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Génesis del golpe de Estado obamita

Obama y el argentino Mauricio Macri arrojan flores al Río de la Plata en Buenos Aires en marzo de 2016. https://www.swissinfo.ch/ afp_tickers).
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Obama y el argentino Mauricio Macri arrojan flores al Río de la Plata en Buenos Aires en marzo de 2016. https://www.swissinfo.ch/ afp_tickers).

LA CRÍTICA, 25 AGOSTO 2025

Por Manuel Pastor Martínez
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Con inmunidad o sin inmunidad (creo que no debería existir inmunidad para los delitos de alta traición o de simple traición al Estado de Derecho, o incluso para los “actos no oficiales” presuntamente delictivos durante el ejercicio del cargo), a mi juicio el ex presidente Barack Hussein Obama se enfrenta a una grave imputación ante el tribunal de la opinión pública y ante la propia historia de la democracia americana. (...)

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Existe ya una importante literatura de análisis crítico sobre una peculiar noción de golpismo: el “golpe silencioso” (silent coup) o “golpe de papel” (paper coup) -recientemente también Buck Sexton hablaba en una tertulia televisiva del “golpe blando” (soft coup)- nombres referidos a la reciente historia de los Estados Unidos, desde el infame caso Watergate hasta el presente Russiagate, por autores como L. Colodny y R. Gettlin (Silent Coup,1991), R. Locker (Haig’s Coup, 2019), D. Nunes (Nunes Memo, 2018), L. Smith (The Plot Against the Presidente, 2019; The Permanent Coup, 2020), Svetlana Lokhova (Spygate Exposed, 2020), A. Milius (The Plot Against the President, 2020), etc., y últimamente analistas e investigadores del “Estado Profundo” (Deep State) como John Solomon, Mark Levin, Kash Patel y Dan Bongino. Los dos últimos, como es sabido, son actualmente el director y el subdirector del FBI, respectivamente, en la administración del presidente Donald Trump, bajo la autoridad de la Fiscal General (Attorney General, “ministra” o “secretaria” de Justicia”) Pam Bondi.

No exagero si digo que posiblemente estemos ante el mayor escándalo político en la historia de la democracia constitucional de los Estados Unidos.

Escribo esto justamente el día 4 de Agosto de 2025, cuando la A.G. Bondi ha nombrado un fiscal especial que investigue las pruebas para llevar ante el Gran Jurado las acusaciones sobre el Russiagate (o, si se prefiere, el Obamagate). Parece, según las sucesivas revelaciones a partir del 18 de julio de la Directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, que la investigación se centrará inicialmente en Hillary Clinton, George Soros y el mismo ex presidente Obama.

Pero antes de llegar al acto final de esta larga y compleja conspiración, conviene que retrocedamos hasta los orígenes en que se gesta el golpe de Estado bajo la dirección del entonces presidente Obama. Merece la pena que recordemos un episodio casi olvidado que se intrumentalizará para dar credibilidad a la posterior y fake “colusión con Rusia” de Donald Trump: el extraño caso contra el general Flynn, y la insinuada relación entre el general americano Michael Flynn y la historiadora rusa Svetlana Lokhova.

El trasfondo ideológico del radicalismo político inspirado por Saul Alinsky que hace plausible las intenciones y génesis golpista de Obama ha sido bien estudiado desde los inicios de su candidatura presidencial en la obra temprana y todavía fundamental -compensando la abrumadora y empalagosa literatura hagiográfica obamita- de Davis Freddoso, The case against Barack Obama (Regnery, Washington DC, 2008). Personalmente me hice eco de tal enfoque en un modesto ensayo (Manuel Pastor,

“El pensamiento político de Barack Hussein Obama”, Cuadernos de pensamiento político, Madrid, 2009; anteriormente publiqué sobre el personaje “El candidato veleta”, Libertad Digital, Agosto de 2008).

La obra crítica hoy imprescindible es la de Kash Pramod Patel, Government Gansters (Post Hill Press, New York, 2023), en la que hay un pertinente capítulo explicando el caso Flynn: “Targeting a patriot” (Patel, ob. cit., páginas 126-131, aunque, extrañamente, en la lista en el Appendix B de los personajes destacados del “Estado Profundo” no se menciona a Obama, pero sí a Joe Biden, a Hillary Clinton y a casi todos los miembros importantes de los gabinetes de Obama y Biden).

Para hacer creíble el relato de la “colusión” con Rusia y la disparatada idea de Trump como agente ruso, era necesario comenzar acusando de lo mismo al Teniente-general Michael Flynn, hombre de confianza en el equipo de Trump durante la campaña presidencial de 2016 para los asuntos de seguridad nacional. Flynn había sido director de la DIA (Agencia de Inteligencia de la Defensa) hasta 2014, siendo despedido por Obama al discrepar el presidente de los innovadores enfoque y métodos del general en la lucha contra el terrorismo islamista y el problema de Irán.

Tras la victoria electoral de Trump, Flynn fue nombrado Consejero de Seguridad Nacional, e inmediatamente se inició su persecución por el FBI supervisada por el director James Comey con sus subordinados Andrew McCabe, Peter Strzok y otros (operación Crossfire Hurricane), leales a Obama y a la corrupta candidata Demócrata Hillary Clinton, dispuestos a hacer descarrilar la presidencia de Donald Trump, acusándole de conexiones absurdas con Rusia -personales del presidente electo y de varios de sus colaboradores- y otras falsedades contenidas en el infame Steele Dossier (financiado por el Partido Demócrata y por Hillary Clinton).

RINOs (Republicans in Name Only) y anti-Trump afectados del TDS (Trump Derangement Syndrome) como los senadores Republicanos John McCain y Mitt Romney, o un operativo vinculado a la familia Bush, Stefan Halper (espía e informador del FBI), colaborarían en la difusión de las mentiras del Steele Dossier en los medios de información y en las agencias de inteligencia (estadounidenses e internacionales).

Precisamente Stefan Halper era el primer objeto del Complaint de 66 páginas presentado por Svetlana Lokhova en la corte judicial de Virginia, Distrito Este, en Mayo de 2019 (Svetlana Lokhova vs. Stefan A. Halper,The Wall Street Journal, The New York Times, The Washington Post, and MSNBC), en donde explica detalladamente -como hará en su libro Spygate Exposed (2020)-, la conspiración contra ella, contra el Teniente-general Flynn, y en última instancia contra el presidente Trump (previamente una larga entrevista denunciando el caso en la cadena FOX, con la prestigiosa periodista Maria Bartiromo, nunca fue emitida por la vinculación de The Wall Street Journal con la corporación FOX).

Al parecer Halper (profesor en la Universidad de Cambridge y relacionado con miembros del MI-6 británico -al que había pertenecido el espía Christopher Steele- y con el reputado historiador del espionaje Christopher Andrew) era el autor de la “guinda” retrospectiva para el relato mendaz que necesitaba el FBI de James Comey en la conspiración golpista de Obama sobre Lokhova, Flynn y en especial Trump. Halper fabricó la historia -completamente falsa- de que en 2014 Flynn, poco antes de su destitución como director de la DIA, asistió a una cena en la Universidad de Cambridge en la que inició una relación sentimental (honey trap) con la joven y ya prestigiosa historiadora rusa, nacionalizada británica, Svetlana Lokhova, que según el mentiroso Harper era una espía del Kremlin, y por tanto Flynn estaba comprometido.

El tutor académico de Lokhova, Christopher Andrew, reputadísimo catedrático de Historia en Cambridge (especialista en la historia del espionaje británico y ruso), publicaría un miserable artículo en The Sunday Times (29 de Febrero de 2017) insinuando que su alumna, como sostenía su amigo el profesor Halper, efectivamente era una agente rusa.

La carrera académica de Lokhova y la carrera militar y política de Flynn, quedaron injustamente dañadas por el FBI en el Obamagate (prefiero llamarlo así), y todavía no se han producido las debidas reparaciones pese al reconocimiento oficial y judicial de sus respectivas faltas de culpabilidad. Obama ha disfrutado de un “tercer mandato” como presidente en la sombra durante la caótica e incompetente administración Biden. Algún día conoceremos todos sus tejemanejes como “capo” del Partido Demócrata, aunque su discreta actividad ha sido recientemente interrumpida con la vuelta al radicalismo juvenil de su pasado, apoyando y maniobrando a través de sus peones (D. Axelrod, P. Gaspard) al candidato socialista y antisemita Zohran Mamdani (“el nuevo Obama”) a la alcaldía de la ciudad de New York. Nuevo flip-flop del “fantasmal y trágico mulato” (como se definió a sí mismo en su autobiografía), ¿o cortina de humo para seguir ocultando el siniestro complot golpista anti-Trump, confirmado por las nuevas revelaciones de la DNI Tulsi Gabbard?

Manuel Pastor Martínez


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Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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