Después del circo de la fiscal Mosby contra policías blancos y negros en Baltimore (Maryland) el pasado año, hemos sido testigos de los recientes y trágicos sucesos de terrorismo racista en Dallas (Texas), Baton Rouge (Louisiana), y San Diego (California), al parecer perpetrados por “lobos solitarios” negros –e hispanos en el último caso– contra policías blancos principalmente (con el balance de nueve muertos y múltiples heridos, sumando ya un total de 33 policías asesinados en lo que va de año por distintas razones, un incremento del 52 por ciento respecto al pasado año). Según las primeras investigaciones policiales parece que los asesinos de los últimos incidentes –asimismo muertos en los enfrentamientos– estaban vinculados emocionalmente a través de internet a la propaganda racista de grupos radicales con fraseología revolucionaria, pero de conductas más parecidas al fascismo, como New Black Panther Party (NBPP) y Nation of Islam (NOI), aparte de movimientos de protesta preñados de odio, radicalismo y violencia potencial como el originado por el “efecto Ferguson”, Black Lives Matter (BLM).
Algunos de los eslóganes de este movimiento han sido precisamente “Pigs in the blanket” o “Kill the Cops”, “Fuck the Police”, etc., que nos retrotrae a la retórica agresiva de los difíciles años 60s y 70s de violencia racial, y el rol destacado y jaleado por los progresistas americanos de grupos político-criminales o terroristas de las Panteras Negras y el Ejército Negro de Liberación. Tampoco es baladí la responsabilidad retórica en alentar una protesta anárquica, que generalmente desemboca en violencia, por parte de líderes negros como Jesse Jackson y Al Sharpton en años recientes, que ahora representan más agresivamente un tipo que se presenta como ex pantera negra, Malik Shabazz (nombre que también adoptó finalmente el propio Malcolm X), y líderes de BLM como DeRay McKesson y otros en su intento de aterrorizar al país (por supuesto también siempre habrá idiotas políticos blancos, comprensivos, como el millonario gobernador demócrata actual de Minnesota Mark Dayton, con el precedente en los 70s del millonario actor Marlon Brando apoyando a los Panteras Negras, con los que al parecer compartía ciertos prejuicios judeófobos).
Pero hay que subrayar que parte del problema ha sido la excesiva tolerancia de las autoridades y los medios de comunicación progresistas, prisioneros de la “Corrección Política” y la “Conventional Wisdom”, llegando incluso al extremo de crear y legitimar mitos políticos como Malcolm X y Mohamed Alí. La variada fenomenología del fascismo genérico nos ofrece el caso singular y espectacular, si bien germinal o experimental, del famoso campeón de boxeo americano, cuya enorme popularidad ha sido recordada con motivo de su reciente desaparición. El clásico semanario TIME, por ejemplo, dedicó un número especial a su persona (The Greatest: Muhammad Ali, 1942-2016, TIME, Commemorative Issue, June 20, 2016), y era la quinta vez que el pugilista aparecía en la portada de la revista.
Antes de 1965 Cassius Clay estuvo muy influido por el que consideraba su “Big Brother”, Malcolm X, que comenzaba entonces a distanciarse de la Nación del Islam o Islam Negro (terminaría siendo asesinado por pistoleros de la secta en 1965) y a orientarse confusamente hacia una combinación del islamismo sunní y socialismo tercermundista, ilustrando así la predicción del comunista francés converso al Islam, Roger Garaudy, de que la revolución futura había que hacerla con el “Kapital” en una mano y en la otra el “Koran”. Un ejemplo más del “dirty little secret” sobre las concomitancias y tenues fronteras entre el fascismo y el comunismo.
La imprescindible investigación del historiador negro de la Universidad de Columbia, Manning Marable (Malcolm X. A Life of Reinvention, New York, 2011), avalada por el prestigioso intelectual también negro y profesor de la Universidad de Harvard, Henry Louis Gates Jr., ofrece algunos datos nuevos sorprendentes sobre la personalidad y ciertas conductas “desviadas” del líder nacionalista negro y sobre alguna posible infiltración o paralelismos comunistas en la NOI de California, en torno al “affair Ronald Stokes”.
Por cierto, la “autobiografía” de Malcolm X –de la que otro prestigioso intelectual negro, Carl Rowan, escribió que era la obra de un “fanático racista” (…) “Si Malcolm X no fuera negro, su autobiografía se consideraría un simple diario de psicología anormal, la historia de un ladrón, traficante y adicto, con una tradición familiar de enfermedades mentales, que generó en él fantasías mesiánicas y una religión de hermandad en el odio”. Escrita en colaboración con Alex Haley, era una de las lecturas obligadas en el manual de los “organizadores comunitarios” del “Congo de Chicago” (en expresión de su tutor ideológico, el comunista Frank Marshall Davis) en que Barack Hussein Obama se formó como activista político, siguiendo la escuela de Saul Alinski (maestro éste también de una joven Hillary Clinton) y culminando en el grupo socialista New Party con que se integraría en el partido Demócrata en la segunda mitad de los 90s. Muchos todavía sospechan que Obama también simpatizaba con la fórmula de Garaudy (u otra parecida de su profesor en Columbia University, Edward Said): “Kapital + Koran”.
El caso Mohamed Alí, entre 1965-1975, es un ejemplo de experimento ingenuo de fascismo americano que influirá en otros intentos de mayor envergadura, afortunadamente sin éxito político (pero sí criminal, con importante coste de víctimas humanas), como los Panteras Negras y muchos otros grupos y movimientos posteriores. Su retórica agresiva, insultante y racista, como ha recordado Jeff Jacoby (“A Civil Rights Hero?”, Townhall.com, June 8, 2016), en simétrica sintonía con el segregacionismo del filofascista George Wallace, gobernador demócrata de Alabama, difícilmente hacen de Alí un ejemplo de tolerancia y libertad democrática. Aunque en su favor hay que reconocer que, como Malcolm X, en un momento determinado se distanció del temprano “islamofascismo” (expresión ésta del marxista Maxime Rodinson) que desde los años 60 representa la NOI y su guardia pretoriana FOI, y que sigue vivo hoy bajo el liderazgo de Louis Farrakham (uno de los presuntos inspiradores, según varias investigaciones, del asesinato de Malcolm X).
Mohamed Alí y Malcolm X quizás merezcan pasar a la historia –aparte de los innegables méritos deportivos del primero- como héroes folk americanos, meros personajes –como escribió el novelista Robert Penn Warren del segundo- de alguna balada o leyenda popular: véase, aparte de TIME, cómo glorifican ya a Alí en portada revistas populares tipo People (“The Amazing Life of Muhammad Ali”, June 20, 2016) y Rolling Stone (“The Greatest of All Time”, July 1, 2016).
A diferencia de radicales negros como Malcolm X y Mohamed Alí que modularon su ideología gracias al contraste con Martin Luther King y el movimiento de los derechos civiles, evitando desviarse hacia la violencia y terrorismo de la NOI y los Black Panthers, el movimiento BLM ha hecho su transición directamente hacia los nuevos Panteras Negras (NBPP) y la violencia presente de lo que Heather MacDonald ha definido y documentado estadísticamente como “la guerra contra la policía” (The War on Cops, Encounter, New York, 2016).
La propaganda mediática facilitada a Black Lives Matter en la Convención Demócrata, incubando un germen de fascismo, se explica principalmente, según el filósofo y economista liberal-conservador Thomas Sowell, porque “Black Votes Matter”. Por otra parte, parece que ciertos emails del DNC –que han provocado la dimisión de la presidenta Debbie Wasserman-Shultz (irónicamente una mujer judía) y otros funcionarios del partido- revelaban cierto sesgo judeófobo contra Bernie Sanders y ciertas bromas de mal gusto sobre una mujer negra.
Alguien ha señalado acertadamente que el partido Demócrata americano tuvo una historia ascendente desde Jackson (Andrew) hasta Jackson (“Scoop”), para degenerar desde éste hasta Jackson (Jesse). La tradicional idea del “Melting Pot” quedó desplazada por el “Multi-Culturalismo” (Rainbow Coalition-PUSH) y una retórica agresiva al borde del racismo y la violencia, que han retomado otros grupos radicales fascistizados. Obama ha representado una fase de transición (Jonah Goldberg lo ha descrito con cierto sarcasmo “liberal fascism”), pero en la campaña de 2016 el BLM ha contribuido a una evolución hacia un fascismo más tradicional en germen.
La Convención de Filadelfia en 2016 estuvo a años luz de la Convención de Filadelfia de 1787 que creó la Constitución de los Estados Unidos. Las ideas del “Melting Pot” y del Federalismo integrador han sido desplazadas por una ideología del “Multi-Culturalismo” orientada hacia un Confederalismo étnico-cultural, destructivos de la Nación, de los que Barack Obama y Hillary Clinton son sus Profetas.
Aparte de su responsabilidad compartida con el presidente en la tragedia de Bengazhi, quizás algún día conoceremos las conexiones de la candidata demócrata con la organización internacional filofascista de los Hermanos Musulmanes y algunos donantes de la Fundación Clinton, gracias a la mediación de su amiga, consejera y en palabras de Ms. Clinton “segunda hija”, la islamista Huma Abedin, hoy bajo sospecha e investigada por el FBI.