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Detector de idiotas políticos

Viñeta de la revista La Flaca (1869-1876). Autor: Tomás Padró Pedret (1840-1877).
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Viñeta de la revista La Flaca (1869-1876). Autor: Tomás Padró Pedret (1840-1877).

LA CRÍTICA, 6 ABRIL 2025

Por Manuel Pastor Martínez
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Detector de idiotas políticos

El amable lector me perdonará una pequeña boutade. Puestos a elegir, entre un matón de derechas y un matón de izquierdas, me siento más seguro y prefiero al primero como mal menor, ya que coherentemente y por tradición histórica nunca tolerará las tonterías y abusos antiliberales de las izquierdas, mientras el matón de izquierdas generalmente se cachondea y se encuentra a sus anchas perversamente con las derechas blandengues (democristianos, centristas y liberalios: véanse, como ejemplos en la España de Sánchez, (...)

...


...algunos colaboradores en Al Rojo Vivo y otros programas de la cadena “La Secta” o en la propia TVE).

¿Significa eso que soy un “facha” o un “neo–facha” (término reciente acuñado por los liberalios), un simpatizante del fascismo? NO, y mil veces NO: soy un modesto experto académico en el tema del fascismo y puedo dar una o dos lecciones al que quiera. Vivimos un momento crítico de las democracias liberales (algunas, como la española, muy lejos todavía –y cada vez más– de consolidarse pese a una exitosa transición desde el Franquismo). Estoy convencido de que los sistemas liberal–constitucionales solo pueden defenderse de sus múltiples enemigos y peligros –externos e internos– con un “matón” conservador, un líder fuerte al estilo del schmittiano Der Huter der Verfassung (Guardián/Defensor de la Constitución) que se postuló sin éxito o sin la necesaria efectividad hace un siglo, durante la crisis alemana de Weimar que dramáticamente precedió al Nazismo.

Trump, aparente “matón” liberal–conservador –el jubileta actor Richard Gere dixit– (o “Gran Matón”, según el obtuso periodista Federico Jiménez Losantos), ha sido muy útil al menos como detector de idiotas políticos. Ya en 2010, el profesor –para el colmo judío– de literatura en Yale, Harold Bloom, idiotamente calificó al Tea Party de fascismo americano en la revista Vanity Fair, y entre 2016–19, poco antes de morirse, llamó “nazis” a Trump y a los trumpistas. Al intelectual Bloom le ha seguido toda una recua de idiotas, aparte de los políticos, en el mundo del espectáculo: Robert de Niro, Richard Gere, Rosie O’Donnell, Stephen Colbert, Ellen DeGeneres, George Clooney, Taylor Swift, Amber Ruffin, y un larguísimo etc.

Por desgracia en España también tenemos abundantes idiotas anti-Trump de todos los colores (yo diría que ya no cabe uno más en el país). Aparte de la totalidad en las izquierdas, mencionaré algunos de los más notables infiltrados o infectados en las derechas –aunque ellos se consideren muy “progres”– entre periodistas y políticos: Pedro Rodríguez, Antonio Jiménez, Vallés, Aznar, Rupérez, Margallo, Pons, Cercas, Lasalle, Jiménez Losantos, Navajas, y otro larguísimo etc.

El problema de esta gente (gentuza en algunos casos) es doble: en primer lugar, demuestran una gran ignorancia de la historia y de los conceptos políticos; en segundo lugar, exhiben una falta de sentido común y de objetividad (“obtusos” los califica con razón el profesor de filosofía Agapito Maestre). En cualquier caso adolecen de un antiamericanismo irracional y un europeísmo de papanatas, como ya percibieran Unamuno y Julián Marías. Éste, más claro y mejor que su maestro Ortega, observó que mucho europeísmo –aparte de corrupto– en realidad es antiamericanismo, chic o ideológico, aunque yo diría que en el fondo es un antiamericanismo básicamente inculto.

El paciente y sufrido lector me disculpará por los excesos retóricos y a veces un poco insultantes de algunos comentarios políticos. De todas formas hay una gran diferencia entre llamar a alguien “obtuso” o “idiota político” (lo cual no significa que sea un criminal) o llamarle “fascista/nazi” (que son insultos más serios). Especialmente cuando los que usan y abusan de tales términos no solo demuestran ignorancia e incultura, también abusan del poder que les confiere su status público por los medios/plataformas en los que hablan o escriben, sin calcular el perjuicio o la grave confusión que producen entre los ciudadanos contra los intereses y el prestigio internacional de España.

Hace tiempo propuse que el criterio del “Antifascismo” (o Síndrome Antifa) sirviera como un detector de la idiotez política. Hoy resulta igualmente útil el “Antitrumpismo”, o lo que en EEUU ya se conoce en términos psiquiátricos como TDS (Trump Derangement Syndrome).

El discurso de Donald Trump el 2 de Abril en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca evidencia que los idiotas políticos, ciegos por su histeria y paranoia, también ignoran las cosas más elementales de la Economía y del Fair Trade. Particularmente los corruptos e incompetentes gobernantes y burócratas europeos (en especial, los “economistas”), veteranos estatistas y socialistas de todos los partidos, que patéticamente pretenden dar lecciones de libre comercio urbi et orbe. Lo más cómico es contemplar a periodistas jesuíticos lloriquear y liberalios disparatar (¡ojo con el Mussolini de Mar-a-Lago!).

Como irónicamente ya nos avisa Hughes (en La Gaceta de la Iberosfera, 4 de Abril de 2025), la culpa de todos los males en el mundo la tienen los aranceles de Trump.

Manuel Pastor Martínez


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Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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