...
Los países africanos demandan, además de forma decidida, ser actores principales, individual y colectivamente, sobre todo a través de la Unión Africana, en la construcción de ese nuevo orden geopolítico alternativo que contribuya a la mejora de sus condiciones de vida. Y ello en interacción directa, tanto con las grandes potencias que históricamente han ejercido un papel de liderazgo en África, Francia y Estados Unidos, como con China y Rusia en su aspiración de plantear una mayoría global contra Occidente.
A diferencia de la competición geopolítica en la Guerra Fría, aparecen también potencias regionales que aspiran, para la promoción de sus propios intereses, a lograr el favor de los países africanos que reivindican una solución a sus dependencias y debilidades por delante de objetivos de los tradicionales actores externos.
Son los denominados global swing states que oscilan entre el acercamiento a Oriente o a Occidente, defendiendo de forma pragmática sus intereses y su papel regional. Se consideran dentro de esta categoría a India, Brasil, Indonesia, Sudáfrica, Turquía y Arabia Saudí. Los dos últimos, junto a Emiratos Árabes Unidos, tienen en África una de sus más importantes áreas de influencia.
Todas las circunstancias mencionadas para este continente se condensan en los países del Sahel que, afectados por una profunda crisis de seguridad y gobernanza, están replanteando sus estrategias y alianzas históricas, mostrándose de forma evidente claras posiciones anti-francesas y más proclives a la influencia rusa.
Problemas y conflictos en el Sahel
La inseguridad territorial y humana en varios países del Sahel, especialmente en su área central, Malí, Burkina Faso y Níger, se ha hecho patente en el acelerado incremento del terrorismo, sobre todo de naturaleza yihadista, en el último decenio. Como señala Fuente Cobo:
El yihadismo, que parecía estar limitado al norte de Mali hace unos años, ahora se extiende al 75 % de su territorio, además de afectar a Burkina Faso y Níger con un aumento, en el conjunto del Sahel, de un 70 % en el número de acciones yihadistas.
El yihadismo controla muchas áreas en el Sahel central, sobre todo rurales, al tiempo que expande su violencia a centros urbanos, como muestran los ataques a Bamako, capital de Mali, en septiembre de 2024, o a Djibo, ciudad norteña de Burkina Faso en mayo de 2025.
Además, la violencia terrorista de grupos yihadistas y los desplazamientos forzados que provoca se expande hacia el sur, en Benin y Togo, con ataques regulares a posiciones civiles y militares en el norte de estos dos países, así como en Mauritania, Kenia, o Mozambique.

Fuente: The Conversation/Zenobia Ahmed, CC BY-SA
Este fenómeno del terrorismo ha ido acompañado de fragilidad institucional y frecuentes golpes militares, lo que ha llevado a una gran parte de la opinión pública saheliana a apoyar la retirada de la Operación Barkhane francesa, que intentaba contribuir al mantenimiento de la seguridad, y a reforzar la cooperación con Rusia para hacer frente a la lucha antiterrorista.
La retirada de la fuerza francesa Barkhane de Mali en 2022 y la llegada a este país de combatientes rusos del Grupo Wagner, que llevaban actuando en el continente desde 2017 como herramienta geopolítica, ejemplifica claramente el viraje dado por esos países del Sahel a su estrategia de partenariados en materia de defensa y seguridad.
Los problemas que el líder del grupo, Prigozhin, planteó con su rebelión ante Putin en Ucrania, hicieron que en el año 2024 Rusia conformara otro equipo de mercenarios: el Áfrika Korps, que absorbió a los paramilitares del Wagner y que parece que actualmente está dirigido por el propio Ministerio de Defensa ruso.
Sin duda, estrategia alentada por la retirada ese mismo año de las tropas de EE. UU. estacionadas en Níger, así como la clausura de la misión EUTM, de la Unión Europea (UE), de la MINUSMA de Naciones Unidas en Mali y de la retirada de los militares franceses de Burkina Faso en 2021.
Esta deriva anti-francesa, y por ende anti-occidental, se ha nutrido de una serie de golpes de Estado autoritarios llevados a cabo por militares. Así, en Burkina Faso en 2022, la toma del poder por sus Fuerzas Armadas ha supuesto la intensificación de su cooperación con Rusia, Turquía e Irán. En Níger, el golpe del 26 de julio de 2023 llevó al repliegue de las tropas francesas del país.
Estos hechos han llevado al presidente Trump, en línea con su pragmatismo confrontativo, a obviar aspectos como legitimidad, democracia o derechos humanos, intentando contrarrestar a Rusia y su creciente influencia en el Sahel tras la salida de Francia.
Por otro lado, Sudán, en el extremo oriental del Sahel, sufre desde 2023 una guerra civil que ha producido una gravísima crisis humanitaria y graves violaciones de derechos humanos. En ella están involucrados actores externos, desde grandes potencias como EE. UU., China y Rusia o potencias regionales como Arabia Saudí y EAU, pero también organismos internacionales como la ONU y la Unión Africana. Pese a ello, Sudán, hoy en día, es prácticamente un Estado fallido.
La lucha por el poder y la toma del mismo por autoridades militares en los países del Sahel les ha llevado a adoptar una estrategia política basada en el populismo, que instrumentaliza el sentimiento anti colonial y refuerza una retórica nacionalista y soberanista para la restauración del orden y el refuerzo de las instituciones, planteando la necesidad de nuevas alianzas estratégicas con otras potencias consideradas como más atractivas.
Partenariados marcados por el rechazo a lo occidental que alcanza, incluso, al papel que Naciones Unidas y otras iniciativas multilaterales han intentado ejercer en el continente africano, tanto en acciones para mejorar la seguridad como en apoyo económico y humanitario para mejorar la gobernanza. Habitual crítica de los países del continente a la ONU, de mucha visibilidad, es el hecho de que África no tiene ningún miembro permanente en su Consejo de Seguridad.
Ese deterioro e ineficacia de los esfuerzos occidentales ha llevado a la virtual desaparición del G 5 Sahel al crearse la «Alianza de Estados del Sahel» entre Mali, Burkina Faso y Níger en septiembre de 2023 y que celebró su primera cumbre en 2024 en el último país, o la inoperancia de la CEDEAO, que esos Estados han rechazado por las sanciones económicas que les han impuesto y por la acusación de estar al servicio de intereses occidentales.
El papel de otros actores
Con una estrategia de penetración menos centrada en la seguridad, como la rusa, y más política, diplomática y económica, China está haciendo del continente africano un partenariado estratégico en línea con su voluntad de remodelar el orden mundial y las instituciones que deben conformar su gobernanza.
Ejemplo del atractivo de esta estrategia china para los africanos es el último Fórum de Cooperación África-China (FOCAC), de septiembre de 2024, dándose cita, en Pekín, nada menos que 53 delegaciones africanas. La visión china de África es más compleja y orientada a largo plazo, como indican los más de 50.000 millones de dólares prometidos en inversiones para los próximos tres años, el apoyo a la formación de dirigentes africanos y los numerosos encuentros bilaterales que tuvieron lugar en la FOCAC.
China ha aprovechado este foro para reafirmar el principio de «una única China», así como la mención al conflicto de Gaza para poner de manifiesto las contradicciones del orden mundial de base occidental en materia de seguridad y humanitaria, en África y especialmente en el Sahel.
Esta aproximación china también explota las frustraciones de los países africanos sobre el modelo de democracia occidental que no ha logrado aportar la paz, la estabilidad y el desarrollo al continente. China intenta proyectarse en el Sahel como un país del Sur Global y víctima también del orden internacional liberal, proponiendo su propio modelo como fuente de influencia. Mientras tanto, esta estrategia de expansión, que apunta a un neocolonialismo económico chino en África, no parece tener una replica occidental suficientemente clara y estructurada.
Otros países, como Turquía, Emiratos Árabes Unidos en Eritrea, Chad y Sudán o Arabia Saudí también promueven, con diferente intensidad, su influencia en el Sahel, con herramientas tanto en el campo de la seguridad como en el de la influencia económica.
El Sahel, con su proximidad geográfica a Europa, desempeña un papel clave como tránsito de migración ilegal y tráfico de drogas, por lo que para la Unión Europea tiene, en esos ámbitos, una importancia estratégica vital. Si, como parece «[…] en el Sahel las milicias yihadistas intensifican sus ataques sobre la población civil, provocando un fuerte éxodo migratorio, Europa está claramente amenazada» (de la Cámara y del Pozo, 2025).
A esto habría que añadir el fracaso, ya mencionado, en los esfuerzos para proporcionar seguridad y en la lucha contra el terrorismo.
Sin embargo, y a pesar de los intentos de la UE para desarrollar una aproximación renovada al área saheliana, el progreso está siendo muy limitado y deberá hacer grandes esfuerzos para evitar convertirse en un actor marginal.
España, por su parte y en la reciente Estrategia de Acción Exterior de España 2025-2028, aprobada en junio de 2025, considera al Sahel un interés estratégico de primer orden y región prioritaria en sus esfuerzos, coordinados con los de la UE, para evitar la expansión del terrorismo, la lucha contra la migración ilegal, el crimen organizado y la fragilidad institucional.
Estos objetivos, sin embargo, no se concretan en medios y modos (que junto a los fines son los tres elementos esenciales de una buena estrategia), para hacer frente a esos problemas. Así, al final de la estrategia se recogen 125 «Acciones generales», de las cuales las numeradas 27, 56, 78, 82, 105 y 113 a 116, se refieren a África en conjunto, ninguna específica sobre el Sahel, y parecen más bien un desiderátum de buenas intenciones con planes y programas a desarrollar, implementar o establecer.
Conclusiones
Los lazos entre seguridad, pobreza económica, crisis alimentaria, migración y otros, como el cambio climático, parecen bastante claros en el área del Sahel, interrelaciones que producen la curiosidad de que sus gobiernos nos rechacen, pero sus habitantes siguen queriendo venir aquí.
Ello hace muy urgente la adopción de unas estrategias de Occidente, tanto en políticas de apoyo a la gobernanza como a la seguridad, particularmente necesarias para la UE, dada su proximidad geográfica y la incidencia de aquellos factores en su opinión pública, especialmente la migración ilegal.
El Sahel, en el centro de África, ejerce una enorme influencia desestabilizadora sobre todo el continente y el hecho de ser la frontera sur de la UE, en la que España está en primera línea, demanda tomar muy en serio políticas multilaterales de apoyo económico que reviertan la realidad actual.
En el proceso de modificación del orden geopolítico mundial, cambio que algunos indican que ya se ha producido, Rusia, China y otras potencias regionales están desplazando a Occidente y orientando esa transformación en beneficio propio y en la imposición de su modelo de gobernanza mundial.
En el establecimiento de un nuevo orden global, los países del Sahel y del resto de África, demandan la superación de políticas neocolonialistas y ser considerados como socios para que justicia y desarrollo vayan en paralelo. Y no olvidemos que hacia 2025, de cada diez personas, cuatro serán africanas.
Por ello, las estrategias a plantear deben basarse en no reproducir los resentimientos del pasado y permitir a esta región africana no apartarse definitivamente de los principios y valores de democracia, libertad y progreso económico que deberían seguir constituyendo la base de funcionamiento del orden geopolítico en reconstrucción.
Jose Antonio Moliner Gonzalez
Vicepresidente de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares. Miembro de la Asociacion Española de Militares Escritores
BIBLIOGRAFÍA
- De la Cámara, Manuel y del Pozo, Fernando. La defensa europea y España. Política Exterior, núm. 226, julio/agosto 2025.
- Fuente Cobo, Ignacio. El Sahel después de la Operación Barkhane. Situación de seguridad y perspectivas de futuro. IEEE. Documento de análisis 23/2022. 30 de marzo de 2022.
- Pardo de Santayana, José. ¿Hay que oponerse a la desoccidentalización del mundo? Documento de análisis 37/2021. 13 octubre de 2021.
- Varios autores. Nouvelle géopolitique de l´Afrique. Alternatives Sud. Volume 32-2025/3.