federación Rusa, que gestiona las relaciones con dichos países, y sobre todo la economía, pero también la situación de seguridad, a través del Grupo Wagner y ahora Africa Corp; otros países como China, Turquía, e incluso Ucrania, con otro tipo de intereses, aparecen en esa inmensa zona donde con los autóctonos se configura un escenario con multitud de protagonistas.

Es evidente que en la Guerra de Ucrania España ha vivido el cierto “confort” que da la lejanía del conflicto, al menos en su componente tierra, aunque la adhesión y ayuda a Ucrania ha sido y es indefectible, pero no solo la distancia sino la potencia militar de Francia, Alemania y también el Reino Unido ahora, dan a España un margen de seguridad que probablemente no tendría en el norte de Africa ni en el Sahel, por estar en primera línea estratégica, aunque los dispositivos hipersónicos rusos no den ese margen.

La quincena de artículos que van a elaborarse por diferentes autores, la mayoría asociados y asociados colaboradores de AEME, tienen la pretensión de tocar los variados aspectos que gravitan sobre la inestabilidad del Sahel, que lo convierten en un riesgo y una amenaza para la Seguridad Nacional y en una posibilidad de que pueda arbitrarse una coalición de seguridad colectiva en la que también pueda participar España.

Como se verá, no solo se trata de analizar los aspectos meramente militares, que podrían suscitar una reacción contra la actual situación, sino un conjunto de factores que determinen la comprensión holística del Sahel; además los citados artículos pueden dar pie a estudios escritos, para que nuestros asociados elaboren sus ensayos al respecto.

La Geopolítica está de vuelta y no podía por menos de contar en este escenario inmenso, en esa faja de territorios y naciones que constituyen la unión entre un Magreb y Mashrek, también poco estables, y el Africa profunda , de cerca de 2.200.000 kilómetros cuadrados, donde los conflictos internos y externos inducidos proliferan por doquier; el nuevo orden internacional que se abre también en esta zona es interesado por las grandes potencias que ven en él una nueva forma de obtener recursos estratégicos, una nueva manera de colonización moderna, a cambio de seguridad y quizás de gobernanza, que releva a Occidente en cualquier caso.

La propia idiosincrasia de los habitantes de la zona, sus etnias diferenciadas, la dificultad de fijarlas y gobernarlas, la escasa productividad económica, las extremas condiciones climáticas, las enormes distancias en territorios irredentos que jalonan el Sahel, la corrupción elevada imperante, los errores de las colonizaciones recientes, los estados fallidos que la integran, y un largo etcétera favorecen la aparición, asentamiento y actuación del terrorismo y el crimen organizado. Las franquicias de los grupos yihadistas más temibles se han establecido y actúan en el Sahel, siendo la apuesta más importante contra la gobernanza de los países que conforman esta nueva “costa, borde o frontera”, nueva por el conjunto de riesgos y amenazas que encierra en la actualidad. La penetración rusa y china en la banda del Sahel, con características diferentes, constituye también un envolvimiento por el sur a Europa y una sustitución del antaño influjo occidental en el continente africano, llamado a ser en el futuro un polo económico prometedor.

El predominio musulmán en el Sahel, y en los territorios que bordean esa extensa franja, favorece la penetración de la ideología salafista extrema, como ha sucedido en otros escenarios alejados y próximos, que ha dado lugar a acontecimientos tan significativos como el 11 S, las guerras de Siria e Irak y otros también importantes. En el Sahel la representación más importante de esta ideología está presente por los grupos yihadistas, Al Qaeda del Magreb Islámico (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, JNIM) y el Estado Islámico de Irak y de Levante, más conocido por ISIS o DAESH.

Es patente que la estrategia europea reciente no ha tenido el éxito esperado, al menos la que desarrollaba como nación líder Francia, ni la de la ONU (MINUSMA), ni la de las organizaciones regionales como la Comunidad Económica de Estados de Africa Occidental (CEDEAO), cuyos prestigios tradicionales en esa zona, a raíz de los golpes de estado en Mali, Burkina Faso y Níger, han caído bajo mínimos, y con aquellas la participación de otros países, en especial España. Las nuevas estrategias en la zona deben de tener un objetivo a largo plazo, contemplando todos los aspectos que influyen en la situación, por otra parte, complejos.

La amenaza sur, si así se puede calificar desde un punto de vista OTAN y UE, se distingue claramente de la que actualmente contempla el concepto estratégico de la Alianza y la propia Unión Europea, la que representa la guerra de invasión de la Federación Rusa contra Ucrania, como ya se ha referido. En este caso, la amenaza sur, siempre menos determinada que la anterior, se perfila en una zona inmensa con muchas variables, pero con una presencia también de Rusia, que sustituye a Francia como potencia tradicionalmente competente, pero también de China, Turquía e incluso Ucrania, que extiende, esta última, la posibilidad de atacar a Rusia en otros escenarios.

La salida de Occidente del Sahel ha creado un vacío estratégico hostil que precisa ser ocupado por el orden y la gobernanza, difícil tarea cuando se viene de un fracaso secular, la colonización europea de finales del XIX y sobre todo del XX, donde las políticas de aprovechamiento de los recursos africanos, y la escasez de éxito de las inversiones productivas para los autóctonos, han creado situaciones en las que con el resto de factores descritos ya han provocado el rechazo actual; es necesario admitir que, en los últimos años, el reconocido problema del Sahel no ha merecido respuestas eficaces de Occidente siendo identificado como un escenario complementario.

La consideración del Sahel como “frontera avanzada” es un concepto certero para los países del sur de Europa. En España estuvo muy vigente hace dos lustros, antes de que surgiera el profundo conflicto de Ucrania que desembocó en la invasión rusa, y hay razones de peso para recuperarlo para nuestra Estrategia de Seguridad Nacional y las nuevas Directivas de Defensa Nacional, carentes hasta la fecha de la determinación de las amenazas inmediatas que nos afectan.

Rusia y China, con su pacto tácito de cooperación para cambiar el orden internacional actual por otro multipolar, contemplan a Africa, en general, como una oportunidad a futuro y sus intervenciones en el “espacio saheliano” son evidentes. Rusia con un componente militar operativo, con aciertos dispares, “los Wagner” antes y ahora Africa Corp, directamente unidos al Kremlin, aprovecha la salida de las fuerzas occidentales, especialmente las francesas, para ocupar los objetivos de seguridad en otro tiempo conferidos a los galos, aprovechando también la relación para el aprovechamiento de sus recursos. China, con su política de apertura de rutas comerciales y de influencia, “coloniza e hipoteca” a los países integrantes del Sahel, no interfiriendo en sus asuntos internos, pero determina una actuación de importante permanencia; también está latente su poderío militar creciente.

No parece que la situación en el Sahel impresione al Mundo, fijado por otras solicitaciones geopolíticas a más corto plazo, aunque la “enfermedad progresiva” de esta zona puede provocar a medio y largo plazo desestabilizaciones, y por lo tanto conflictos, en el área mediterránea y atlántica, precisamente en la “avenida marítima” que une el Golfo de Guinea con las Islas Canarias y Estrecho de Gibraltar, de absoluto interés para España y para Europa.

La consecuencia más visible de esta situación se manifiesta en el progresivo aumento de las migraciones de los países del Sahel, interiores también en gran medida, aspecto que desestabiliza a los países con mayor gobernanza, y exteriores hacia Europa, en las que España está en primera línea, y sus Islas Canarias en contacto directo con su problemática compleja de resolución a corto plazo.

La OTAN, como se ha referido, no ha cuidado su flanco sur de la misma manera que se ha ocupado de la amenaza este, de la ex URSS y ahora de la Federación Rusa, ejerciendo una política de reforzamiento de la influencia en países del Magreb, de ahí la política de Estados Unidos para con Marruecos; quizás ha llegado la hora de aplicar un esfuerzo importante en ese flanco, cuando la amenaza del terrorismo y el envolvimiento de Rusia se hacen más patentes; también esa política, norteamericana, pero con el consenso de Gran Bretaña, Francia y quizás Italia, debería no perjudicar a España y asignarla un rol principal.

España está en primera línea estratégica y por tanto le afecta directamente la estabilidad del Magreb, en especial de Marruecos, y de su “antecámara” el Sahel, no solo por sus territorios del Norte de Africa, sino por ser la puerta de Europa para esa parte del problemático Sahel; las migraciones, la expansión del terrorismo, el auge del crimen organizado, los obstáculos a las inversiones estabilizadoras, la prospección de recursos energéticos y de alto valor tecnológico, y un largo etcétera, alientan y deben promover una creciente y verdadera dedicación permanente a este escenario, tan incierto como sensible para España.

Ricardo Martínez Isidoro
General de División, r
Presidente de AEME


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